Candidato al Diaconado permanente de la Parroquia de Porvenir

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Una gran alegría para nuestra parroquia San Francisco de Sales de Porvenir. El día viernes 07 de junio, en la catedral de la diócesis fueron admitidos como candidatos al Ministerio diaconal varios hermanos, entre ellos Rony Mejias, de nuestra comunidad, que junto a su esposa María Eugenia asumieron el compromiso para que él se forme para este servicio hacia la Iglesia y para servir a los pobres. Estuvo acompañando en está celebración el P. Alejandro Fabres, C.M.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Actividades de nuestro Seminario

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En nuestra casa de formación en Macul se ora, se estudia, se come, se ríe y también se trabaja físicamente…

En diciembre recién pasado, luego que cada estudiante concluyó sus exámenes y trabajos académicos, vino un tiempo de “poner la casa en orden”. Había muchos lugares que limpiar y ordenar – la casa no es pequeña- pero principalmente había que resolver un problema urgente: cortar toda la maleza que había crecido durante el año y que a esta altura estaba seca y será combustible fatal para un potencial incendio. Por la propia seguridad y la de algunos vecinos algo molestos, había que emprender ese trabajo.

Durante varios días nuestros estudiantes se dieron en cuerpo y alma a ese duro trabajo. De paso, había que preparar la casa para la Navidad, había que acoger a los cohermanos que vinieron para la reunión de fin de año… y como si fuera poco, enfrentar la emergencia surgida en el segundo piso del pabellón antiguo donde la estructura que sostenía los termos en el entretecho cedió y se derramó abundante agua que inundó todo ese sector de la Casa.
Y en medio de esas ocupaciones, llegó la Navidad, la que celebramos, como corresponde, en comunidad y además desarrollando los servicios pastorales propios de esa fiesta, en las distintas comunidades de nuestra parroquia.
También pudimos participar en el saludo navideño entre Hijas de la Caridad y misioneros, que este año tuvo lugar en la Casa Central de Alameda.

Y el 31 de diciembre nos fuimos a Valparaíso, para esperar en esa ciudad el nuevo año, el 2023. Allí compartimos con la familia de nuestro director, el P. Fernando Macías, en su casa; como también con la comunidad de misioneros de Playa Ancha. Lamentablemente, justo este año, no hubo el tradicional espectáculo Año Nuevo en el Mar, tan característico de esta ciudad. Pero sí pudimos, en las últimas horas del 2022, dar paseo en lancha por ka bahía de Valparaíso.

Vueltos a Santiago, reordenamos la casa después de las fiestas y el martes 10 de enero partimos había Quilpué, a la Parroquia Nuestra Señora del Rosario, donde nos recibió el párroco, Pbro. Jorge Romero. En esa ciudad y específicamente en el sector de Pompeya Sur, desarrollamos una misión. Allí existe una comunidad puesta bajo la protección de Nuestra Señora de Guadalupe. Hay mucha pobreza, drogas y otras miserias. Tuvimos dificultades con el transporte y mo todos nos recibieron bien, pero esto no fue razón para dejarnos vencer.

Visitamos a las familias en sus casas, bendijimos sus hogares, compartimos con ellos, difundimos la devoción a la Medalla Milagrosa.
La Misión concluyó el domingo 22 de enero, con 14 bautismos.

Misioneros en La Serena, presencia evangelizadora y solidaria en campamentos, en tiempo de pandemia

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La experiencia misionera llevada a cabo, desde la Parroquia San Marcelino Champagnat,  bajo el lema «Misión Permanente»,  por parte de un grupo laicos junto a los Padres Gabriel Fuentes y Rodis Christensen, fue la ocasión para palpar la realidad de numerosas familias y y de un grupo de inmigrantes, en el Campamento La Varilla, ubicada detrás del Cementerio Municipal de Las Compañías , en la parte alta de La Serena.

Los frutos de estas misión permitieron seguir abriendo espacios entre ellos y sumando a la evangelización -desde el ámbito catequesis familiar- el establecimiento de una comunidad de base y un trabajo comunitario con las organizaciones sociales y comité de viviendas allí existentes, con mujeres dirigentes que agrupan a familias en distintos sectores, tales como Desierto Florido, Lugares que Hablan, Loma Esperanza, Comunidad Doña María y Comunidad Diaguita. También desde  la Red Uniendo Fronteras, que acompañan la realidad migrante proveniente de Colombia, Haití, Venezuela, Perú y Bolivia, haciéndose espacio de un lugar que alberga las diversas historias  de marginación, prejuicios y pobrezas.

Siguiendo el lema que marcó el Papa Francisco, a la luz de los pueblos migrantes, también como Misioneros Vicentinos de La Serena, nos sumamos a un voz fuerte y enérgica, «los migrantes no son un peligro, están en peligro».

Muchas razones tenemos, para seguir acompañando ala gente en este tiempo de pandemia, a pesar de los riesgos que esto conlleva,  porque si de algo nos sentimos orgullosos, es de pertenecer a la Congregación de la Misión, que hace suyo el sentir de Vicente de Paúl: no puede haber caridad si no va acompañada de justicia.

En este contexto, se dio la ocasión que nos movilizó, de una u otra manera, a responder y organizar ollas comunes, dando una respuesta social ante la crisis de hambre que trae el coronavirus, sumando a esto el creciente número de migrantes: el tema del agua derecho primordial, que hoy escasea en estos lugares, los desalojos de quienes han tenido que llegar al campamento por no poder pagar arriendos, etc. Por esta razón, en conjunto con los colegios de las Hermanas de la Providencia, Nuestra Señora de Andacollo, de los Hermanos Maristas y Francisco Coll, de las Hermanas Dominicas, se han convertido en una forma de contención espiritual y material a la vez.

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Vicentinos en la primera línea

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Hasta el Hospital Luis Tizné, ubicado en la Avenida Las Torres, en Peñalolén, dentro del territorio parroquial de Santa María Reina del Mundo, concurrieron en la tarde de este viernes 29 de junio, los Padres Álvaro Tamblay y Cristopher Groff. Ellos y todos los que un día sirvieron en esa parroquia, han concurrido muchas veces a ese hospital, para llevar auxilio espiritual a pacientes, feligreses  o no de la parroquia. Pero esta vez era diferente, se trataba de llevar el auxilio espiritual a pacientes infectados con el Covid-19, algunos de los cuales se encuentran en gravísimo estado. Son nuestros hermanos, son parte del lote de nuestra heredad. Había que correr el riesgo. Todos sabemos lo peligroso de este virus y lo fácil que es contagiarse. Los médicos, enfermeras y demás personal sanitario -la llamada primera línea- no están exentos de contagiarse y las cifras nos hablan de una buena cantidad de ellos que ya han alcanzado esta condición y de que algunos incluso han fallecido a consecuencia de este virus. Los curas tampoco son inmunes. El riesgo existe y es grande. Pero hay riesgos que se debe correr. Así lo han entendido estos dos jóvenes sacerdotes, hijos de San Vicente, y todos los que -junto con ellos- de alguna manera, entramos este viernes en ese hospital.

Pero la visita no fue sólo para los pacientes, sino también para aquéllos que muchos hoy califican de héroes, porque no sólo están buscando salvar vidas, sino que están arriesgando las propias y la de sus familias.

Nuestros dos misioneros asumieron con emoción y con gozo esta tarea. También con preocupación:  «percibimos el sufrimiento de los enfermos y de sus familias… así que a cuidarse y a respetar las medidas de seguridad», nos decían a través de un mensaje en WhatsApp . Y agregaban, «Como diría San Vicente, ‘Dad vuelta la medalla y verás que en el pobre está el Hijo De Dios, que quiso ser pobre».

Relataron cómo los médicos y personal de salud, los recibieron muy bien, reconociendo en ellos «la presencia De Dios». Se desahogaron… algunos lloraron y también hubo quienes aprovecharon la presencia de estos sacerdotes y pidieron confesarse.

En la mente y en el corazón de estos dos misioneros y de todos nosotros, resuenan como nunca las palabras de Isaías, que Jesús aseguró se cumplían en él y que San Vicente adoptó como palabras motivadoras para el espíritu y la acción de nuestra Pequeña Compañía: El Espíritu del Señor está sobre mí y me envía a anunciar la Buena Noticia a los pobres… a curar a los heridos… a liberar a los cautivos….

Una Pascua diferente

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Por estos días, hemos tenido una Semana Santa y una Pascua diferentes. Nosotros y todo el mundo.

En un año normal, éstos hubiesen sido días de mucho trabajo, de muchos preparativos y nerviosismo, de muchas carreras y de mucho entusiasmo. Per la Pandemia del Coronavirus y las medidas que las autoridades han debido tomar, así como también nuestra propia conciencia del peligro que todos corremos, nos ha obligado a hacer las cosas en forma diferente.

Algunos de nuestros cohermanos están en zonas donde se ha decretado cuarentena obligatoria y absoluta, como es el caso de la Casa de Santiago y también la de Punta Arenas; otros como en Macul, Copiapó, La Serena, Valparaíso, Collipulli y Los Lagos, enfrentando cuarentenas parciales y voluntarias. La mayoría de las diócesis ha decretado el cierre de los templos y de las actividades pastorales.

Como muchos sacerdotes en el mundo, hemos optado por celebrar la misa y todos los ritos de Semana Santa y transmitirlos por streaming o en algunos casos, por la radio. alguien ha objetado diciendo que no es necesario que todos lo hagamos, pero a los fieles les motiva y consuela ver a los sacerdotes de su parroquia o comunidad y estar en contacto, aunque sea virtual, con ellos.

La Comunidad de Macul salió el Viernes Santo, a la hora en que cada año se realiza el Vía Crucis, a recorrer las calles del territorio de la Parroquia Santa María Reina del Mundo, ellos encomendada. Se acercaron a una distancia prudente, a la gente y repartieron medallas.La gente valoró mucho este gesto de cercanía en medio de días tan difíciles. También transmitieron las celebraciones desde la capilla del ex-Regazo y desde el Seminario, transmitieron reflexiones para ayudar a vivir mejor estos días.

El P. Alejandro Fabres, en Tierra del Fuego, llegó a sus feligreses a través de las ondas de Radio Porvenir, con algunos de los ritos de Semana Santa y con reflexiones propias de Semana Santa. Otro tanto hizo la Comunidad de Collipulli por Radio Mirallay.

Y este Lunes de Pascua no habrá paseo, pero de seguro habrá el compartir alegre y sencillo en Comunidad, ejerciendo, como nunca, eso de «vivir como hermanos que se quieren bien» y un poco de aquello de ser «cartuchos en casa», sin dejar de ser misioneros, no ya quizá en la campiña, sino ahora en la red…

Nueva obra vicentina en Copiapó

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En la Parroquia Santísima Trinidad de Paipote en Copiapó, se ha instalado una comunidad de la Congregación de la Misión, para atender pastoralmente esa parroquia, trabajar con la Familia Vicentina de la zona y colaborar, en general, con la acción apostólica de la Diócesis de Copiapó.

El P. Gerardo Díaz viajó a esa ciudad en la segunda quincena de febrero y a comienzos de marzo se le unió el P. Cristian Villalón. Ambos conformarán el equipo que lleva la presencia misionera vicentina, en la que será la presencia más nortina de la provincia de Chile.

El día 20 de marzo estaba programada la toma posesión del P. Gerardo como párroco, la presentación de los misioneros y a firma del contrato entre la Diócesis y la Congregación. Iba a ser un significativo evento eclesial y vicentino, pero las medidas recomendadas para evitar la propagación del Covid 19, provocaron la cancelación del acto. Sin embargo, el Administrador Apostólico de la Diócesis. P. Jaime Pizarro, leyó el Decreto de nombramiento como párroco en favor el P. Gerardo Díaz y de vicario parroquial en favor del P. Cristian Villalón, en una Eucaristía celebrada junto a la Comunidad de las Hijas de la Caridad, en la casa de éstas, el mismo día 19 de marzo.

Misioneros concluyeron servicio en Quilacahuín

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Con una misa, presidida por el Administrador Apostólico de Osorno, Monseñor Jorge Concha Cayuqueo, el pasado lunes 20 de enero, durante la celebración de la fiesta del mártir San Sebastián, concluyeron su servicio en la Parroquia de Quilacahuín nuestros misioneros, P. Cristian Villalón y Hno. Polo Hidalgo. En la oportunidad, además, asumió el nuevo administrador parroquial de esa Comunidad, el Presbítero Oscar Escobar. A la celebración asistieron el P. Gastón Parada, en representación del Visitador de la Provincia, P. Fernando Macías y el P. Pablo González.

La comunidad parroquial agradeció por los más de 10 años de presencia y servicio, en el lugar de los Misioneros Vicentinos. Lo propio hizo Monseñor Jorge Concha, expresando «agradecemos al Señor por el servicio de los hermanos vicentinos que están dejando su misión en esta comunidad, sirviendo, abriendo las puertas, proclamando el Evangelio, sobre todo celebrando la eucaristía, confesando, visitando las comunidades, atendiendo, con sus talentos y con sus debilidades. agradecemos por toda su entrega, su generosidad y tan importante aporte evangelizador y misionero que han prestado en Quilacahuín y a toda la diócesis». También señaló «oramos para que siga acompañando al Padre Cristian, al Hermano Polo y a toda la Congregación d ella Misión».

El P. Gastón Parada, a nombre de la Congregación y especialmente del Visitador, P. Fernando Macías, señaló «agradezco a la comunidad parroquial, a la Diócesis de Osorno y al Obispo Jorge Concha Cayuqueo, por habernos acogido en nuestros hermanos, por más de diez años. Muchas gracias por cuidar de ellos, por quererlos…»

Por su parte el P. Cristian Villalón agradeció a Dios  por «permitirme trabajar en esta comunidad de Quilacahuín, con las comunidades del campo, cruzando el río para ir a ver a los enfermos». también agradeció a la Diócesis y a la Congregación por la oportunidad recibida, como también a los cohermanos que lo ha acompañado ahora, en este acto.

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En «modo misión» Una crónica de la Misión en Tierra del Fuego

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El día 3 de enero, nuestras jornadas diarias se pusieron en modo misión. Ese día, a las 2:30 am, emprendimos camino al aeropuerto para abordar el avión que nos traería a Punta Arenas. Llegamos aquí a las 07:40 y cruzamos inmediatamente a Porvenir. Al día siguiente fuimos a la Radio Porvenir  Para participar en un programa, en el que nos presentaron y se dió aviso de nuestra presencia, dándose a conocer los días y lugares que visitariamos en estas tierras.

Entre los días 6 y 11, recorrimos el sector de la «Corvi». Diariamente salíamos a las 10 de la mañana, regresando a las 12:30 para el almuerzo y volvíamos a salir a las 15:30 hasta las 18:30, para llegar a la Parroquia «San Francisco de Sales», para la la celebración de la Eucaristía y posteriormente concluir la jornada con la mesa y el compartir diario de lo que significó el día de «hoy».

La jornada fue similar, los días 12 al 16, en que recorrimos el sector de la «Villa Las Nieves» , en los alrrededores del Santuario del Nazareno.

En tanto, el sábado 6, recorrimos la Bahía chilota, lugar donde llega el ferry y desembarcan o embarcan quienes van del continente a la isla.

Esta misión, que en un comienzo nos llenaba de expectativas, comenzó a tornarse frustrante y el entusiasmo comenzó a menguar. El clima tampoco parecía acompañarnos, ya que pasamos de tener una hermosa mañana soleada, a caminar con ráfagas de viento que parecía se llevaba todo a su paso. En las tardes salíamos con frío y volvíamos a casa empapados por la lluvia, que sin aviso y de la nada, comenzaba a caer. Era verdad lo que en algunas ocasiones nos decían los porvenirenses, en el sentido de «se podían dar las cuatro estaciones en un día». Junto a ello, las puertas no se abrían con facilidad y quiénes sí lo hacian nos atendían desde la puerta y con cierta desconfianza. Y los pocos que nos permitieron pasar, nos dieron de lo poco que tenían una gran lección.

Pero sin lugar a dudas, esta, nuestra misión, no fue nuestra, sino que fue la misión de una porción del pueblo de Dios, que necesitaba de Él, de unos pocos que querían una bendición, de quienes nos pidieron la comunión y de quienes se alegraban de saber que estos dos misioneros llevaban a su hogar la palabra de Dios y la escucha atenta de sus vivencias, las que con alegría y pena, nos compartían. De igual modo no podemos dejar fuera a Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa, la cual fue dada a conocer en cada hogar que entramos y a cada persona con la cual nos topamos en el camino.

Esta experiencia nos llevó a reflexionar que por más que uno planifique el día a día, primero y antes que todo, está la necesidad, la caridad y después la evangelización. Y así pudimos palpar y experimentar una de las palabras tan actuales de San Vicente de Paúl. «No podemos asegurar mejor nuestra felicidad, sino viviendo y muriendo en el servicio de los pobres» , ya que, al final de cada día, llegábamos a nuestra habitación con la felicidad y la tranquilidad de saber que dimos lo mejor que teníamos, al servicio de las necesidades de esta fuegina porción de tierra.

Estás semanas caminamos, sin duda alguna, cumpliendo el lema de la Congregación «me ha enviado a evangelizar a los pobres». Así fue nuestra experiencia: evangelizando, Dios nos evangelizó. Y comprendimos que el carisma de la Congregación toma fuerza y vigencia cuando palpamos y vemos las tantas necesidades pastorales de cada sector, de cada realidad.

Jesús nos mostró el camino y San Vicente nos lo explicó. Y en nuestro caminar, que recién comienza, con mayor fuerza podemos decir al igual que el profeta: «habla Señor que tú siervo escucha».

Aprendimos, también, a llevar a la oración de cada día, la disponibilidad de nuestros pasos a la voluntad de Dios, para llegar por las tarde y depositar en la patena nuestro agradecimiento y oraciones por todas las bendiciones y aprendizajes que obtuvimos del día.

Nos vamos con gozo y llenos de alegría por saber que en algo pudimos aportar, que nuestra decisión de vida en la Congregación de la Misión no es en vano y llevamos en nuestro corazón los tantos rostros agradecidos por el tiempo y la disposición de ir a un hogar y llevar de lo poco, lo mucho que para ellos fue nuestra visita.

Gracias damos a Dios, que nos bendijo de sobre manera en esta misión.

Estudiantes Maykol Cortés y Danilo Gallardo.

P. Cristian Villalón viaja a Guatemala para participar en Misión de CLAPVI

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Con el objeto de participar en la Misión patrocinada por CLAPVI, que se realizará en Guatemala entre en 3 y el 17 de noviembre, viajó a ese país, en la madrugada el jueves 31 de octubre, el Padre Cristian Villalón.

Esta Misión fue propuesta por la Asamblea General de CLAPVI y ratificada en la reunión sostenida por CLAPVI, en el marco del Encuentro de Visitadores celebrada en Manila. En esa reunión cada Visitador se comprometió a enviar un misionero.

La Misión tendrá lugar en Sayaxché, Departamento de El Petén, en el país centroamericano. Entre el lunes 4 y el miércoles 6, los misioneros tendrán un tiempo de preparación para la misión. Entre los días 7 y 9, se trasladarán a los lugares de la misión y entre los días 10 y 15, se tendrá la misión propiamente tal, la que será flautada oficialmente el domingo 17.

El P. Cristina regresará al país el día 20 de noviembre.

 

P. Fernando Macías visita Comunidad de Punta Arenas

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El Visitador, Padre Fernando Macías, viajó  a Punta Arenas, para reunirse con los tres cohermanos que forman la nueva Comunidad de la Provincia que sirve en tres parroquias misioneras, ubicadas en el confín del mundo, en la Patagonia chilena: la parroquia San Miguel, en la ciudad de Punta  Arenas, donde estamos trabajando desde hace siete años y la extensión misionera de la comunidad, que se ha asumido en este último tiempo, en la isla Tierra del Fuego, las parroquias de Porvenir, San Francisco de Sales y la parroquia en de Cerro Sombrero, San Alberto Hurtado.

Los tres cohermanos, Padres Victor Rodríguez, Pablo Vargas y Alejandro Fabres, recibieron en pleno al Visitador, en el aeropuerto de Punta Arenas, el día jueves 17 de mayo. Esa tarde compartieron en comunidad y comenzaron las entrevistas personales con cada uno, para ver su caminar en la misión.

El día viernes 17, estuvo dedicado a una reunión comunitaria, para ver los varios servicios misioneros, que no sólo se reduce  a las tres parroquias, sino también a otros servicios, tales como atender zonas despobladas y pequeños caseríos fuera de la ciudad, servicios diocesanos , atención a las Hijas de la Caridad y a la Familia Vicentina, etc. Una vez concluida la reunión, nos dirigimos a la casa del Sr. Obispo, Monseñor Bernardo Bastres, donde pudimos saludarlo y compartir con él un fraternal almuerzo, con toda la comunidad local. Por la tarde siguieron las entrevistas con los cohermanos y también von el Vicario General de la Diócesis, Padre Freddy Suviabre. El día fue coronado con una fraternal y rica cena de despedida por parte de la comunidad local, preparada por el Padre Alejandro.

El Padre Fernando y regresó a Santiago el día sábado, por la mañana.