Visitador participa en videoconferencia «Diálogo con las provincias»

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La cuarta versión de “Diálogo con las Provincias – La Congregación de la Misión en tiempos de COVID-19”, organizado por la Oficina de Comunicaciones de la Curia General de la Congregación, dirigida por el P. Jorge Luis Rodríguez, tuvo lugar este lunes 11 de mayo, cuando en Roma eran las 5 pm en Chile las 11 am.

En la oportunidad, moderó el Encuentro el P. Aarón Gutiérrez, Asistente General, y participaron los Visitadores de la Provincias de San Vicente de Paúl de España, P. José Manuel Villar; de Colombia, P. Diego Luis Vásquez y de Chile, P. Fernando Macías.

Al comienzo, el P. Aarón hizo una introducción, dando algunas pautas de lo que ha significado la Pandemia del Coronavirus en el mundo, sus consecuencias y las lecciones y tareas que nos dejará para el futuro.

Los Visitadores contaron cómo ha afectado esta situación a los cohermanos y a las comunidades. Manifestaron que, al principio veían el Covid 19, como algo lejano, que probablemente no nos iba a afectar. Coincidieron en cuanto, a los beneficios que, colateralmente ha tenido el confinamiento, para la vida de comunidad, de oración y para la propia conversión, pero no desconocieron que se trata de una situación de sufrimiento que a todos nos ha tocado.

También los Visitadores informaron acerca de cómo el virus ha atacado a cohermanos en concreto, siendo el caso de la Provincia San Vicente, el más grave, ya que, durante este tiempo, han fallecido once misioneros y aunque no todos lo hicieron a consecuencia del coronavirus, la mayoría de ellos sí fue víctima de éste. En el caso de Colombia se reportó que tres cohermanos han sido afectados, pero ya están recuperados. Chile no reporta ni contagios, ni muertes entre los misioneros.

Los Visitadores también compartieron acerca de las iniciativas tomadas para ir en ayuda de los pobres, en medio de la contingencia actual. Es así como narraron que, en algún caso, incluso se han visto obligados a abandonar el confinamiento, a fin de ir en auxilio de los más pobres;en otros casos, se ha hecho recolección de alimentos para los que se han empobrecido y también la asistencia espiritual a través de las redes sociales y otros medios digitales.

Finalmente, reflexionaron acerca de los desafíos que vendrán para el futuro, cuando haya pasado esta crisis y se deba enfrentar las consecuencias, por ejemplo, el aumento de las personas en situación de pobreza y también las nuevas necesidades que surjan. Ser indicó además que habrá que implementar nuevas formas de misión y pastoral en general, ya que como muchos dicen, «nada volverá a ser como antes».

 

 

 

Las vicentinas de Santa Marta: la delicadeza del Papa por sus «hijas»

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Desde que fue elegido Pontífice, Jorge Mario Bergoglio ha celebrado su cumpleaños, el 17 de diciembre, con los niños del Dispensario Pediátrico de Santa Marta, en el aula Pablo VI, acompañado de la responsable, la Hermana Antonietta, de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl. Es la congregación religiosa que el Papa Pío XI, el 8 de mayo de 1922, llamó para administrar este organismo que brinda asistencia gratuita a los niños que no poseen la tarjeta del Servicio Nacional de Salud y a sus madres. Y en 1996, San Juan Pablo II, después de completar la construcción de la Casa Santa Marta, también confió a las hijas de la caridad la tarea de servir a los sacerdotes de la Secretaría de Estado que permanecen en este edificio, con los obispos y cardenales que pasan por el Vaticano. Entre ellos, también el cardenal Bergoglio, quien como Papa eligió la Domus Sanctae Marthae como su residencia.

Durante cuatro años, la Hermana Stefania ha estado preparando la Misa del Papa.

Hoy, al recordar a la fundadora, Santa Luisa de Marillac, protectora de quienes trabajan en obras sociales, el Papa Francisco pidió orar «por las Hermanas Vicentinas que han dirigido este dispensario, durante casi 100 años y trabajan aquí, en Santa Marta para este hospital «. E invocó la bendición del Señor sobre ellas.

Durante cuatro años, la hermana superiora de la pequeña comunidad de cuatro religiosas ha sido la hermana Stefania Monti, de origen toscano, quien desde 2004 a 2016 sirvió en la Caritas de Rimini, donde manejaba la cantina y ayudaba a los ancianos. Hoy se encarga de preparar todo para la celebración de la misa de la mañana en la capilla de la casa. Le pedimos que nos cuente sobre sus emociones esta mañana después de la oración del Papa.

R.- Es motivo de alegría y gratitud por el servicio que hacemos, de acogida a los sacerdotes que trabajan en la Secretaría de Estado, a los obispos y cardenales que están de paso. Un servicio también hecho de preocupación porque estos sacerdotes también a veces se enferman, por lo que necesitan que vayamos a la farmacia para traerles medicamentos o visitarlos en el hospital. Además de este servicio a los sacerdotes, tenemos el servicio a familias y niños que acogemos aquí en el dispensario. Tal vez sea un servicio más visible: tratamos de acoger a estos niños, para promover su salud lo más posible, a través de la atención de su persona y, sobre todo, teniendo en cuenta la dignidad de la persona. Buscamos también de ayudarles en su formación y con momentos de oración entre ellos o con los voluntarios.

Justo ayer, 8 de mayo, Uds. celebraron 98 años de tu dispensario en el Vaticano. ¿Qué significa para usted ayudar a los niños pobres y migrantes y a sus madres cerca de la casa del sucesor de Pedro?

R.- Es algo muy agradable, dar la oportunidad también a estas familias que están lejos de sus países de hacer que estos niños crezcan bien y darles la oportunidad, como otros niños aquí en Roma, de acceder a los diversos servicios de salud.

Durante este período de pandemia, ¿permaneció abierto el dispensario?

R. – No, pero ahora la hermana Antonietta (Colacchi, responsable del dispensario pediátrico), junto con su equipo y también el médico que la ayuda, están organizando cómo hacerlo porque deben desinfectar todos los entornos y deben tener todo el equipo necesario para para dar la bienvenida a estas familias. Todavía no hay una fecha determinada, pero se cree que podrá reabrir después de mediados de mayo.

Sin embargo, las Hijas de la Caridad han estado en el Vaticano durante mucho tiempo, exactamente desde 1884, llamadas por León XIII. ¿Puedes contarnos cómo sucedió?

R.- Había una gran pestilencia, como hoy en día, con esta pandemia. León XIII le pidió a nuestra madre general en París si podían venir las Hermanas a darle una mano. Creo que fueron pocas, 3 o 4.

Cuando se construyó la Casa Santa Marta, San Juan Pablo II lo llamó para servir en esta casa, que el Papa Francisco también eligió para sí mismo. Este es un servicio diferente al de los más pobres de los enfermos. ¿Cómo se relaciona con el carisma de su fundadora?

R.- Es diferente pero siempre es una presencia de caridad. Porque cada uno de nosotros siente la necesidad de una mirada, una atención, un saludo. Es una caridad noble, más allá de un servicio manual, concreto. El Papa Francisco siempre habla de una atención hecha de miradas, de dar el saludo primero …

La oración y la caridad son los pilares de tu Regla. ¿Pueden también rezar con quién asistes, los niños, sus madres y también los invitados de Casa Santa Marta?

R. – Sor Antonietta varias veces al año organiza reuniones tanto para madres con hijos como para voluntarias, oraciones y también capacitación con voluntarias. Estamos aquí en Casa Santa Marta, con los sacerdotes, el primer jueves del mes, a las 9 de la noche, hacemos la adoración con todos los sacerdotes residentes. Es un momento fuerte y comunitario. Luego, durante nuestras fiestas vicentinas, algunos participan en nuestras celebraciones. Por ejemplo, cuando renovamos los votos el 25 de marzo, siempre hay sacerdotes presentes, como el 27 de septiembre para la fiesta de San Vicente, y también está el personal. Es un hermoso momento comunitario. No hay separación entre la caridad y la oración, porque siempre me lo digo a mí y a las hermanas, y también cuando tengo motivos para encontrarme con alguien del personal o de los sacerdotes, la oración de la mañana da significado a los pequeños gestos del día.

Y también es un servicio el que Uds. hacen, preparando la Misa del Papa en la capilla de la Casa Santa Marta …

R.- Hay una hermana a cargo de pequeños servicios dentro del departamento donde vive el Papa Francisco. Mientras que para la misa, yo estoy a cargo de de que todo esté listo, ordenado, preciso y no sólo para la celebración del Papa Francisco, sino también en las capillas donde celebran los monseñores residentes.

Es una gracia estar con el Papa todas las mañanas …

R. – Sí, de verdad. Hay mucha alegría Y esta alegría nace, surge del hecho no sólo de encontrarlo. Cuando (el Papa) viene para la celebración de la mañana, es él primero quien viene a recibirte y a ofrecerte la mano para saludarte: las primeras veces que me quedé y en su lugar caminé para recibir este saludo, este apretón de manos, este deseo de un buen día, buen trabajo. Yo venía de una realidad muy diferente, de una Caritas diocesana, en Rimini, y por lo tanto de un trabajo completamente diferente, pero el compromiso y el amor, créame, que puse en esos muchos años que estaba allí con los pobres, es el mismo fervor, el mismo amor que pongo aquí al servicio de Santa Marta.

¿Un episodio que recuerdes en estos cuatro años de servicio?

R.- Para nuestras celebraciones comunitarias, y también para algún cumpleaños, el Papa llega por la mañana, para la celebración de la misa, con un bolso, de papel blanco, y nos dice: “Esto es para ti , para celebrar… «Y esta es la delicadeza, la preocupación también por estas» hijas «. Es una cosa verdaderamente bella, que la primera vez me sorprendió, pero luego, entendí la grandeza de alma de esta persona.

Entrevista hecha por Alessandro Di Bussolo
Vatican News – Radio Vaticana


	

Santa Luisa de Marillac, una santidad en medio de las crisis

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Casi en la totalidad de la vida de Santa Luisa de Marillac, desde el día de su nacimiento el 12 de agosto de 1591, se enfrentaba a un mundo, lleno de crisis desde todo punto de vista. Nacía en una Francia, que sobrevivía a 30 años de guerras religiosas y a los manejos de Catalina de Médicis que había enfrentado a católicos y protestantes. Algunos biógrafos llegan a decir que nació en el suelo donde estaba sometida Francia. Hasta 1650, la geografía de Francia se ve cubierta por el mal que esparce el terror. La peste bubónica o pulmonar, avanza con rapidez devastadora. Inmediatamente aparece una epidemia grave, se provoca el pánico y la desesperanza por la muerte de la tercera, cuarta o mitad de la población de una región o provincia. Además de la carestía, la guerra, el hambre, crisis económica y social, la nobleza versus los campesinos, los niños expósitos, los enfermos, los ancianos, la pobreza de su propia vida también era una alarma de crisis que había que lidiar y afrontar.

Toda su vida, después de su paso por Poissy, hasta la experiencia de su mala salud para la entrada en la vida capuchina, como también su experiencia matrimonial con el Señor Legras, su viudez, la mortificación con su hijo Miguel, además de la búsqueda de la Voluntad de Dios, que siempre se iba mostrando con la sabia ayuda de sus directores espirituales y su temor de Dios, expresado en sus miedos, soledades, fatigas, angustias, escrúpulos, incomprensiones. También con las nacientes cofradías de la Caridad que iban concretando a través del paso por las parroquias, además de educar a niños y jóvenes en las pequeñas escuelas, ayudando a las Damas de la Caridad a realizar sabiamente la atención al pobre, como también dirigiendo y educando a la Compañía de las Hijas de la Caridad y a las nuevas hermanas,   su servicio en los hospitales, dispensarios y su atención a los más pobres, sus esfuerzos por lograr la verdadera unión con Dios perfectamente.

Con Santa Luisa, al conmemorar 100 años desde su Beatificación en 1920, y celebrando su memoria litúrgica, recordamos con su figura de santidad, a una Mujer y Madre que se ha transformado en una santa que ha sabido vivir su servicio, entrega y vocación en un contexto de crisis durante toda su vida, con las herramientas de la sencillez, humildad, caridad como también de su delicada conciencia de que tenía que realizar permanentemente en su vida, un gran Ephattá.

Abrirse a las mociones del Espíritu, una Luz, que sólo supo dilucidar sus dudas y llenarla de la convicción de que la Caridad de Cristo nos urge y que, para ello, había que ser Audaz para tener un nuevo impulso misionero en la Compañía. Hoy en contexto de crisis por la pandemia del Coronavirus, es menester, mirar la santidad de Santa Luisa como una santa que se forjó a la luz de las dificultades, miedos, vacíos, soledades, enfermedades, CRISIS, en definitiva, pero nunca dejando de lado, una gran esperanza, fe y un amor que la mantuvo firme en su vocación.

Como nos recordará uno de los textos de una de las hermanas de la Compañía, Sor Elizabeth Charpy, en su libro, Contra viento y marea, expresa con notoriedad la experiencia de Santa Luisa de Marillac. Su gran deseo era ser fiel al designio de Dios sobre ella. Pero ¿Cómo llegar a realizar ese proyecto de Dios, como ser fiel a su voluntad, si numerosos obstáculos le cerraban el camino y amenazaban con hundir su frágil embarcación? En octubre de 1655, escribiría al Señor Vicente:

“Tengo gran necesidad de aprender a prepararme para ello (a salir de este mundo), y es lo que espero de su Caridad para no naufragar antes de llegar a puerto, meta de mi navegación”

Estas preguntas se hacen hoy más pertinentes que nunca para hacer frente a una de las CRISIS más grandes que haya vivido la humanidad, y que nos  ha llevado a naufragar en muchos aspectos, especialmente en nuestra organización, estructura y formas de vida. Este Coronavirus ha hecho que literalmente naufraguemos en nuestra vida terrena y espiritual, como si fuera un gran viento y marea.

Santa Luisa, nos diría, que es posible hoy, construir ese paraíso para los pobres, a pesar de que nuestro servicio se vea debilitado por distintas formas nuevas que nos han aconsejado para hacer llegar nuestra caridad a aquellos que su vida es totalmente una crisis. La necesidad de vivir en la comunidad, con nuestra oración en común, con nuestra vivencia personal de esta crisis de la pandemia, como también los espacios que encuentro de tranquilidad o de silencio, tienen que ayudar a seguir forjando lo que Santa Luisa nos ha enseñado como testimonio.

Se suele decir que las crisis sacan lo mejor y lo peor de la persona humana, por tanto, es un tiempo también de examinar y saber que es lo que estoy haciendo, donde estoy cimentado o ubicado, donde están nuestros sentimientos, nuestras emociones, nuestros sueños y anhelos, como también nuestros miedos y errores. La pandemia nos da una oportunidad para poder cambiar de actitud, de renovar nuestra fidelidad servicial y para sostener a otros que van a necesitar que yo esté en pie. Santa Luisa, no solamente vivió la crisis, la aceptó, le puso nombre a sus preocupaciones, sino que también se dejó acompañar para afrontar estos desafíos, que parecen ser hoy, muchos más que ayer.

Santa Luisa de Marillac, escribe una carta que nos sugiere medios para vivir la crisis y que hoy pueden ser un buen acto de oración y reflexión: A Sor Cecilia Angiboust en el año 1651, carta 392.

“Las abrazo a todas afectuosamente y las suplico que dirijan con frecuencia la mirada a la eternidad para que la esperanza de las rosas les consuele de las espinas. Es necesario trabajar por adquirir la igualdad de ánimo y la paz interior en todas las circunstancias que puedan presentarse, lo que parece en extremo difícil; pero podemos servirnos de dos o tres medios para lograrlo, que nos serán de gran ayuda: es, mis queridas Hermanas, el habituarnos a recibir los motivos de descontento como venidos de la mano de Dios, que es nuestro Padre y que sabe lo que nos conviene. El otro medio es pensar que la tristeza que pueda embargarnos no durará siempre; que apenas hayan transcurrido algunas horas, el sentimiento que nos domine será distinto del actual. Y el tercer medio para conservar la paz en medio de nuestras pequeñas turbaciones, es pensar que Dios ve nuestro estado, que, si amamos ese estado por amor de Él y para cumplir su Santísima Voluntad, lo que en el momento presente nos causa mucha pena, se convertirá un día en gran consuelo. Y esto es completa verdad. No pensemos, pues, sino en hacer el bien para agradar a Dios; la carencia de ayuda exterior por parte de las criaturas nos servirá para avanzar en la perfección del santo amor; porque ¿saben ustedes, queridas Hermanas, lo que hace Nuestro Señor cuando un alma está abandonada y desprovista de todo consuelo y ayuda de las criaturas, y es al mismo tiempo lo bastante feliz y animosa para hacer de esa situación el uso que acabo de decir?

Por tanto, hoy al recordar a Santa Luisa de Marillac, lo hacemos en un contexto especial, y como no podemos estar desafectados de la realidad que nos interpela, hoy su vida de santidad es un tesoro inspirador en nuestra vocación y en nuestra entrega en la Compañía como también en la Familia Vicentina. Santa Luisa nos impulsa a renovar todos nuestros espacios, a ser creativos en nuevas formas audaces de poder acompañar a nuestros enfermos y ancianos, como también de nuestros niños y jóvenes. El mejor regalo para celebrar esta Solemnidad, es mirar su ejemplo de verdadera y excelsa humanidad, de una santidad que se contruye, que se va forjando, una santidad que sabe de los verdaderos sinsabores de la vida, pero que nunca abandona el barco en medio de la tempestad y el naufragio, sino que sabiamente permanece estando atento a lo que el Señor nos vaya proponiendo como la mejor manera de ser agradables a Dios. Esta santidad encarnada en los dolores del mundo y de los pobres, es la Santidad de Santa Luisa de Marillac.

La mejor oportunidad hoy brota, a nuestros ojos, para reconfigurar nuestra identidad y nuestra manera de humanizar nuestras relaciones vocacionales, comunitarias, cristianas entre todo el mundo. Esto permite que la salud vuelva a ser lo que un día fue, un talante humanitario de una joven Luisa que empezó como sierva de los pobres enfermos, Hija de la Caridad, asumiendo el gobierno, la enseñanza y la entrega testimonial para que sus hermanas pudieran ser lo que hoy se les exige: sentirse HIJAS de un amor tan grande que renueva todos nuestros interiores. Gracias Santa Luisa de Marillac, por renovar la vida consagrada desde la audacia de la misión cumplida, contra viento y marea, aunque hoy el coronavirus haya frenado algo de la incensante caridad, santa y urgente.

Casi en la totalidad de la vida de Santa Luisa de Marillac, desde el día de su nacimiento el 12 de agosto de 1591, se enfrentaba a un mundo, lleno de crisis desde todo punto de vista. Nacía en una Francia, que sobrevivía a 30 años de guerras religiosas y a los manejos de Catalina de Médicis que había enfrentado a católicos y protestantes. Algunos biógrafos llegan a decir que nació en el suelo donde estaba sometida Francia. Hasta 1650, la geografía de Francia se ve cubierta por el mal que esparce el terror. La peste bubónica o pulmonar, avanza con rapidez devastadora. Inmediatamente aparece una epidemia grave, se provoca el pánico y la desesperanza por la muerte de la tercera, cuarta o mitad de la población de una región o provincia. Además de la carestía, la guerra, el hambre, crisis económica y social, la nobleza versus los campesinos, los niños expósitos, los enfermos, los ancianos, la pobreza de su propia vida también era una alarma de crisis que había que lidiar y afrontar.

Toda su vida, después de su paso por Poissy, hasta la experiencia de su mala salud para la entrada en la vida capuchina, como también su experiencia matrimonial con el Señor Legras, su viudez, la mortificación con su hijo Miguel, además de la búsqueda de la Voluntad de Dios, que siempre se iba mostrando con la sabia ayuda de sus directores espirituales y su temor de Dios, expresado en sus miedos, soledades, fatigas, angustias, escrúpulos, incomprensiones. También con las nacientes cofradías de la Caridad que iban concretando a través del paso por las parroquias, además de educar a niños y jóvenes en las pequeñas escuelas, ayudando a las Damas de la Caridad a realizar sabiamente la atención al pobre, como también dirigiendo y educando a la Compañía de las Hijas de la Caridad y a las nuevas hermanas,   su servicio en los hospitales, dispensarios y su atención a los más pobres, sus esfuerzos por lograr la verdadera unión con Dios perfectamente.

Con Santa Luisa, al conmemorar 100 años desde su Beatificación en 1920, y celebrando su memoria litúrgica, recordamos con su figura de santidad, a una Mujer y Madre que se ha transformado en una santa que ha sabido vivir su servicio, entrega y vocación en un contexto de crisis durante toda su vida, con las herramientas de la sencillez, humildad, caridad como también de su delicada conciencia de que tenía que realizar permanentemente en su vida, un gran Ephattá.

Abrirse a las mociones del Espíritu, una Luz, que sólo supo dilucidar sus dudas y llenarla de la convicción de que la Caridad de Cristo nos urge y que, para ello, había que ser Audaz para tener un nuevo impulso misionero en la Compañía. Hoy en contexto de crisis por la pandemia del Coronavirus, es menester, mirar la santidad de Santa Luisa como una santa que se forjó a la luz de las dificultades, miedos, vacíos, soledades, enfermedades, CRISIS, en definitiva, pero nunca dejando de lado, una gran esperanza, fe y un amor que la mantuvo firme en su vocación.

Como nos recordará uno de los textos de una de las hermanas de la Compañía, Sor Elizabeth Charpy, en su libro, Contra viento y marea, expresa con notoriedad la experiencia de Santa Luisa de Marillac. Su gran deseo era ser fiel al designio de Dios sobre ella. Pero ¿Cómo llegar a realizar ese proyecto de Dios, como ser fiel a su voluntad, si numerosos obstáculos le cerraban el camino y amenazaban con hundir su frágil embarcación? En octubre de 1655, escribiría al Señor Vicente:

“Tengo gran necesidad de aprender a prepararme para ello (a salir de este mundo), y es lo que espero de su Caridad para no naufragar antes de llegar a puerto, meta de mi navegación”

Estas preguntas se hacen hoy más pertinentes que nunca para hacer frente a una de las CRISIS más grandes que haya vivido la humanidad, y que nos  ha llevado a naufragar en muchos aspectos, especialmente en nuestra organización, estructura y formas de vida. Este Coronavirus ha hecho que literalmente naufraguemos en nuestra vida terrena y espiritual, como si fuera un gran viento y marea.

Santa Luisa, nos diría, que es posible hoy, construir ese paraíso para los pobres, a pesar de que nuestro servicio se vea debilitado por distintas formas nuevas que nos han aconsejado para hacer llegar nuestra caridad a aquellos que su vida es totalmente una crisis. La necesidad de vivir en la comunidad, con nuestra oración en común, con nuestra vivencia personal de esta crisis de la pandemia, como también los espacios que encuentro de tranquilidad o de silencio, tienen que ayudar a seguir forjando lo que Santa Luisa nos ha enseñado como testimonio.

Se suele decir que las crisis sacan lo mejor y lo peor de la persona humana, por tanto, es un tiempo también de examinar y saber que es lo que estoy haciendo, donde estoy cimentado o ubicado, donde están nuestros sentimientos, nuestras emociones, nuestros sueños y anhelos, como también nuestros miedos y errores. La pandemia nos da una oportunidad para poder cambiar de actitud, de renovar nuestra fidelidad servicial y para sostener a otros que van a necesitar que yo esté en pie. Santa Luisa, no solamente vivió la crisis, la aceptó, le puso nombre a sus preocupaciones, sino que también se dejó acompañar para afrontar estos desafíos, que parecen ser hoy, muchos más que ayer.

Santa Luisa de Marillac, escribe una carta que nos sugiere medios para vivir la crisis y que hoy pueden ser un buen acto de oración y reflexión: A Sor Cecilia Angiboust en el año 1651, carta 392.

“Las abrazo a todas afectuosamente y las suplico que dirijan con frecuencia la mirada a la eternidad para que la esperanza de las rosas les consuele de las espinas. Es necesario trabajar por adquirir la igualdad de ánimo y la paz interior en todas las circunstancias que puedan presentarse, lo que parece en extremo difícil; pero podemos servirnos de dos o tres medios para lograrlo, que nos serán de gran ayuda: es, mis queridas Hermanas, el habituarnos a recibir los motivos de descontento como venidos de la mano de Dios, que es nuestro Padre y que sabe lo que nos conviene. El otro medio es pensar que la tristeza que pueda embargarnos no durará siempre; que apenas hayan transcurrido algunas horas, el sentimiento que nos domine será distinto del actual. Y el tercer medio para conservar la paz en medio de nuestras pequeñas turbaciones, es pensar que Dios ve nuestro estado, que, si amamos ese estado por amor de Él y para cumplir su Santísima Voluntad, lo que en el momento presente nos causa mucha pena, se convertirá un día en gran consuelo. Y esto es completa verdad. No pensemos, pues, sino en hacer el bien para agradar a Dios; la carencia de ayuda exterior por parte de las criaturas nos servirá para avanzar en la perfección del santo amor; porque ¿saben ustedes, queridas Hermanas, lo que hace Nuestro Señor cuando un alma está abandonada y desprovista de todo consuelo y ayuda de las criaturas, y es al mismo tiempo lo bastante feliz y animosa para hacer de esa situación el uso que acabo de decir?

Por tanto, hoy al recordar a Santa Luisa de Marillac, lo hacemos en un contexto especial, y como no podemos estar desafectados de la realidad que nos interpela, hoy su vida de santidad es un tesoro inspirador en nuestra vocación y en nuestra entrega en la Compañía como también en la Familia Vicentina. Santa Luisa nos impulsa a renovar todos nuestros espacios, a ser creativos en nuevas formas audaces de poder acompañar a nuestros enfermos y ancianos, como también de nuestros niños y jóvenes. El mejor regalo para celebrar esta Solemnidad, es mirar su ejemplo de verdadera y excelsa humanidad, de una santidad que se contruye, que se va forjando, una santidad que sabe de los verdaderos sinsabores de la vida, pero que nunca abandona el barco en medio de la tempestad y el naufragio, sino que sabiamente permanece estando atento a lo que el Señor nos vaya proponiendo como la mejor manera de ser agradables a Dios. Esta santidad encarnada en los dolores del mundo y de los pobres, es la Santidad de Santa Luisa de Marillac.

La mejor oportunidad hoy brota, a nuestros ojos, para reconfigurar nuestra identidad y nuestra manera de humanizar nuestras relaciones vocacionales, comunitarias, cristianas entre todo el mundo. Esto permite que la salud vuelva a ser lo que un día fue, un talante humanitario de una joven Luisa que empezó como sierva de los pobres enfermos, Hija de la Caridad, asumiendo el gobierno, la enseñanza y la entrega testimonial para que sus hermanas pudieran ser lo que hoy se les exige: sentirse HIJAS de un amor tan grande que renueva todos nuestros interiores. Gracias Santa Luisa de Marillac, por renovar la vida consagrada desde la audacia de la misión cumplida, contra viento y marea, aunque hoy el coronavirus haya frenado algo de la incensante caridad, santa y urgente.

P. Álvaro Tamblay, C.M.

El Papa ora por las Hijas de la Caridad, en la Fiesta de Santa Luisa de Marillac

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Como cada mañana, este sábado 9 de mayo, el Francisco presidió la misa en la Capilla de la Casa Santa Marta, en el Vaticano. En la introducción, señaló que se estaba celebrando la fiesta de Santa Luisa de Marillac, e invitó a orar por las Hijas de la Caridad que ayudan al Papa en esa casa y dirigen el dispensario pediátrico que hay en el Vaticano, y a quienes viven en la Casa Santa Marta.

 

Hoy es la conmemoración de Santa Luisa de Marillac: recemos por las hermanas vicentinas que llevan adelante este dispensario, este hospital desde hace casi 100 años y trabajan aquí, en Santa Marta, para este hospital. Que el Señor bendiga a las hermanas.

Durante la misa de hoy, había una pintura de Santa Luisa en el presbiterio de la Capilla.

Carta del Coordinador de Pastoral Vocacional

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Con motivo del Domingo del Buen Pastor, el Coordinador del Equipo Vocacional de la Provincia, P. Cristopher Groff, ha enviado a todos los misioneros la siguiente carta:

 

3 de mayo de 2020
DOMINGO DEL BUEN PASTOR

 

“Aumenta sus planteles”

Queridos hermanos:

Les saludo cordialmente, y deseando se encuentren bien en cada una de sus obras, dentro la normalidad que la pandemia nos permite.

Hemos sido testigos de los cambios que ha generado en las relaciones humanas el coronavirus, por lo que debemos aprovechar esta oportunidad para conocer y profundizar en las redes sociales, una herramienta muy utilizada por las nuevas generaciones.

Insistiendo en las cartas anteriores, la pastoral vocacional es tarea de todos, no solo de un equipo. Nuestro testimonio será finalmente quien atraiga a otros a seguir este camino al cual pertenecemos.

Con el domingo del Buen Pastor, quisiera que juntos iniciemos durante este mes vocacional, una serie de actividades que todos desde sus obras pueden realizar.

  1. Iniciemos este mes vocacional con nuestras Misas dominicales, que este domingo 3 de mayo podamos en nuestras homilías hacer mención a este mes de especial oración, así juntos como Provincia damos inicio al mes vocacional.
  2. La oración es fundamental, unámonos durante los jueves 7,14,21,28, (de mayo) ante Jesús sacramentado, para que todos en comunión roguemos a Dios que envíe vocaciones para nuestra provincia. Sé que algunas obras ya lo están haciendo, unámonos todos. Horario sugerido 19.30, ruego que este momento de oración sea transmitido por alguna red social, vía Facebook o YouTube, entre todos compartamos los links.
  3. Videos cortos vocacionales, invito a quienes puedan y deseen, compartir un video de no mas de 3 minutos, sobre algún mensaje vocacional.
  4. Estaré atento a sugerencias para ir desarrollando durante este mes.

En Cristo y en San Vicente,

Cristopher Groff Miranda, C.M.

 

Primera reunión virtual de la Provincia

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Adaptándonos a los tiempos que corren, esta noche de 1 de mayo, los misioneros de la Provincia de Chile tuvimos nuestra primera reunión virtual como Provincia. Respondiendo a la invitación que nos hiciera el Visitador, P. Fernando Macías, esta noche, a las 20.30 horas, todos nos conectamos, por comunidades y mediante la plataforma ZOOM, para saludarnos y compartir nuestras experiencias, en estos tiempos de Pandemia.

Desde Copiapó a Tierra del Fuego, cada una de las comunidades y personas, fueron uniéndose a esta reunión, con alegría y gran espíritu comunitario y provincial. Unos tuvieron más dificultades que otros para poder conectarse, pero todos hicieron el esfuerzo y la reunión fue un éxito.

Cada comunidad entregó su testimonio de lo que ha sido su experiencia comunitaria y pastoral. Se expresó las dificultades, los temores, las esperanzas, las alegrías y todos los ingredientes que han sido parte de esta vivencia nueva. Pudimos alegrarnos, en primer lugar, de que todos los nuestros están bien y de que cada comunidad está acompañando a los fieles con misas y otros actos, transmitidos  vía streaming o por radio y de que los que no están sometidos a cuarentena total, han podido prestar otros servicios, a pesar de todas las limitaciones, que la situación impone. También se compartió las preocupaciones y temores y cómo se está resolviendo los problemas prácticos y a veces económicos, que nos afligen, como le sucede a tanta gente.

Ante el éxito que esta primera reunión tuvo, se acordó tener otra reunión similar, aprovechando el próximo feriado, es decir, el próximo 21 de mayo.

Carta del Superior General con motivo del Día del Buen Pastor

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El superior General de P. Tomaž Mavrič, ha enviado la siguiente carta dirigida a todos los miembros de la Congregación, con motivo del próximo Domingo del Buen Pastor, Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones:

 

Roma, 27 de abril de 2020

 

Domingo del Buen Pastor
Día Mundial de las Vocaciones 2020

Queridos cohermanos,
¡La gracia y la paz de Jesús estén siempre con nosotros!

Cada año en el Cuarto Domingo de Pascua, también llamado Domingo del Buen Pastor, celebramos el Día Mundial de las Vocaciones. En la carta de este año para el Día Mundial de las Vocaciones 2020, el Papa Francisco reflexiona sobre cuatro palabras: gratitud, estímulo, fatiga, y alabanza.

Como recientemente celebramos Cuaresma, Semana Santa, y Pascua de forma muy diferente a causa de las condiciones extraordinarias que estamos experimentando en el mundo, relacionadas con el COVID-19 coronavirus, tal será también el caso para el Día Mundial de las Vocaciones 2020. A la luz de la carta del Papa Francisco para el Día Mundial de las Vocaciones, debemos reflexionar, actuar, y vivir la situación en la que el mundo de hoy nos coloca. Así, sus palabras se convierten en un faro para responder a las presentes circunstancias, así como para prepararnos a afrontar el tiempo y la realidad después del COVID-19 coronavirus, teniendo especialmente en la mente la promoción vocacional.

Pasemos de los pensamientos de desánimo y fatiga a los de gratitud y alabanza. Es la gratitud de ser llamado por el Maestro de Nazaret para encontrar plenitud en la vida, para ser mirado por Jesús, para experimentar un encuentro ojo-a-ojo con el Amor de mi vida. Como el Papa Francisco escribe en su mensaje, “Toda vocación nace de esa mirada de amor.” Él continúa para afirmar, “Jesús danos el entusiasmo que necesitamos para vivir nuestra vocación con alegría y fervor.”

Desde el 19 de noviembre hasta el 1 de diciembre de 2018, unos 75 cohermanos de cada provincia, vice-provincia, región y misión internacional participaron en el Primer Encuentro Internacional de Ministros de Promoción Vocacional. Se reunieron en el Centro Internacional de Formación (CIF) en la Casa Madre de la Congregación de la Misión en París y compartieron la alegría de la vocación misionera vicenciana.

En el Documento final de aquel encuentro, los cohermanos expresaron una opción clara por una “Cultura Renovada de las Vocaciones,” cuya opción cuando se experimenta y se vive desde el Evangelio, revitaliza nuestra pasión para seguir a Jesucristo, evangelizador de los Pobres (un seguimiento de Cristo en cada aspecto de nuestras vidas). De esta forma, podemos desarrollar una actitud, una sensibilidad, y una pedagogía que nos ayudará a poner en marcha un estilo de vida que favorezca el establecimiento de una cultura de las vocaciones en cada una de nuestras comunidades locales y eso, al mismo tiempo, nos permitirá cultivar una Espiritualidad Vicenciana del ser llamado. El celo, el fuego, la convicción, y el compromiso expresados en el Documento Final por los cohermanos oficialmente responsables para la promoción vocacional deben estar continuamente alimentados en cada provincia, vice-provincia, región, y misión internacional y en los corazones, las mentes y las obras de cada cohermano de la Pequeña Compañía.

Desde la mirada de Jesús, que nos da el entusiasmo que necesitaos para vivir nuestra vocación con alegría y fervor, sigue la consecuencia lógica de que cada uno de nosotros hará todo lo que está en su capacidad para ayudar a esos jóvenes a quienes Jesús está llamando a la vida consagrada, a nuestra Pequeña Compañía concretamente, para responder positivamente a su llamada. Si cada uno de nosotros, por la misericordia de Jesús, invita incluso a un joven a entrar en la Congregación, acompañándole con la oración y el ejemplo personal, y apoyándole directa o indirectamente a lo largo de las distintas etapas de formación, nuestra Pequeña Compañía crecerá en santidad y en miembros. Esto es posible, porque para Jesús nada hay imposible.

En medio de la pandemia COVID-19 estamos experimentando la gratitud porque nuestra llamada personal fluye en alabanzas y da lugar a nuevas iniciativas, decisiones, y caminos que cultivarán la cultura de las vocaciones y, como parte de ella, la promoción vocacional. La presente limitación de encuentros personales con las gentes está estimulando nuevas ideas y actitudes que nos mantienen en contacto con los jóvenes a través de la oración personal y comunitaria por las nuevas vocaciones; organizando encuentros de oración, discernimiento vocacional y retiros on-line; participando en la Eucaristía y Adoración del Santísimo Sacramento a través de streaming; compartiendo materiales de formación con la juventud, etc. Es una fuente profunda de alegría ver la inventiva, el celo, el fuego, y la convicción de tantos cohermanos en este campo de la promoción vocacional, que es una de las prioridades claras de la Congregación.

¡Me gustaría agradecer profundamente a todos los cohermanos directamente responsables de la promoción vocacional en cada provincia, vice-provincia, región, y misión internacional, juntamente con el equipo de colaboradores entre los sacerdotes, hermanos, y seminaristas, así como entre los laicos, por todo su maravilloso servicio y testimonio! También me gustaría agradecer profundamente a todos los Visitadores, Superiores Regionales, y Superiores de las Misiones Internacionales por su gran apoyo personal a todos nuestros cohermanos, así como el estímulo para participar activamente, de cualquier forma posible, en esta llamada común.

Si, por cualquier razón, una provincia, vice-provincia, región, o misión internacional no tiene todavía un cohermano responsable principalmente de la promoción vocacional, apoyado por un equipo de colaboradores con un plan anual que ayude a dar pasos regulares y concretos en esta dirección, quisiera animarles, en este preciso momento, a pedir a un cohermano hacer de este servicio su principal ministerio, con frecuencia además de otros servicios que tiene.

Las palabras conclusivas del Documento Final del Primer Encuentro Internacional de Ministros de la Promoción Vocacional en la Casa Madre de París, en 2018, dice lo siguiente:“Estamos convencidos que la cultura de las vocaciones representa el sueño y la misión de nuestro Fundador, porque sabemos que se multiplicarán los trabajadores, atraídos por el perfume de tal caridad” (CCD III, 258; carta 1002 a Étienne Blatiron, Superior en Génova, 13 diciembre 1647).

Me gustaría concluir esta carta citando el final del mensaje del Papa Francisco para el Día Mundial de las Vocaciones 2020:

Queridos amigos, particularmente en esta Jornada, como también en la acción

pastoral ordinaria de nuestras comunidades, deseo que la Iglesia continúe promoviendo las vocaciones. Que toque el corazón de los fieles, para que cada uno pueda descubrir con gratitud la llamada de Dios en su vida, encontrar la valentía de decirle “sí” a Dios, vencer la fatiga con la fe en Cristo y, hacer de sus propias vidas como un cántico de alabanza a Dios, a los hermanos y hermanas, y al mundo entero. Que la Virgen María nos acompañe e interceda por nosotros.

 

Su hermano en San Vicente,

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Tomaž Mavrič, CM
Superior General

 

 

 

200 años de la Congregación de la Misión en Brasil

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Los cohermanos del Brasil están celebrando, este año, el segundo centenario de la presencia de la Congregación en ese gran país. Como una forma de adherirnos a tan importante jubileo y para conocer algo más de la historia de nuestra Congregación y en particular de la acción vicentina en esa nación, hemos pedido al estudiante de teología Cleber Teodosio, que escribiera los principales de esa historia de misión, formación y compromiso con los pobres. He aquí en texto que gentilmente nos envió:

  1. La Misión Vicentina llega a las Indias Occidentales (Américas)

 Vicente de Paúl (1581–1660) fundó la Congregación de la Misión en Paris (Francia) ,en 1625 (HERRERA, 1949). Aun en vida (1640), deseó enviar sus misioneros para Pernambuco de las Indias, como era llamado Brasil, en ese tiempo, en Europa (COSTE, SVP, II, 468). “También en 1743, el Obispo Botelho de Matos solicitó Lazaristas para su diócesis en Bahía” (SANTOS, 2020, p. 151). En 1807, con la comitiva del Príncipe Regente de Portugal, Don Joan VI, venida al Brasil, huyendo de la amenaza de Napoleón Bonaparte, también vinieron al país, tres padres Lazaristas: P. Manoel de Brito, que autorizado por sus superiores, sirvió como rector del Seminario San José de Rio Comprido – RJ (1810-1813); P. José Cardoso de Brito, su sucesor (1813-1814) y P. Alexandre Macedo, que actuó como Procurador de la Corte (SOUZA, 2016, p. 23). Todos ellos vinieron con el permiso de sus superiores y estaban a servicio de la corte.

La Congregación de la Misión (Lazaristas o Misioneros Vicentinos), se hace oficialmente presente en el Brasil con la llegada de los misioneros portugueses, Padres Leandro Rebelo Peixoto y Castro y Antonio Ferreira Viçoso, a finales de 1819. Ellos se establecieron, inicialmente, en Minas Gerais, dando origen la Provincia Brasileira de la Congregación de la Misión (PBCM), que desde 1949, contó con gran presencia de misioneros de otros países, principalmente de Francia. Además de la PBCM, también señalamos, en ese texto, las otras provincias del país. En las primeras décadas del siglo XX, llegaron los misioneros polacos, que se establecieron en la zona sur del país. La Provincia de Holanda, por su parte, envió misioneros que se concentraran en la zona norte y nor-este del país. A partir de estos dos grupos, fueran creadas las provincias del Sur (Curitiba) y de Fortaleza, siendo así las tres provincias que la Congregación de la Misión tiene actualmente en el Brasil (TEODÓSIO, 2019).

  1. La acción de la Congregación de la Misión en el Brasil

 2.1. Provincia Brasileña de la Congregación de la Misión (PBCM), Rio de Janeiro – RJ.

 Los primeros lazaristas, enviados por la Provincia Portuguesa, los P. Leandro Castro y P. Antônio Viçoso, vinieron para trabajar en una misión en el Mato Groso. Pero a su llegada, la misión ya era servida por los capuchinos. Recibieron, entonces del Rey Don Juan VI, la Ermita de la Virgen Madre de los Hombres, en la Sierra del Caraça, Minas Gerais, con la finalidad de fundar allí un colegio, atender los peregrinos y predicar misiones. El día 15 de abril de 1820, los misioneros llegaron a Caraça y empezaron la predicación de misiones, abrieron el colegio (1821), e iniciaron el Seminario Interno de la Congregación, recibiendo como primer seminarista al sacerdote diocesano Juan Garcez.

En Caraça funcionaba el colegio y, por algunos períodos, el seminario menor. El colegio alcanzó gran fama. Allí estudiaron diversos personajes importantes en la historia del país, tales como gobernadores y los presidentes Artur Bernardes y Afonso Pena. En tanto, Los también ex-presidentes Juscelino Kubitschek y Jânio Quadros fueran alumnos de los lazaristas en Diamantina – MG y en Curitiba – PR, respectivamente. El colegio funcionó por casi 150 años, cuando en 1968, un incendio destruyó parte de sus instalaciones. A estas alturas de la historia, la urbanización del país y las reformas en la Iglesia ya no hacían necesario el modelo de pensionado y aquel tipo de seminario. Para ampliar el espíritu caracense en la educación, los padres de la Congregación de la Misión fundaron en Río de Janeiro, en 1959, el Colegio San Vicente de Paúl, considerado heredero del Colegio de Caraça, en funcionamiento hasta hoy.

Además del Colegio del Caraça, los padres dirigieron colegios en Congonhas del Campo – MG (1827-1860) y en Campina Verde – MG (1829-1983) y el Seminario de Jacuecanga – RJ (1822-1837). Se dedicaron también a las misiones populares, partiendo especialmente del Caraça y de Campina Verde.

El 1850, la misión de los Padres Lazaristas se expandió, especialmente por la mejoría de sus relaciones con el Imperio Brasileño. Llegaran al país diversos misioneros extranjeros, principalmente franceses y se incrementó el trabajo de formación del clero. Muchos seminarios diocesanos pasan a ser dirigidos por la Congregación, entre estos los seminarios mayor y menor de Mariana – MG (1853-1965), de Salvador – BA (1855-1862; 1888-1957), de Río de Janeiro ( 1869-1901), de Fortaleza – CE (1864-1963), de Diamantina – MG (1866-1963), el seminario menor del Crato – CE (1875-1878) y el seminario menor de Cuiabá – MT (1888-1945). El servicio lazarista en los seminarios diocesanos fue fundamental para la formación del clero brasileño, ayudando a implantar las orientaciones del Concilio de Trento y a dar un nuevo rosto a la Iglesia en el Brasil.

Para la predicación de misiones populares, se fundó diversos centros en Minas Gerais, de donde partieran equipos que misionaron innumerables localidades en varios estados brasileños. También, los colegios y seminarios donde trabajaban los lazaristas se convertían en centros misioneros, de donde se partía para la evangelización popular.

A inicios del siglo XX, la venida de misioneros franceses cesó. La acción de la Congregación empezó a depender de misioneros ya formados en el Brasil, dedicado especialmente a la formación del clero diocesano. Nuevos seminarios fueron a ellos confiados: los Seminarios de Curitiba – PR (1895-1961), de San Luís – MA (1904-1962), de Botucatu – SP (1913-1936), de Assis – SP (1957-1972), de Brasília – DF (1962-1971), de Luz MG (1970-1977) y de la Prelazia de Cametá – PA (1988-1995). El total de seminarios diocesanos dirigidos por la Congregación llegó 19, en 12 diócesis, formando un promedio de 2.600 sacerdotes, de los cuales 156 fueron nombrados obispos y de ellos seis fueron creados cardenales. En la educación de la juventud, además de los colegios del Caraça y de Campina Verde, se estableció los colegios de Petrópolis – RJ (1897-1909), Irati – PR (1950-2001) y Río de Janeiro – RJ (1959).

Para la formación de los seminaristas de la propia Provincia, varios seminarios fueron fundados en períodos diversos: Caraça – MG,  Seminario de Petrópolis – RJ (1890-1968 y 1972-1980); Escuelas Apostólicas de Campina Verde – MG, de Irati – PR y de Fortaleza – CE, Seminario de Aparecida – SP (1969-1976) y, por último, en Belo Horizonte – MG (1977), donde funciona hasta hoy. El Seminario Interno tuvo como sede varias ciudades: Caraça – MG, Petrópolis – RJ, Aparecida – SP. En nivel interprovincial, en Bambuí – MG, Campina Verde – MG y actualmente se está en Belo Horizonte – MG, con participación internacional, acogiendo seminaristas de Argentina y anteriormente también de Mozambique.

Las misiones populares permean toda la presencia de los lazaristas en Brasil con contenido y metodología propios de la herencia vicentina. Desde los años 1960, las reformas introducidas por el Concilio Vaticano II tuvieron gran impacto en la Provincia y fueron cuestionados tanto el modelo de grandes seminarios, como el de las misiones populares. Los seminarios entraron en crisis y varios cohermanos dejaron la Congregación. Desde entonces, se ha buscado una renovación y actualización en los métodos y en la Congregación: en la formación, se asumió la pedagogía liberadora; en las misiones, se ha comenzado experiencias de misiones renovadas; la organización interna busca un nuevo modelo de vida comunitaria, una actualización administrativa y teológico-misionera, para responder a los desafíos del tiempo presente.

Según Frencken (2010, p. 476), en 1983, estudiantes de la PBCM gestaron el Encuentro Nacional de los Estudiantes Vicentinos (ENEV), uniendo estudiantes de las tres provincias brasileiras. El encuentro se da anualmente y de forma alternada entre las provincias. El primero se realizó en Belo Horizonte, en 1984. El ENEV tiene como objetivo la integración de los estudiantes que discuten los procesos formativos y temas relacionados con la vida de la Iglesia, de la Congregación, de las misiones, de la formación del clero y temas de la sociedad, desde de la realidad en que viven.

Actualmente, los 60 misioneros vicentinos de la PBCM continúan viviendo el carisma, sirviendo junto a los pobres, en más de 20 obras: parroquias misioneras, formación de los seminaristas vicentinos y algunos servicios al clero, misiones populares y ad gentes (Amazonia), formación de los laicos, educación de los jóvenes en el colegio SVP y evangelización a partir de la cultura, turismo y ecología (Santuario del Caraça), colaboración con la Familia Vicentina y promoción de servicios sociales, junto a los pobres.

  2.2 Congregación de la Misión Provincia del Sur (CMPS), Curitiba – PR.

 La Congregación de la Misión llegó al sur del Brasil junto con los inmigrantes europeos a finales del siglo XIX. Según Teodosio, (2019), en 1898, Don José de Camargo Barros, el primer Obispo de Curitiba, solicitó a la provincia polaca misioneros para atender a los inmigrantes polacos. De esta manera, 96 padres y 3 hermanos coadjutores polacos llegaran al Brasil entre 1903 la 2003, con esta finalidad. Se instalaron inicialmente en Tomas Coelho, Araucaria – PR. La Viceprovincia polaca fue creada en 1921, convirtiéndose en la Provincia en 1969, abarcando los estados del Paraná, Santa Catarina, Rio Grande do Sul, Mato Grosso do Sul y São Paulo. Trabajan en parroquias, misiones populares, misiones ad gentes(Angola), seminarios, universidad, medios de comunicación y en pastorales específicas, como la Pastoral de la Carretera.

  2.3 Provincia de Fortaleza de la Congregación de la Misión (PFCM), Fortaleza – CE

 A partir de 1923, la Provincia de Holanda empezó la enviar misioneros, teniendo en cuenta la acción y la solicitud del Padre Guilherme Vaesen, CM. Los misioneros holandeses marcaron presencia en los Estados del Pará, en el Rio Grande do Norte, en el Maranhão, en Pernambuco y en el Ceará. En 1967, constituyeron la propia y autónoma Provincia de Fortaleza. Entre tantos trabajos significativos desenrollados por ellos, hay que destacar el servicio misionero en la Prelatura de Cametá – PA, donde fueron pioneros en la defensa de los pobres, en la fundación y organización de comunidades y en la formación de los laicos. Hoy, la PFCM continúa su acción en parroquias, misiones populares y misiones ad gentes(Mozambique), educación y seminarios.

  1. Misioneros Vicentinos que iluminan etos 200 años de historia

 Todos los miembros de la CM Brasil colaboraran en la construcción de estos 200 años de historia, aunque, según Santos (2020, p. 151-172), especialmente en la PBCM, se destacan los siguientes misioneros:

1) Venerable Don Antonio Ferreira Viçoso, 7º Obispo de Mariana, por la reforma de la Iglesia y formación del clero;

2) P. Leandro Rebelo Peixoto e Castro, CM, por el legado a la educación durante el período imperial;

3) P. Guilherme Vaesen, CM, por la incansable exploracióna las tierras de misión a lomo de animal;

4) P. João Chanavat, CM, por la cátedra de Derecho Canónico en el Caraça;

5) P. Pedro Maria Bos, CM, por la idea de colocar la imagen de Cristo Redentor en la montaña del Corcovado, Rio de Janeiro – RJ;

6) P. Júlio J. Clavelin, CM, por la difusión del estilo neogótico en la arquitectura sacra brasileña;

7) P. Manuel González, CM, por la fabricación de la primera pelota de coro crudo del Brasil y la introducción del futbol en el país;

8) P. Joaquim S. Horta, CM, por el la iniciativa y la coordinación de la campaña nacional para la construcción de la Catedral de Brasilia – DF. Construyó el Santuario de San Vicente de Paúl en SãoPaulo – SP y el Colegio de mismo nombre en el Rio de Janeiro – RJ;

9) P. Rui Pereira Aguiar, CM, por la aplicación de la metodología “Cambio Sistémico” construyendo en régimen de trabajo colectivo casas, iglesia, escuela y centro de salud en las parroquias de Taguatinga (Brasilia – DF) y de Mariápolis (Padre Bernardo – GO);

10) P. Hugo de Vasconcelos Paiva, CM, por la fundación y dirección del Instituto Superior de Pastoral Catequética en el Rio de Janeiro – RJ, en 1963, renovando así la pastoral en sintonía con el Concilio Vaticano II;

11) Monseñor Belchior Joaquim da Silva Neto, CM, quien atendiendo el pedido del P. José Nunes Coelho, CM, llevó a la Roma el pedido de creación de los ministros de la Eucaristía (MESC), posteriormente aprobado;

12) Monseñor José Elias Chaves, CM, por la argumentación junto la Conferencia Nacional de los Obispos del Brasil (CNBB) en favor de la permanente opción preferencial por los pobres, como objetivo explícito de las Directrices de la Acción Evangelizadora de la Iglesia en el país;

13) Don Helder Câmara (afiliado a la Familia Vicentina) y P. Josimo Morais Tavares (diocesano que estudió con los lazaristas), el primero, profeta de los pobres y defensor de la justicia y de la paz, y el segundo, miembro de la Comisión de la Pastoral de la Tierra (CPT) y mártir de la caminhada.

14) Vale destacar también la simplicidad, el espíritu de fe y de servicio de los hermanos: Eugênio Goch, CM, Vicente Melo, CM, Thomaz Glinski, CM entre otros que donaron su vida a Dios y a los pobres en la Iglesia, por medio de la Congregación.

Sirvieron a la Iglesia como obispos los siguientes Misioneros Vicentinos:

a) CMPS:

  1. Don Domingos Gabriel Wisniewski, Obispo de Cornélio Procópio – PR (1979-1983) y de Apucarana – PR (1983-2005);
  2. Don Inácio Krause, Obispo auxiliar de Curitiba – PR (1950-1963) y Administrador Apostólico de Joinville – SC (1955-1957);
  3. Don Izidoro Kosinski, Obispo de Três Lagoas – MS (1981-2007);
  4. Don José Carlos Chacorowski, Obispo Auxiliar de San Luís – MA (2011-2013) y Obispo de Caraguatatuba – SP (2013 hasta hoy);
  5. Don Ladislau Biernaski, Obispo auxiliar de Curitiba – PR (1979-2006) y Obispo de São José dos Pinhais – PR (2006-2012).

b) PBCM:

  1. Don Antonio Ferreira Viçoso, Obispo de Mariana – MG (1844-1875);
  2. Don Antônio José dos Santos, Obispo de Assis – SP (1930-1956);
  3. Don Belchior Joaquim da Silva Neto, Obispo de Luz – MG (1960-1993);
  4. Don Cláudio Gonçalves Ponce Leon, Obispo de Goiás – GO (1881-1890) y de Porto Alegre – RS (1890-1913);
  5. Don Fernando de Sousa Monteiro, Obispo de Vitória – ES (1901-1916);
  6. Don Fernando Taddei, Obispo de Jacarezinho – PR (1927-1940);
  7. Don Francisco de Paula e Silva, Obispo del SãoLuís (MA) (1907-1918);
  8. Don Joan Batista Cavati, Obispo de Caratinga – MG (1938-1956);
  9. Don José Afonso de Morais Torres, Obispo de Belém do Pará – PA (1844- 1857);
  10. Don José Carlos Melo, Obispo Auxiliar de Salvador – BA (1991-2002) y Arzobispo de Maceió – AL (2002-2007);
  11. Don José Elias Chaves, Obispo de Cametá – PA (1980-1999);
  12. Don José Lázaro Neves, Obispo de Assis – SP (1948-1977);
  13. Don Luís Gonzaga da Cunha Marelim, Obispo de Caxias – MA (1941-1981);
  14. Don Pio de Freitas, Obispo de Joinville – SC (1929-1954);
  15. Don Sebastião Dias Laranjeira, CM, Diócesis de SãoPedro – RS (1860 – 1888);
  16. Don Vicente Zico, Arzobispo Coadjutor de Belén do Pará – PA (1980-1989) y después Arzobispo (1990-2004) de la misma archidiócesis.

c) PFCM:

  1. Don Cornélio Veerman, Obispo de Cametá – PA (1908 – 1994);
  2. Don Evaldo Carvalho dos Santos, Obispo de Viana – MA (2019 hasta hoy);
  3. Don Fernando Barbosa dos Santos, Obispo de Tefé – AM (2014 hasta hoy).

El legado de los Padres y Hermanos lazaristas en Brasil se dio en tres frentes: la formación del clero diocesano, la predicación de misiones populares y la educación de la juventud. En este año jubilar, la CM en Brasil alaba y agradece a Dios por sus 200 años y con humildad y renovado ardor misionero continúa el seguimiento a Jesucristo fiel la misión ya  la caridad comprometida con la evangelización y servicio a los más pobres.

REFERÊNCIAS

COSTE, Pierre (org.) São Vicente de Paulo:Obras Completas.Trad. Getúlio Mota Crossi. Belo Horizonte: O Lutador, 2012. 2 v.  (Português)

FRENCKEN, Gerardo. Em missão:padres da Congregação da Missão (Lazaristas), no Nordeste e no Norte do Brasil.Fortaleza: Edições UFC, 2010.

HERRERA, José. Historia de la Congregación de la Misión, Madrid: La Milagrosa, 1949

SANTOS, Eli Chaves dos, Congregação da Missão: 200 anos no Brasil. I. ed. – Rio de Janeiro: Província Brasileira da Congregação da Missão, 2020.

SOUZA, Maria Rebouças de “Ir. Rosalie”. História das Filhas da Caridade da Província do Rio de Janeiro– Brasil 1849 – 2003. Ed. Vozes, Petrópolis – RJ, 2016.

TEODOSIO, Cleber, Pequeno Histórico sobre a Congregação da Missão. (2019). Disponível em: <http://clefabio.blogspot.com/2019/03/pequeno-historico-sobre-congregacao-da.html> Acesso em 24 abr. 2020.

Cleber Teodosio, CM
Estudiante de Teología

De nuestra historia: P. Etienne Stardaert, Visitador 1927 a 1941

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Revisando la historia de nuestra Provincia, nos encontramos con el P. Etienne Standaert, que fuera Visitador de la Provincia, después de haber trabajado en diversas obras, especialmente en seminarios, en Francia, Chile, Perú, Bolivia y Ecuador.

Descubra al P. Standaert y otros vicentinos en Semblanzas

https://vicentinos.cl/semblanzas/p-etienne-standaert-1875-1941/

Sor Rosario Pradenas Salgado, Hija de la Caridad (Q.E.P.D.)

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Esta mañana, en la Casa Nuestra Señora de la Asunción, ha fallecido víctima de un cáncer, Sor Filomena del Rosario Pradenas Salgado, Hija de la Caridad, que había nacido en Coelemu, el 7 de octubre de 1942. Sus padres fueron Don Artemio Praderas y la Señora Emilia del Carmen Salgado Rivas.

Sor Rosario sirvió en distintas obras de la Provincia, empezando en el Hospital de Concepción y concluyendo en la Comunidad del Hospital El Salvador de Santiago, con trabajo en el vecino Hospital Geriátrico. En el Hospital de Concepción recibió la formación profesional y luego fue contratada y trabajó como una funcionaria más, cumpliendo con todos los turnos diurnos y nocturnos, sin excluir los días festivos. Tenía gran capacidad para comprender y atender las diferentes patologías que afectaban a los pacientes.

En el Hospital de Rancagua tuvo una gran experiencia de trabajo «en terreno», una manera de trabajar que a ella le gustaba mucho y se trasladaba en bicicleta, en la ambulancia, en el bus, para visitar a los enfermos en su domicilio. Era un trabajo muy bello y my propio de una Hija de la Caridad, porque los pacientes eran pobres, que vivían en poblaciones marginales.

En Valparaíso, trabajó, primer en el desaparecido Hospital Enrique Deformes, incluso después que las Hermanas salieron de ahí. En ese Hospital también estuvo contratada y por lo tanto, viviendo en e Hospital Van Buren, siguió trabajando en el Deformes. Posteriormente, también trabajó en el Hospital Carlos Van Buren.

Pero, a pesar de su especialización en el área de la salud, Sor Rosario no sólo trabajó en hospitales. También trabajó en el Hogar del Niño en Punta Arenas; en El Centro Abierto Belén de El Manzano, en San Bernardo; en el Hogar El Atardecer e incluso en la entonces Casa Provincial de calle Venecia.

Sor Rosario no gozó de buena salud. Debió someterse a intervenciones quirúrgicas varias veces, ya que sus huesos estaban muy debilitados. Tenía cuatro prótesis. Esto significó que tuvo que dejar el servicio por largos períodos, cuando era intervenida y para sus respectivas recuperaciones. este mal le acompañó desde joven. Sin embargo, nunca se acobardó para seguir sirviendo a sus enfermos. Era una mujer muy apostólica y sirvió muchas veces de nexo para encontrar un sacerdote para satisfacer las necesidades espirituales y pastorales de sus pacientes, consiguiendo la celebración de la misa y la administración de la Santa Unción. Y sólo para los pacientes, sino también para los doctores y el personal. También trabajó preparando a hijos del personal para los sacramentos.

Otra de sus obras era el Ropero para los pobres, para los pacientes, especialmente con pijamas, para que los enfermos estuvieran siempre limpios, aseados y bien presentados para las visitas.

Era aficionada a las manualidades; tejidos, bordados, pinturas, rosarios. Estos trabajos los vendía para ayudar a los enfermos, especialmente cuando les daban el alta y no tenían los medios para irse. Lo mismo para ayudar en los gastos por el funeral d los que fallecían.

Por otra parte, Sor Rosario era una mujer muy alegre. Le gustaba ir de paseo, salir al centro, gozaba de la buena mesa y de las fiestas, como también de las amistades y de su familia, con la tenía una muy buena comunicación.

También, Sor Rosario tenía una vocación especial para trabajar con los jóvenes, especialmente con la Juventud Mariana Vicentina, con quienes sentía gran cariño. Donde era destinada, trabajaba con JMV y conseguía nuevos jóvenes para la Asociación.

Hace unos meses se le diagnosticó este cáncer que la atacó muy duramente y el cual debió dejar su trabajó en el Hospital Geriátrico y la Comunidad de El Salvador, para ir a la Casa de La Asunción. Sus últimos días los vivió en una actitud de absoluta entrega a la voluntad de Dios.