Ordenados Álvaro Tamblay, sacerdote y Cristopher Groff, diácono

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En una festiva celebración, que tuvo lugar en la Iglesia San Sebastián de Macul, Monseñor Gonzalo Duarte, Obispo emérito de Valparaíso, confirió la ordenación presbiteral al P. Álvaro Tamblay Godoy y la ordenación diaconal  a Cristopher Groff Miranda.

Participaron en la celebración los misioneros de la Provincia, familiares de los ordenandos, varias Hijas de la Caridad y otras religiosas y una gran cantidad de fieles de las comunidades de la Parroquia Santa María Reina del Mundo y de otras comunidades, entre los cuales tres concejales de la Municipalidad de Macul. Mención especial merece una delegación de alumnos y educadores de la Escuela San Vicente de Paúl de Copaipó, donde el P. Álvaro cursó su enseñanza básica.

El Padre Álvaro Nicolás Tamblay Godoy, nació en Copiapó, el 8 de octubre de 1990. Sus padres son Álvaro y Viviana, aquí presentes. Cursó su enseñanza básica en al Escuela San Vicente de Paúl de Copiapó, dirigido por las Hijas de la Caridad. Ahí tiene el primer contacto con el carisma vicentino, integrándose en los Marianitos, la sección infantil de la Juventud Mariana Vicentina.

P. Álvaro Tamblay Godoy, C.M.

Posteriormente se trasladó a vivir a La Serena, donde rápidamente se integra en la Parroquia San Juan Evangelista, donde colabora en la catequesis y florma parete d ela Pastoral Juvenil, de la cual llega a ser coordinador. Ahí conoció también al P. Héctor Zambra, sacerdote diocesano que se había formado en nuestro Seminario Vicentino. Será también activo participante de la pastoral juvenil arquidiocesana, trabajando en distibtos grupos y servicios.

Hacia 2009 toma contacto con el P. Carlos de la Rivera, quien le invita a participar en misiones y a participar con la Juventud Mariana Vicentina. Ingresa al Propedéutico en marzo de 2010 y luego va superando las distintas etapas del largo proceso formativo de un misionero, profundizando su conocimiento del carisma, completando su formación humana, cultivando su intelecto con los estudios filosófico-teológicos, aprendiendo a vivir en comunidad y practicando la liturgia y la pastoral. 

En octubre de 2017 emite los Votos en al Congregación de la Misión y en marzo pasado recibe la ordenación diacional. Hoy, concluida su formación inicial y luego de cumplir con todas las exigencias que establece al Iglesia, ha sido ordenado sacerdote, para servir al Señor y a su pueblo, especialmente a los más pobres.

El diácono Cristopher Alexander Groff Miranda, nació en San Miguel, el 1 de agosto de 1986. Sus padres son Karen y Claudio. Desde pequeño acompañó a su abuelo a la misa dominical. Su familia para él fue el lugar donde se fue gestando la vocación.

Diácono Cristopher Groff Miranda, C.M.

Estudió la enseñanza básica en colegios católicos. Trasladados son su familia a la ciudad de Temuco, cursó la enseñanza media en el liceo comercial. Es técnico superior en Administración.

Siguió participando de la vida de la Iglesia, en las parroquias de su domicilio, donde ejerció como catequista de confirmación. 

En 2005 inició un proceso de discernimiento vocaciola en la Diócesis de Temuco, el que no prosperó. En 2011 comiemnza a tonar contacto con la Congregación de la Misión, participando en jornadas vocacionales y visitando el seminario. En 2012 ingresa a al Congregación y comienza los estudios filosóficos. En 2016 hizo el Seminario Interno en Ecuador. En 2017 continúa los estudios teológicos en la Facultad de Teología de la Universidad Católica de Chile. Ese mismo año emite el Buen Propósito y en el pasado mes de julio, emitió los Votos en la Congregación.

Historias (des)conocidas de la Iglesia en Chile

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Hacer ejercicio de memoria me lleva a recordar nombres, acontecimientos, lugares. El once de septiembre recién pasado, se conmemoraron 45 años del golpe de Estado que nos mantuvo diecisiete años con la bota militar encima. 

¿Cuál fue el papel de la Iglesia en esos días? ¿Sufrió la Iglesia?

Desde el primer momento del golpe de Estado la Iglesia católica chilena tuvo presencia. Tanto de la voz de sus obispos como de los mismos sacerdotes que trabajaban como curas obreros en las poblaciones o eran párrocos en diferentes partes de Chile.

El padre Joan Alsina por ejemplo, trabajaba en el hospital San José, fue detenido, torturado y posteriormente murió asesinado en el Puente Bulnes. Su última petición fue al conscripto que le disparo: “dispárame de frente para mirarte a la cara y darte el perdón”.

Miguel Woodward, Sacerdote que ejerció su ministerio en Valparaíso. Vivía en las poblaciones marginales y allí fue tomado detenido días posteriores al Golpe de Estado, llevado al Buque escuela Esmeralda y torturado en la Universidad Técnica Federico Santa María. Su cuerpo aún no aparece, es parte de la nómina de detenidos desparecidos.

Antonio Llido, sacerdote catalán que llegó a Chile, fue haciendo un caminar y en cristianos por el socialismo, grupo de sacerdotes, religiosas y laicos que simpatizan con la experiencia de la Unidad Popular. Tras el golpe, se esconde por su participación activa en la resistencia junto con compañeros del MIR, (movimiento de izquierda revolucionario) es detenido en 1974, hasta el día de hoy forma parte de las listas de detenidos desaparecidos.

Gerardo Poblete, sacerdote salesiano, quien era profesor del colegio don Bosco de Iquique, enseñaba filosofía. Tras el golpe de estado y en un allanamiento hecho a la casa de la comunidad salesiana, Gerardo es detenido junto a un seminarista, motivo de la detención “posesión de literatura marxista”. Ambos son llevados a la comisaría de Iquique en donde es torturado hasta la muerte.

Muchos otros sacerdotes y religiosas pasaron por momentos complejos en las poblaciones de nuestro país. Ese y otros motivos llevaron al Arzobispo de Santiago, Monseñor Raúl Silva Henriquez, junto a pastores evangélicos, Helmut Frenz entre otros, a crear en 1974 el Comité pro Paz, primer organismo que se preocupó por la situación de los DDHH en Chile y que acogió las primeras denuncias sobre tortura y desaparición forzosa en nuestra patria. Allí llegaban todos los días decenas de personas a denunciar la desaparición de hijos, esposos, padres, nietos, compañeros de trabajo. La actitud de la Iglesia de Chile fue honesta y necesaria, ya que era la única institución que podía hacer frente al régimen.

Mientras tanto, en las poblaciones se comenzaban a crear los primeros comedores populares, ollas comunes, al alero de las parroquias. Las zonas más afectadas en Santiago: la Oeste, la Sur, la Norte, la Oriente, eran las que tienen mayor concentración de población obrera y donde se encontraban los llamados cordones industriales.

A instancias del mismo Comité se fundará además la Fundación de Ayuda de las Iglesias Cristianas, más conocido por sus siglas FASIC. Este organismo vio la luz el año 1975. Hoy funciona como delegado de la ACNUR para temas de refugiados, especialmente en temas de migrantes.

Caritas por su parte, inicia la formación de las bodegas de alimentos y ropa para paliar la situación en la que se encontraban los familiares de detenidos en el estadio Nacional, Pisagua, tres y cuatro Álamos, todos centros de detención para presos políticos. No se consideran los centros clandestinos de detención como son Villa Grimaldi, venda Sexy, Londres 38, pues de su existencia solo se tienen noticias a finales de los setenta y principios de los ochenta.

El Comité Pro Paz tiene corta existencia ya que para el régimen imperante era una molestia tener a los curas y pastores hablando sobre detenidos, presentando Habeas Corpus, recursos de protección y todas esas cosas, señalando que la existencia de personas que habían sido detenidas y con paradero desconocido, así que deciden disolverlo el 31 de diciembre de 1975.

El Arzobispo, sabiendo de esta jugada, establece una vicaría ambiental que se preocupé de la atención de todos los casos de personas detenidas y con dificultades políticas, es así como nace el 1 de enero de 1976 la Vicaría de la Solidaridad, cuyo domicilio fue Plaza de Armas 444, la misma sede del palacio arzobispal. 

Allí, ya con más personal, tanto de abogados como de asistentes sociales, psicólogas y personas de buena voluntad se fue dando acogida y contención, tanto a las víctimas como a los familiares de quienes nunca más volverían. Es en ese espacio donde ve la luz la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos y también la Agrupación de Familiares de ejecutados políticos.

A su vez, las Congregaciones Religiosas jugaron un rol vital no solamente en la parte espiritual sino también, acogiendo desde un primer momento a quienes fueron perseguidos por la dictadura, en su mayoría miembros de los partidos de izquierda, declarados clandestinos y cuyas vidas estaban en serio peligro.

Casos emblemáticos como el de los religiosos Capuchinos de la Iglesia de Calle Compañía, en donde se escondió Bautista Von Schowen, miembro de la dirección general del MIR.

La Casa Central de los misioneros Columbanos en Chile fue escenario de un doloroso hecho, cuando fue detenida en ese lugar la doctora Sheila Cassidy, quien en un acto humanitario había atendido al mirista Nelson Gutiérrez, la Dirección de Inteligencia Nacional, más conocida como la DINA, llegó hasta ese lugar tras sus huellas. Allí es asesinada la empleada de la casa Enriqueta Reyes, la doctora Cassidy es detenida y llevada a Villa Grimaldi para ser torturada.

Las parroquias de los sectores populares eran constantemente vigiladas y los miembros de la comunidad, tanto sacerdotes como agentes pastorales, seguidos, detenidos, acosados. Muchos no resistieron la presión y decidieron salir de Chile, alejarse de la comunidad, otros asumieron los desafíos con mayor fuerza. 

Las religiosas no se quedaron atrás, formaron guarderías para que las madres pudieran trabajar, acompañaron a las mujeres a buscar a sus esposos. Marianistas, dominicas, Sagrados Corazones, se insertaron en la vida de las poblaciones como una más, viviendo los dolores y apremios del día a día.

El 11 de noviembre de 1983, una noticia aprieta el corazón de muchos chilenos y chilenas. Un obrero de la construcción, Sebastián Acevedo Becerra, cuyos hijos habían sido detenidos por la Central Nacional de Informaciones, se inmola frente a la catedral de Concepción, quemándose a lo Bonzo, para exigir la libertad de los suyos. No resistió, murió a los pocos días. El impacto fue tan fuerte que un grupo de sacerdotes, religiosas y laicos comprometidos dieron vida al Movimiento contra la tortura Sebastián Acevedo. Decididos en las denuncias contra las violaciones a los  DDHH, y la no violencia activa. Rostros emblemáticos fueron José Aldunate, Sacerdote Jesuita, Mariano Puga, Roberto Bolton, entre varios más. Sus acciones relámpago a la salida de los cuarteles de tortura, Cuartel Borgoño. Villa Grimaldi, En el centro de Santiago, frente al palacio de la Moneda, etc. 

Los sacerdotes y religiosos hombres y mujeres pagaron algunos con detenciones y torturas, eran víctimas de seguimiento como fue el caso del padre Guido Peeters, párroco de la Legua, en esos años, que fue secuestrado y drogado por la CNI, fotografiado con una mujer para luego enviar esas fotos a medios de comunicación para denigrar su labor en la población.

Mención honrosa fue la vida de la Hermana Blanca Rengifo, quien cumplió una labor humanitaria profunda y en la cual también se fue fraguando una opción política a favor de los pobres. Tanto ella, como el padre Rafael Maroto, fueron parte del Comité Central del MIR, cuando esté se encontraba absolutamente destruido y sus militantes caían uno tras otro por falta de conducción. Ellos asumieron la labor de contención pero también de vocería frente a las autoridades para evitar que laicos cayeran en las garras de la dictadura. La hermana Blanca, fundó el CODEPU, (corporación de derechos del pueblo), asiló a muchos compatriotas, hizo de enlace con miembros de diferentes partidos de izquierda.

Las congregaciones religiosas fueron pagando altos costos por la defensa a los pobres. Sacerdotes de Maryknoll, Holly Cross, Sagrados Corazones, tuvieron que irse de Chile, algunos por expulsión, otros para salvar su vida, como fue el caso del padre Diego Irarrázaval.  Los sacerdotes extranjeros que no alcanzaban el favor del régimen eran expulsados sin mediar diálogo alguno. La Iglesia de Santiago conoció esto de cerca cuando los padres Daniel Carrouet, Jaime Lanzelot y Pierre Dubois, fueron expulsados de Chile el año 1986. Pierre Dubois, había sido párroco de Nuestra Señora de la Victoria y compañero del padre André Jarla, sacerdote que fue asesinado en Chile en la jornada de protesta del año 1984.

La Iglesia cumplió una labor fundamental durante todos esos años. Ayudó a recobrar la democracia a través del apoyo en las poblaciones al comité por las elecciones libres, luego las organizaciones locales de derechos Humanos. El apoyo y llamado a la inscripción de los registros electorales, la formación en participación ciudadana a través de CIVITAS. Puede que después como Iglesia nos hayamos ido para la casa, pensando y dejando a la sociedad civil asumir el rol que les tocaba. Pero esto no opaca toda la historia pasada de una Iglesia que se hizo una con el pueblo y que también pagó costos por su opción preferencial por los pobres. Me faltaron muchos nombres, de hombres y mujeres, pido perdón por esas omisiones. Ojalá recobremos algo de esa labor profética que tuvimos tan presente y que tanta falta nos hace hoy.

Alejandro Fabres, C.M.

André de la Victoria

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Escribí esto hace un año atrás. Hoy, 4 de septiembre de 2018, cuando nuestra Iglesia chilena se encuentra herida, y esa herida la hemos provocado nosotros mismos, con muchos antitestimonios, esta historia, este hombre, André Jarlán, me hace más sentido que nunca. No digo que fuera perfecto; pudo haber tenido muchos defectos, pero el convertirse en mártir lo hace especial. Su testimonio de vida, cuando yo tenía 14 años, fue algo que me marcó, como a muchos de mi generación. Nos hizo generar un compromiso de vida tan fuerte que si hoy soy sacerdote, es por personas como él. Y no sólo como él, sino como muchos otros y otras, religiosos y religiosas que gastaron su vida a favor de la causa de los pobres.

Cuando hoy hay voces que dicen que la Iglesia nunca ha hecho nada en favor de los demás, cuando encontramos personas que sólo nos enrostran nuestras inconsecuencias como Iglesia, pero que olvidan o sinceramente desconocen estos testimonios, cuando se han olvidado del comité Pro Paz, la Vicaría de la Solidaridad, las ollas comunes llevadas por religiosos y religiosas en las diferentes zonas de Santiago y de Chile, cuando sólo se escucha el nombre de Karadima como si fuera el único sacerdote que ha existido en esta arquidiócesis, vale la pena recordar a figuras como la de este sacerdote francés que entregó su vida por sus hermanos chilenos.

Pido a Dios que nos permita reconstruir nuestra Iglesia desde estos testimonios que forman parte del nuevo martirologio latinoamericano, junto con Monseñor Oscar Arnulfo Romero, Joan Alsina, Ignacio Ellacuria, Leoni Duquet y tantos otros y otras que no son sólo nombres, sino que fueron rostros que nos enseñaron a amar y servir aún en los momentos más difíciles. Ojalá recobremos estas voces proféticas y reconstruyamos la Iglesia de los pobres, para los pobres y con los pobres. Andre de la Victoria, tu nombre, tu voz y tu vida sigan siendo semilla de nuevos cristianos.

“Llegó volando desde muy lejos, desde un país, al otro lado del charco. Le costaba pronunciar la erre, y hablaba con un tono dulzón, voz reposada… tenía los ojos bellos. Lo que sabía de Chile era poco… Su primer destino fue la zona sur de Santiago, y su parroquia: «Nuestra Señora de la Victoria»… Llegó a formar comunidad con otros curas de la misma nacionalidad. Su paso por la población lo impactó, le dolía el hambre, la falta de trabajo, las mujeres del Programa de Empleo Mínimo, las ollas comunes, la violencia que existía en nuestro país. Se quedaba muchas veces pensativo y le gustaba escuchar, prestaba mucha atención cuando se hablaba de cómo se habían llevado al Ramón, quién nunca más había vuelto, cuyo gran delito por el que lo secuestraron los agentes de seguridad era ser parte del sindicato… comunista…. haber participado de la huelga.

Lo vimos llorar cuando vio a esa niñita que había muerto víctima de una bala perdida que le llegó en esas jornadas de protesta. Sus ojos se irritaban con el olor de los neumáticos o de las bombas lacrimógenas que estallaban en la pobla…. Y su corazón se retorcía cuando le llegaban los nombres de los jóvenes que habían sido detenidos, de los que se habían llevado presos, de los que estaban heridos…. Esas eran su materia de oración, de sus misas… se conmovía hasta las lágrimas cuando veía como la canasta de la ofrenda de llenaba con pan, bolsas de té o azúcar y como las familias más pobres iban sacando al final de la misa para poder tomar desayuno… Miraba a su amigo Pierre Dubois, cuando se ponía frente a las tanquetas para pedir que los milicos se fueran, que no entraran a la población la Victoria. Aprendió a echar garabatos en español para retarnos y decirnos que la violencia no era el camino… Un día cuatro de septiembre, el corazón de la zona sur se estremeció: «Mataron al André… hueón…. mataron al cura…»….. No lo podíamos creer…. había muerto víctima de la violencia irracional, la bala asesina que atravesó el tabique del segundo piso y que no había sido para él sino para Pierre, lo mato mientras rezaba, mientras oraba a Dios para que la violencia cesara, para que las cosas en nuestro país cambiarán…. Te quedaste dormido amigo, esas manos asesinas te mataron, pero te hiciste grande en el amor y la entrega a esta patria que adoptaste como tuya.

Hoy quiero decirte Gracias, Gracias por tu testimonio de vida y entereza, gracias por el amor que nos tuviste, gracias por la ofrenda que hiciste, gracias por lo que nos enseñaste.. André de la Victoria, tu nombre sigue resonando en las calles de nuestra población y en nuestros corazones, te puedo asegurar, que tu muerte no fue en vano”.

Alejandro Fabres Fabres, C.M.

Encuentro de la Familia Vicentina

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En el Colegio Santa Familia de las Hijas de la Caridad, tuvo lugar, el sábado 1 de septiembre, el encuentro anual de la Familia Vicentina. Aunque el número de participantes fue bien discreto, fue un hermoso momento para compartir y reflexionar juntos sobre el desafío de la Migración.

Luego de una introducción hecha por Lizardo Ayaya, de la Asociación de la Medalla Milagrosa, el tema de fondo fue presentado atado por el Señor José Cubides Franco, de INCAMI, quien nos aclaró conceptos a cerca de lo que significa el fenómeno d ella migración y nos dio detalles de cual es la situación actual de los migrantes en Chile y nos iluminó acerca de las medidas que se está tomando en ,lo inmediato y del proyecto de reforma migratoria, que el gobierno quiere aprobar. También nos orientó sobre qué acciones concretas podríamos emprender para participar de la tarea de al Iglesia en favor de los inmigrantes pobres que han llegado últimamente a nuestro país.

Durante el presente año, el Consejo Nacional de la Familia Vicentina en Chile, ha reflexionado sobre esta realidad y se ha venido preguntando sobre cuál debería ser nuestra colaboración para aliviar la necesidad de los inmigrantes en nuestro país.