Familia Vicentina lanzó Campaña «La Luca Solidaria», para apoyar ollas comunes

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Con el fin de apoyar a diversas ollas comunes existentes en el país, como respuesta a la crisis económica y social desencadenada por la Pandemia del Covid-19, el Consejo Nacional de la Familia Vicentina ha lanzado una Campaña con la que pretende reunir dinero, el que se entregará a los organizadores d ellas ollas que más lo necesiten.

La campaña que se ha denominada «La Luca Solidaria», pretende ser una cruzada nacional de la Familia Vicentina y de cada una de sus ramas y personas y es un paso más a las iniciativas que las ramas u obras pertenecientes a ellas ya están realizando en forma local. La situación actual, que ha venido a poner de manifiesto -una vez más-la situación precaria en que viven las clases más desfavorecidas e incluso, la llamadas casas medias, no ha dejado indiferente a los seguidores de San Vicente, para quienes hace sentido como nunca la palabra del Señor cuando dice «los pobres los tendrán siempre con Ustedes», lo que conforma que el carisma vicentino tiene plena vigencia y que -aunque la aspiración suprema es logra un cambio sistémico, en su verdadero significado, es decir, un cambio de las estructuras injustas de la sociedad- mientras esto no se logre y, especialmente en situaciones apremiantes como la actual, la caridad asistencial, sigue teniendo cabida y sigue siendo  una tarea para las vicentinas y los vicentinos.

Para colaborar con esta campaña se pide depositar una luca (mil pesos)… o todas las que se quiera o se pueda, en la cuenta corriente del Banco Chile Nº 57210-01 (Rut 70.024280-3), notificando al correo lucasolidaria@vicentinos.cl

El Consejo Nacional exhorta a todos los miembros de la Familia a promover esta campaña y a lograr los mejores resultados posibles.

Reunión virtual de Comisión para la revisión de la Guía Práctica del Superior local

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Una reunión a distancia, sostuvo la Comisión para la revisión de la Guía Práctica del Superior local, de la que forma parte el P. Fernando Macías, Visitador de nuestra Provincia. Esta comisión que ya ha concluido la revisión de la Guía del Visitador, la que ya está por salir en su nueva edición, ha continuado trabajando en esta otra guía, que de acuerdo a la nueva visión acerca de las comunidades y del ejercicio del servicio de autoridad en ellas, tendrá un nuevo planteamiento y estará orientada en primer lugar a la comunidad, antes que a la figura del superior.

La mencionada Comisión está presidida por el Vicario General, P. Javier Álvarez e integrada por los PP. Corpus Delgado, de la Provincia de Zaragoza, por Europa; Manuel Ginette, de la Provincia de Filipinas, por Asia; Dominic Iyolo, de la Provincia del Congo, por África y el P. Fernando Macías, por América.

La Comisión volverá a reunirse el próximo viernes 26 de junio.

Vicentinos en la primera línea

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Hasta el Hospital Luis Tizné, ubicado en la Avenida Las Torres, en Peñalolén, dentro del territorio parroquial de Santa María Reina del Mundo, concurrieron en la tarde de este viernes 29 de junio, los Padres Álvaro Tamblay y Cristopher Groff. Ellos y todos los que un día sirvieron en esa parroquia, han concurrido muchas veces a ese hospital, para llevar auxilio espiritual a pacientes, feligreses  o no de la parroquia. Pero esta vez era diferente, se trataba de llevar el auxilio espiritual a pacientes infectados con el Covid-19, algunos de los cuales se encuentran en gravísimo estado. Son nuestros hermanos, son parte del lote de nuestra heredad. Había que correr el riesgo. Todos sabemos lo peligroso de este virus y lo fácil que es contagiarse. Los médicos, enfermeras y demás personal sanitario -la llamada primera línea- no están exentos de contagiarse y las cifras nos hablan de una buena cantidad de ellos que ya han alcanzado esta condición y de que algunos incluso han fallecido a consecuencia de este virus. Los curas tampoco son inmunes. El riesgo existe y es grande. Pero hay riesgos que se debe correr. Así lo han entendido estos dos jóvenes sacerdotes, hijos de San Vicente, y todos los que -junto con ellos- de alguna manera, entramos este viernes en ese hospital.

Pero la visita no fue sólo para los pacientes, sino también para aquéllos que muchos hoy califican de héroes, porque no sólo están buscando salvar vidas, sino que están arriesgando las propias y la de sus familias.

Nuestros dos misioneros asumieron con emoción y con gozo esta tarea. También con preocupación:  «percibimos el sufrimiento de los enfermos y de sus familias… así que a cuidarse y a respetar las medidas de seguridad», nos decían a través de un mensaje en WhatsApp . Y agregaban, «Como diría San Vicente, ‘Dad vuelta la medalla y verás que en el pobre está el Hijo De Dios, que quiso ser pobre».

Relataron cómo los médicos y personal de salud, los recibieron muy bien, reconociendo en ellos «la presencia De Dios». Se desahogaron… algunos lloraron y también hubo quienes aprovecharon la presencia de estos sacerdotes y pidieron confesarse.

En la mente y en el corazón de estos dos misioneros y de todos nosotros, resuenan como nunca las palabras de Isaías, que Jesús aseguró se cumplían en él y que San Vicente adoptó como palabras motivadoras para el espíritu y la acción de nuestra Pequeña Compañía: El Espíritu del Señor está sobre mí y me envía a anunciar la Buena Noticia a los pobres… a curar a los heridos… a liberar a los cautivos….

Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos

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La semana que va, desde la Ascensión a Pentecostés, la semana en la liturgia nos invita a pedir que se renueve el don del Espíritu Santo, que Jesucristo Resucitado nos ha enviado y en la que al liturgia de la Palabra nos hace reflexionar, a partir de la Oración de Jesús al Padre, para que todos seamos uno, ha sido instituida por la Iglesia como la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. El P. Alejandro Fabres nos ha enviado la siguiente reflexión, a propósito de este evento eclesial, en el que todos los cristianos estamos invitados a unirnos a la Oración del Señor Jesús:

Ut unum sint, es el título de la última Encíclica sobre ecumenismo, que se ha escrito. La presentó Juan Pablo II, el año 1995.

Hablar de ecumenismo y de diálogo interreligioso no es un tema fácil. Para sentarse a dialogar, primero debe existir la voluntad para hacerlo, hay que tener la disposición para escuchar, tener la capacidad de aceptar verdades diferentes a la nuestra, y finalmente decidirse a caminar juntos sin estorbarse, sin hacerse zancadillas, ni tratar de demostrar que eres mejor que el otro. Dicho de manera resumida, «unir sin confundir y dividir, sin separar».

A diferencia de lo que muchos piensan, los primeros en hablar de ecumenismo fueron los protestantes, quienes a través de sus consejos episcopales y mundiales, comenzaron a buscar caminos comunes. Nosotros, como Iglesia Católica, nos hemos sumado lentamente a este proceso, que se hizo más efectivo después del Concilio Vaticano II. Se ha recorrido un camino donde hemos tratado de encontrar una definición para hablar de sacramentos comunes -teniendo en cuenta que muchas iglesias no aceptan los siete-,  las sagradas escrituras -integrando por parte del mundo protestante los llamados textos deutero-canónicos-, reconociendo la figura de María.

El diálogo nos ha ayudado a mejorar nuestras miradas entre nosotros, los trabajos que podemos hacer en bien de la humanidad, terminar con las rencillas, que en nada contribuyen a demostrar el seguimiento de Cristo, que TODOS los cristianos estamos llamados a hacer, en pos de la construcción del Reino.

Hoy más que nunca, en medio de esta pandemia, y pensando que está semana es la semana de oración por la unidad de los cristianos, sería bueno que, sin importar a qué denominación pertenecemos, demos muestras de unidad de criterios, para hacer llamados comunes al autocuidado, a la responsabilidad que tenemos para con la vida mía y del otro, para fomentar la oración común por los que están viviendo el flagelo de esta enfermedad, a ser solidarios con los que más sufren, a aportar con los comedores y ollas comunes que se han formado en nuestros vecindarios. Ser cristianos es eso y mucho más.

Creo que esta semana nos debe llevar, justamente, a que entre todos: evangélicos, luteranos, anglicanos, de la denominación que seamos… y católicos, hagamos vida el llamado de Jesucristo a que todos seamos uno, en la fe, la esperanza y la caridad.

Busquemos seguir a Jesucristo desde lo más profundo del corazón, reconociendo aquello que nos une y hace hermanos, de aquello que nos divide, confronta y muchas veces nos hace sentir que somos enemigos. Recordar siempre: UN SOLO SEÑOR, UNA SOLA FE, UN SOLO BAUTISMO, UN SOLO DIOS Y PADRE. QUE ASI SEA.

Laudato Si, la Rerum Novarum de Nuestro Siglo

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Compartimos en nuestro portal, el siguiente artículo, escrito por el P. Alejandro Fabres para el sitio internacional de nuestra Congregación, cmglobal.org, sobre el aniversario de la Encíclica del Papa Francisco Laudato Si:

Preliminares

Hace 129 años, el día 15 de mayo de 1891, el Papa León XIII, publicó la encíclica Rerum Novarum, “De las cosas nuevas”, considerada el inicio de lo que hoy conocemos como Doctrina Social de la Iglesia.  El Eje central de este documento fue la cuestión obrera, la dignidad del ser humano, el derecho a sindicalización, a la propiedad privada, pero también al reparto equitativo de los bienes y la superioridad del ser humano por sobre las ideologías, tanto del incipiente pensamiento estatista de corte marxista, que miraba al individuo como un engranaje más del aparato estatal y del capitalismo desenfrenado, que asumía a la persona como parte del sistema de producción y del capital.

El ambiente en que dicha encíclica se escribe es el de la revolución industrial, considerando los costos que ella tenía para las cuestiones tratadas en este documento. Nadie puede negar que la Rerum Novarum marcó un hito, no sólo al interior de la Iglesia Católica, sino también  a nivel del pensamiento humanista cristiano y la trascendencia que generó en el mundo político y que hasta hoy se refleja en el trato de cuestiones tan viejas y tan nuevas

Fue por ese motivo que, cuando me senté a releer “Laudato Si”, no pude dejar de pensar, desde sus primeras líneas, que quien se tome en serio el tema de la Doctrina Social de la Iglesia, el pensamiento humanista cristiano y el compromiso con el ser humano y su dignidad, no puede pasar por alto este documento, y no considerarlo el inicio de un nuevo trato en nuestras relaciones con el ser human, en cuanto a los contextos económicos, políticos y sociales que lo afectan, pero que además, de todo lo relacionado con la persona, ya que incorpora un nuevo elemento a esta discusión: el ámbito de la ecología  y de cómo el ser humano debe hacerse parte y responsable en él.

Si bien es cierto, algunas encíclicas y otros documentos eclesiales anteriores habían incorporado y esbozado el trato con la naturaleza, ellas eran enfocadas desde una mirada más bien antropocéntrica. Laudato Si, es la primera encíclica que enfrenta el tema de la ecología como eje temático, poniendo de relieve al planeta y al ser humano, como parte y responsable de él. Si antes se dijo “nada de lo que le sucede al hombre le es indiferente a Dios”, este documento asume esta nueva perspectiva: “nada de lo que le sucede a la naturaleza le es indiferente a Dios”. Es decir, el texto tiene la capacidad de ampliar el horizonte y ayudarnos a mirar más allá de nosotros mismos. Nos abre a la grandeza de la creación y desde allí, nos posiciona para hacernos tomar conciencia de que nosotros somos parte de esta naturaleza y lo que le afecte a ella, también nos afecta a cada uno de nosotros, de forma individual y como colectivo.

No es casual que Francisco haya escrito esta encíclica. Desde que inició su pontificado, el 13 de marzo de 2013, mostró un rostro nuevo que necesitábamos todos los católicos. El ser un Papa venido de las tierras de Abya Yala, debía marcar una  diferencia. Un hombre que mira el mundo desde nuestro continente americano, y no desde cualquier parte de América, sino precisamente desde la parte sur, hace imposible que no tenga una sensibilidad diferente por la Pachamama, la Madre tierra. Esta tierra sobre explotada en sus recursos por el norte rico e industrializado, esta parte del continente que ha librado grandes luchas reivindicativas por sus derechos al agua, a que los recursos naturales permanezcan en nuestro terruño, a que la industrialización no sea tan voraz; donde hemos aprendido a escuchar a los pueblos indígenas, al mestizaje, a los negros traídos por los españoles, ingleses y portugueses y vendidos como esclavos en estas tierras. En este continente con historia de sangre y de dolor -como las de Romero, Angelelii- que, siguiendo la senda de Bartolomé de las Casas y de otros, regaron este huerto florido con las sangre del Martirio.

No es casualidad que el nombre que el cardenal Bergoglio haya tomado para su pontificado, fuese el del santo que le cantó a la naturaleza y desde donde se extrae el nombre de esta hermosa encíclica, “Alabado seas mi Señor”. Era casi normal que, el primer documento escrito íntegramente por el Papa Francisco, fuera un documento que habla desde la ecología, la naturaleza, nuestra relación con el entorno, las repercusiones que el maltrato al planeta tiene en la vida de los pobres y especialmente en la vida de aquellos pobres que son siempre los que terminan pagando los costos de lo que hemos provocado con la sobreexplotación de los mares y ríos, la desforestación de los bosques y la sobreexplotación de los recursos minerales, todo lo que ha desencadenado en nuestro planeta, especialmente en lo concerniente al cambio climático.

Así como León XIII nos sitúa en el contexto de la Revolución Industrial, Francisco nos pone en el de la globalización existente, considerando los aspectos positivos y negativos que ella tiene, además de las nuevas problemáticas emanadas de la bio y  la nanotecnología, la economía de libre mercado, las presencia de los grandes consorcios económicos y su presencia explotadora de los recursos hídricos, mineros, y forestales, en los cinco continentes.

Contexto bíblico

El documento parte desde la sensibilidad de Dios en cuanto a la naturaleza, desde el mismo momento de la creación, haciendo una relación, en el Antiguo Testamento, desde el texto del Génesis, cuando vio Dios que todo lo que había hecho era bueno y le pide al hombre el cuidado y la protección de la misma. En los textos del Deuteronomio, nos hace comprender cuál es el significado que para los creyentes debía tener el día del descanso, el tiempo considerado cada siete años para que la tierra se renueve y dé sus frutos y el sentido del jubileo como un tiempo de gracia para todos y todo lo creado. Un tiempo de justicia, incluso para la naturaleza. Toma los textos de los salmos y nos recuerda cómo el hombre alaba la creación y en ella también alaba a Dios, quien muestra su amor por la humanidad, a través de la naturaleza.

En el Nuevo Testamento, Jesucristo plenifica con su presencia toda creación, no sólo la parte concerniente a la humanidad. Y con su muerte y resurrección destaca el compromiso que Dios tiene con la creación, puesto que es desde allí desde donde él hace nuevas todas las cosas. En las palabras de Jesús, cuando señala que ni el mismo Salomón vistió tan magníficamente como lo hacen las flores del campo ni las aves del cielo, muestra una empatía con la creación y la importancia que ella tiene para el hombre. Tanto en el Antiguo, como en el Nuevo Testamento, el concepto de creación hace referencia a la naturaleza completa. Dios no parcela, sino que integra al hombre dentro de todo lo creado.

La problemática ecológica hoy

Si León XIII llevó al mundo a reflexionar sobre el ser humano y su dignidad, mostrando los errores que las grandes ideologías presentaban cuando, desde sus miradas economistas, deshumanizan al hombre. Francisco nos sitúa en los
nuevos contextos ideológicos. La mirada que, como personas de fe y de buena voluntad, estamos llamados a tener para generar una verdadera ecología social e integradora que sea capaz de superar un ecologismo radical, en donde el ser humano no tiene cabida y que es muy propio de los sectores más acomodados que hablan del respeto a la tierra, a los bosques al agua, pero desde una perspectiva de clase y desde el primer mundo, sin considerar a los pobres que habitan en esos otros lugares, donde no hay agua, donde la tierra ha sido sobre explotada y donde las personas se ven afectadas por la falta de alimentos y de recursos. Esa mirada desde el privilegio, que unos pocos tienen por sobre esa mayoría que pide a gritos mayor equidad en el reparto de los bienes y la posibilidad de trabajo, salarios, salud, educación, vivienda e incluso espacios de recreación con mayor dignidad. Y por otro lado, aquellos ambientes empresariales que hablan de progreso y de economía, sin tener presente a los miles de mujeres y hombres que son explotados, usados y luego desechados por este sistema que engulle a la persona y luego la arroja como objeto inservible. Francisco nos invita a la búsqueda de un equilibrio que nos permita generar condiciones dignas para todos, sin perder el respeto a la naturaleza, convocándonos a una economía sustentable, aprendiendo a mirar el sentido de lo permanente de los recursos por sobre la transitoriedad de las cosas. A generar conciencia de esas tres erres, que el modelo ecológico ha introducido pero que nosotros como cristianos posiblemente no hemos integrado: Reutilizar, Reducir y Reciclar.

Algo importante y novedoso de esta encíclica, es que Francisco reconoce la necesidad de no sentirnos ni creernos dueños de la verdad, sino que es necesario aprender a escuchar a los especialistas en los temas medioambientales, lo que no es materia fácil de comprender ni menos de asumir; buscar el apoyo en iniciativas de hombres y mujeres de buena voluntad, aún de los no creyentes. Y de mirar a las demás ciencias como un aporte y no como un peligro para buscar caminos de convergencia. Invita al mundo a valorar el aporte ético, que desde nuestra fe, los cristianos podemos brindar al desarrollo de una ecología transparente y en donde el ser humano pueda estar presente como parte de este sistema que Dios nos ha regalado como nuestra única casa: nuestro planeta tierra, en donde debemos aprender a vivir y desarrollarnos en armonía, entre todos los pueblos y naciones de la tierra.

Conclusión

Laudato Si es, a mi entender,  el punto de partida para un nuevo trato entre el ser humano, Dios y la creación. Como creyentes nos invita a asumir, con responsabilidad, lo que nos corresponde en el cuidado del medioambiente y como vicentinos, debemos considerarlo, a mi juicio, un documento de vital importancia, teniéndola presente en nuestras planificaciones pastorales y en nuestros trabajos cotidianos. Hemos de ser punta de lanza para generar un cambio al interior de nuestras propias comunidades de manera congregacional y a nivel eclesial, en cuanto a los aportes pastorales que ella nos hace y que pueden ser integrados en nuestras prácticas y discursos catequísticos,  puesto que el cambio climático y todo lo que de ello se desprende, afecta cada vez más la vida de los pobres. Aún estamos a tiempo de hacer ese cambio tan necesario. Mañana puede ser tarde.

Alejandro Fabres, C.M.

Semblanzas: P. Gustavo Houillier

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El P. Gustavo Houillier fue un misionero, nacido en Amiens, Francia en 1881, ordenado sacerdote en 1905 y que apenas convertido en sacerdote fue enviado a  Chile, trabajando en Valparaíso, en La Paz-Bolivia y en Santiago. Fue Visitador entre 1924 y 1926 y después fue trasladado a Ecuador, donde también fue Visitador…  Semblanza

Nuevo encuentro virtual de la Provincia

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Una segunda reunión virtual, sostuvieron los miembros de la Provincia, este jueves 21 de mayo. En el encuentro, convocado por el Visitador, P. Fernando Macías, se compartió la situación de cada uno y de cada comunidad, de donde se puede deducir que todos estamos bien de salud y de ánimo. Se relató las vivencias de estos días de confinamiento y la forma cómo se ha enfrentado los desafío comunitario y también pastorales que esta situación implica. También se compartió noticias acerca de los familiares de cada uno, constatando que, también a ese nivel, la situación s mantiene sin novedades, aunque algunos cohermanos tienen una comprensible preocupación por sus papás ya mayores o por otros familiares que, por la naturaleza de su trabajo, están más expuestos a al peligro de contagiarse.

El Visitador también entregó algunas noticias e informó lo que se sabe de la Congregación a nivel universal.

Al final se solicitó estar atentos a una posible nueva convocatoria a un encuentro de este tipo, ya que algunas actividades programadas con anterioridad, podrían tener que realizarse con esta modalidad.

 

Consejo Nacional de la Familia Vicentina sostiene reunión virtual

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Una reunión virtual realizó, este martes 19 de mayo, el Consejo Nacional de la Familia Vicentina. En dicha reunión participaron Nany Segovia por ASEVI-AIC; Ana Sandoval y Lizardo Araya, por AMM; Héctor Mendoza por  SSVP; Daniela Quinchaman y Antonio Ibacache por JMV; Sor Dora Antimán por las HH.CC. y los Padres Fernando Macías y Carlos de la Rivera, por la C.M.

En la ocasión, además de postergar algunas actividades que estaban planificadas para las próximas semanas y meses, debido a la emergencia sanitaria, que se está viviendo, se acordó, reaccionar como familia, ante las consecuencias sociales de la pandemia. En este sentido, se decidió organizar una campaña para financiar ayudas que se entregará a familias u organizaciones que puedan auxiliar a las familias y personas más afectadas. También se decidió elaborar un documento -a modo de declaración o reflexión- para manifestar una opinión -como cristianos y como vicentinos- ante la realidad de los más postergados de la sociedad, que cómo siempre, son las primeras víctimas en cualquier situación que haga tambalear la economía y para solidarizar con quienes hoy, con justicia, reclaman por ayuda del Estado.

Finalmente, se acordó tener otra reunión semejante, el próximo martes 23 de junio, para presentar al nuevo Visitador y a la que se invitará, además, a la Visitadora de las Hijas de la Caridad, Sor María Elisa Ortiz.