En marzo de 1927 llegaba a la Escuela Apostólica San Vicente de Paúl de Alameda 1632, en Santiago, un joven de 19 años, acompañado de otro joven, coterráneo suyo. Ambos eran fruto de una misión dada por el P. Manuel Godoy, insigne misionero y excelente profesor, capacitado para realizar el carisma vicentino completo, es decir, “preparado para toda obra buena”, como San Vicente.
La Escuela Apostólica se iba a cerrar ese año 1927, y se optó -en buena hora- por esperar el nombramiento del nuevo visitador, quien no tardó en llegar. Se salvó la Escuela y varias vocaciones, entre ellas la del P. Abarca.
El abril del mismo año, fue trasladado a la Casa de Formación a Ñuñoa y se nombró al P. Manuel Godoy como Director. El cambio fue muy provechoso para todos, principalmente para estos jóvenes que debieron comenzar con los de primer año.
El entusiasmo y celo vicentino del P. Godoy fue bendecido por el Señor y de ese tiempo –cinco años- salieron siete sacerdotes y un seminarista que el Señor se llevó al cielo, al finalizar el primer año se Seminario Interno. El carisma misionero volvió a florecer, siendo el P. Abarca su incansable promotor y organizador, hasta el final de sus días.
Sus 27 años de sacerdocio los colmó de evangelización entre los campesinos, siempre los más abandonados y escasos de servicio religioso. El tiempo más conveniente para misionar eran los meses de septiembre a mayo; de mayo a septiembre nunca faltaban retiros, novenas, misiones en hospitales, servicio a las Hijas de la Caridad, confesiones en colegios y preparación de fiestas patronales en parroquias alejadas del centro de las ciudades.
Los últimos años de su vida misionera los pasó en la Casa de Graneros. El Señor quiso darle el consuelo de ver realizado un sueño y propósito: dejar en la Provincia que tanto quiso una casa para residencia de los misioneros más cercanos al territorio campesino. En esta casa, con él a la cabeza, se establecieron cuatro sacerdotes de la Misión: dos se ocuparían en misionar y dos a dar clases complementarias de educación general, para alumnos de la Escuela para técnicos agrícolas perteneciente a la parroquia. Así se hizo. Algunos años más tarde, alcanzó a ver los frutos que fueron en progreso creciente. Pero en el año 1964, después de corta enfermedad, lo llevó el Señor a la recompensa eterna de sus fieles servidores.
Había nacido en Patagüilla (Navidad), el 23 de enero de 1908 y era hijo de Don David Abarca y de Sola Gertrudis Pino. El 3 de marzo de 1932 había sido admitido en la Congregación y había sido ordenado sacerdote el 17 de diciembre de 1938. Falleció en Graneros en 1964 y fue sepultado en Santiago.
Renaldino Madrid Durán, C.M.