Tradicional saludo navideño entre Hermanas y Misioneros

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Como es tradicional, este lunes 26 de diciembre, tuvo lugar en nuestra Casa de Alameda, el saludo navideño entre Hijas de la Caridad y Misioneros, de las comunidades de Santiago. Dado que el año pasado se tuvo en la Casa de Venecia de las Hermanas, este año los Misioneros fueron los anfitriones.

El encuentro comenzó con la celebración de la Eucaristía, en la Iglesia San Vicente de Paúl, la que fue presidida por el superior local, P. Carlos de la Rivera y concelebrada por los PP. Fernando Macías, Jorge Manríquez, Álvaro Tamblay y Cristopher Groff y la presencia de todos los seminaristas y unas 40 Hijas de la Caridad. El celebrante principal, en la homilía, explicó el sentido de este encuentro festivo y explicó además, la relación entre la Navidad y la Fiesta del martirio de San Esteban, afirmando que la Navidad no es sólo alegría, belleza y romanticismo, sino que también en este misterio, como en la vida del cristiano, está presente el sufrimiento, sobre todo aquel que surge como consecuencia del compromiso de la fe.

Luego de la misa, los participaron compartieron un almuerzo, ofrecido en el comedor de la Casa Central y a cargo del P. Luis Chávez. Al final del almuerzo, se cantó villancicos y se compartió los regalos del «Amigo secreto».

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Superiora General de las Hijas de la Caridad concede entrevista a Vida Nueva Digital

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La Superiora General de las Hijas de la Caridad, Sor Françoise Petit, ha concedido una entrevista a Vida Nueva Digital, la que ha sido publicada, en español, este lunes 19 de diciembre de 2022. La entrevista estuvo a cargo de Marie-Lucile Kubacki.

El siguiente es el texto de la entrevista:

PREGUNTA.- Son la primera congregación del mundo en términos numéricos: ¿cómo lo explica?

RESPUESTA.- Cierto, todavía somos muchas, pero los números están bajando. ¡Llegamos a ser 40.000! Actualmente hay unas 140 hermanas en el seminario (novicias). Las jóvenes que entran son atraídas por la vida comunitaria, por la vida de oración. Ven que estamos verdaderamente al servicio de las personas que viven hoy en condiciones precarias, según el carisma recibido por nuestros fundadores, San Vicente de Paúl y Santa Luisa de Marillac.

P.- Realizan un voto de pobreza y compromiso al servicio de los pobres: ¿cómo viven la pobreza?

R.- Tratamos de contentarnos con lo necesario. Ponemos todo en común y por lo tanto nada nos pertenece. Cuando tenemos que comprar algo, primero pensamos en si realmente es importante. Pero el voto de pobreza no se vive tanto como obediencia a una disciplina hecha de reglas cuanto como una conducta libremente elegida, que nos lleva a despegarnos lentamente de las cosas materiales. Cuando entré en la congregación de las Hijas de la Caridad tenía mi propia idea de cómo debían ser las cosas, pero luego esa idea evolucionó cuando me di cuenta de que el voto de pobreza era una respuesta dada continuamente. Hay un camino para seguir a Cristo, casto, pobre, obediente.

P.- ¿Cuál es el voto más difícil? ¡Muchas consagradas dicen que es el de la obediencia!

R.- Depende de los momentos de la vida y de los acontecimientos. Obedecer puede ser difícil por ejemplo cuando cambias de comunidad, si estás apegado a la misión y sobre todo a la gente de la que te vas. Puede ser un desarraigo, vivido en carne propia. A veces es el voto de pobreza porque te sorprendes teniendo la tentación de comprar. A veces es el de la castidad, porque puede hacernos sentir falta de afecto y una sensación de soledad. Pero los votos están todos ligados entre sí y gradualmente experimentamos su capacidad para hacernos libres. A menudo digo que no nos endurezcamos, sino que confiemos al Señor todos los deseos que tenemos de responder a su llamamiento a través de los votos.

Los votos son un compromiso, y también son un camino a seguir. La paz interior, la madurez espiritual se logran con los años. Al principio es fuerte el deseo de vivir todo de manera radical, luego nos endurecemos un poco, nos comparamos con las demás o nos desesperamos con nosotras mismas. Y todo esto no hace crecer… Es necesario empezar por reconocer tus dones y aceptar tus limitaciones. La meditación de la Palabra de Dios y el tiempo de compartir en comunidad ayuda en esto. Además, dialogar sobre la Palabra de Dios nos permite conocer más profundamente a las hermanas de nuestra comunidad y ayudarnos unas a otras.

P.- ¿Cuál es la pobreza del pecador tal como la reconocemos, por ejemplo, en el Avemaría, cuando le imploramos diciendo “ruega por nosotros pecadores”?

R.- La pobreza del pecador es que a veces está lejos de Dios, sordo a sus peticiones, o ciego a sí mismo, a los demás, o a las miserias que le rodean. Sin darnos cuenta, ya no nos conformamos con la voluntad del Señor, que sin embargo nos perdona, afortunadamente. Y también nos olvidamos de esto. Quizás es una de las mayores pobrezas, y es la que nos lleva a desesperarnos con nosotras mismas, olvidando que el Señor confía en nosotras, y si volvemos a Él, Él siempre nos acoge.

P.- ¿En qué consiste la pobreza evangélica? ¿Hay una pobreza para buscar y una para combatir?

R.- La pobreza evangélica es la que se nos pide vivir en el seguimiento de Cristo, que no tenía ni siquiera donde reposar la cabeza. Es también la pobreza de espíritu y la sencillez de corazón que no obstaculizan los dones de Dios. La pobreza a combatir no es de este tipo. Es la violencia, la injusticia, la miseria. Uno de nuestros desafíos como Hijas de la Caridad es la defensa de los derechos humanos. Muchas hermanas están comprometidas en ello, tanto participando en proyectos y acciones de asociaciones, en la ONU –donde hay dos Hijas de la Caridad– como en la vida cotidiana a nivel local.

P.- ¿Cómo vivís la ancianidad en las comunidades?

R.- Hay grandes diferencias de un país a otro. En Kenia o Albania, por ejemplo, no hay monjas ancianas. En cambio, en Europa –en Italia, Francia, España, Alemania y los Países Bajos– las comunidades están envejeciendo. Algunas Provincias pueden permitirse mantener a las hermanas mayores en comunidades activas, porque hay suficientes hermanas capaces de ocuparse de ellas. En Francia, las hermanas ancianas son a menudo ubicadas en un Ehpad (centro de acogida para personas ancianas no autosuficientes) donde, con sus limitaciones, siguen su misión entre otras personas ancianas. Son un signo de la Iglesia a través de la vida fraterna, prestando una atención particular a los demás.

P.- ¿Hay pobrezas que le resultan más insoportables que otras, a nivel personal?

R.- Cuando era trabajadora social, lo que más me conmovía era conocer a los padres, en particular a las madres, que habían perdido a un hijo. A finales de agosto fui a Ucrania para visitar a nuestras hermanas, que están acogiendo a muchas personas desplazadas, sobre todo mujeres y niños. En esa ocasión me impactó mucho escuchar, por ejemplo, a una mujer que contó que sus dos hijos estaban en el frente. Su dolor me golpeó profundamente. Hay pobrezas que dejan huella.

P.- Ha sido elegida superiora general de las Hijas de la Caridad: ¿quien cubre puestos de autoridad debe a su vez hacer frente a la pobreza?

R.- La experimento todos los días. Pobreza de competencias, de carácter, aridez espiritual, cansancio… Siempre tengo que enfrentarme a mis límites. Tengo defectos, como todo el mundo. ¡Afortunadamente no los tengo todos en el mismo día! (risas). Pero no estoy sola, estoy rodeada de ocho hermanas del Consejo General. Confío en ellas, nos complementamos. Cuando tienes autoridad, el problema es que es más difícil para los demás decirte que algo va mal.

Cuando te aplauden es hermoso, pero debemos aprender a no tomarlo como algo personal y nunca perder de vista que se aplaude al Señor. Cuando veo a las monjas rezando, me digo: ¡tal vez soy yo la que reza peor! Luego me tranquilizo, porque no hay primero ni último. Lo importante es saber que somos acogidos por el Señor, sean cuales sean nuestros límites. Es Él quien hace lo esencial, hacemos lo que podemos con lo que somos.

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Encuentro provincial de fin de año

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En la Casa de Macul, se desarrolló los días 13 y 14 de diciembre pasados, el encuentro provincial de fin de año, que tiene como objetivo revisar el trabajo del año y proyectar los compromisos para el año siguiente.

En esta oportunidad, se reflexionó a partir de los contenidos de la pasada Asamblea eclesial que se realizó a nivel nacional y del Documento final de la pasada Asamblea General de la C.M. Este trabajo fue coordinado por el P. Pablo Vargas.

Durante el encuentro también hubo ocasión para el compartir de experiencias y de inquietudes, en lo personal, en lo comunitario y en el trabajo pastoral y misionero.

En la Eucaristía de clausura, que presidió el P. Alejandro Fabres, por estar cumpliendo 22 años de sacerdocio, se anunció el nombramiento del P. Pablo González, como nuevo superior de la Comunidad de Collipulli, el que en el mismo acto tomó posesión de su oficio. También se anunció el nombramiento de los nuevos miembros del Consejo del Visitador, Padres Fernando Macías y Misael Reyes, quienes reemplazaron a los Padres Mario Villar y Luis Chávez.

 

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Parroquia Sta. María Reina del Mundo inaugura vitral alusivo a la Virgen

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En el marco de la celebración del Tercer Domingo de Adviento o Domingo de Gaudete, este domingo 11 de diciembre, tuvo lugar en la Parroquia Santa María Reina del Mundo de Macul, la bendición de un hermoso vitral en que se recuerda una de las apariciones de la Virgen a Santa Catalina Labouré, aquella en que la Santísima Virgen sostiene el globo terráqueo en sus manos, que se conoce también como la Reina del Mundo.

La celebración se inició al mediodía y fue presidida por Monseñor Cristian Castro Toovey, obispo de Santiago y vicario episcopal para la Zona Oriente, quien concelebró con los PP. Fernando Macías, párroco y Cristopher Groff, vicario parroquial.

En su  homilía, Monseñor Castro señaló lo relevante que es la figura de María en este tiempo de Adviento, ya que ella, con alegría y obediencia, cumplió el plan de Dios en su vida. Asimismo, el obispo exhortó a la comunidad parroquial a vivir en la alegría que debe caracterizar al cristiano. alabó, además la belleza y delicadeza con la que se elaboró el vitral que se iba a bendecir.

Dentro de la celebración se bendijo a algunas mamás embarazadas que participaban de la celebración. Antes de impartir la bendición final, el obispo bendijo el vitral y posteriormente bendijo una imagen tallada en mármol, traída desde Italia, la que evoca también a María Reina del Mundo.

En la celebración participaron las Hijas de la Caridad de la Comunidad de la Asunción y del Hogar El Atardecer, además de alrededor de 450 fieles, quienes compartieron, después de la misa, un ágape. Como recuerdo se les dio una chapa de solapa con la imagen de la Virgen Reina del Mundo y una oración a la Virgen.

Corresponsal: Ángel Lucena Huérfano

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Consagración Mariana de la Congregación de la Misión

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El 27 de julio de 1661, el mismo año de su elección como Superior General y primer sucesor de San Vicente de Paúl, el Padre Renato Almerás (1661-1672) publicó una circular con el Acto de Consagración de la Congregación de la Misión a la Virgen. 

Desde entonces, cada 15 de agosto, en la Solemnidad de la Asunción de la Virgen María, se comenzó a rezar, en las comunidades de la Congregación de la Misión, el acto de Consagración.

Casi un siglo más tarde, el Padre Juan Bautista Étienne (1843- 1874) pedirá que la misma consagración se repita el 8 de diciembre con ocasión de la Solemnidad de la Inmaculada Concepción. 

El siguiente es el texto de la Consagración:

Nosotros, muy indignos sacerdotes, clérigos y hermanos de la Congregación de la Misión, conociendo, oh santísima, oh gloriosa Virgen María, vuestra fuerza ante Nuestro Señor, vuestro Hijo, y vuestra incomparable bondad hacia los hombres para obtenerles sus gracias, recurrimos a vos como Madre de misericordia; es por eso, oh muy misericordiosa Virgen que, prosternados en cuerpo y espíritu a los pies de vuestra Majestad, os suplicamos muy humildemente que aceptéis la oblación común, cordial e irrevocable de nuestras almas y de nuestras personas, que dedicamos y consagramos en este día solemne a vuestro servicio y vuestro amor por todo el curso de nuestra vidas y por toda la eternidad, proponiéndonos, mediando la asistencia del Espíritu Santo, daros para siempre un singular respecto y una veneración particularísima, publicar vuestro nombre por todo el mundo, anunciando las maravillas de vuestro poder y de vuestra bondad y convidando a todos los hombres a honraros, serviros, imitaros e invocaros para hallar gracia ante Dios.

Falleció Sor Cecilia Ortiz Saldías, Hija de la Caridad

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A las 11.30 horas de este lunes 5 de diciembre, falleció en la Casa de Hermanas Mayores, Sor Cecilia Ortiz Saldías. Desde el miércoles de la semana recién pasada, había mostrado signos de que se estaba despidiendo. Durante estos días recibió la visita de sus familiares, de las Hermanas, como también de Padres y seminaristas y de algunos amigos. El domingo por la noche recibió, una vez más, el Sacramento de la Unción de los Enfermos.

Sor Oriana Cecilia Ortiz Saldías nació en Santiago el 7 de mayo de 1925. Tuvo cuatro hermanos y seis hermanas. Estudió en «La Caridad», que posteriormente sería el Liceo Santa Luisa de Marillac. Hizo el Postulantado en Valparaíso y entró en el Seminario de las Hijas de la Caridad el 25 de noviembre de 1950. Emitió sus primeros Votos el 27 de noviembre de 1955.

En su larga vida como Hija de la Caridad Sor Cecilia sirvió en obras tales como Los Ángeles; la Escuela Pío XII; la Escuela e Internado Lourdes en Valparaíso; la Escuela Regina Mundi de Macul, donde fue Hermana Sirviente; el Hogar de niños Santa Ana de Quilpué, donde fue Directora; la Casa Provincial, donde fue Hermana Sirviente; el Hogar el atardecer y el Hospital El Salvador de Santiago, donde se desempeñó como sacristana.

En 1981 fue nombrada consejera provincial y también se desempeñó como responsable de las postulantes.

Fue una buena educadora, era profesora de Estado de Enseñanza Básica. Era muy inteligente, trabajadora y piadosa, abnegada y fiel a su consagración. Siempre demostró dedicación en el apostolado  con los niños, siempre atenta a los pequeños detalles. Sabía escuchar a las personas. También se destacó por su aprecio a las personas mayores. Tenía muy buen humor. Amaba y respetaba a los sacerdotes, especialmente a los miembros de la Congregación de la Misión. Era cariñosa, espontánea, reflexiva y buena consejera. Su aprecio por los misioneros le ganó también el amor y el respeto de ellos.

Sus funerales tendrán lugar este miércoles 7 de diciembre, con la Misa en la Casa de la Asunción (ex-Regazo) y su posterior sepultación en el Mausoleo Vicentino, en el Cementerio General de Santiago.