La Casa de la Virgen María es un lugar religioso cerca de Éfeso, a siete kilómetros de Selcuk, donde, según la tradición del lugar, el apóstol San Juan, huyendo de la persecución en Jerusalén, llevó a la Virgen María tras la crucifixión de Cristo hasta su bienaventurada Asunción.
La religiosa alemana Ana Catalina Emmerick habría tenido una visión de María, en su casa, sin haber visitado el lugar, cuya descripción fue publicada, posteriormente, por el escritor Clemens Brentano. Desde su descubrimiento a fines del siglo XIX, el lugar es un destino de peregrinos cristianos y musulmanes.
Descubrimiento:
En 1891 los sacerdotes vicentinos Poulin y Jung del colegio francés de Esmirna creyeron haber encontrado la casa descrita en los libros publicados sobre las visiones de Ana Catalina Emmerick. La religiosa Hija de la Caridad sor Marie de Mandat- Grancey compró el terreno al Estado turco, y los descubridores comenzaron con la reconstrucción de la ruina y la búsqueda de la tumba de Santa María en sus alrededores. La tumba de María no está debido a que ella fue asunta en cuerpo y alma al cielo.
Reconocimiento:
En 1896, tras una consulta hecha por el papa León XIII a los descubridores, éste decidió que la casa era un monumento que debía investigarse. Para que el sitio se transformara en un ámbito de veneración, la Iglesia Católica lo reconoció como lugar oficial de peregrinación en 1951. Concretamente, después de la definición del dogma de la Asunción en 1950, el Papa Pío XII proclamó la casa como «lugar santo» , privilegio que, más adelante, le conferiría, con carácter permanente, el Papa Juan XXIII. Más adelante ha sido visitada por los papas Pablo VI, Juan Pablo II , Benecito XVI y Francisco.
Datos de Sor Marie:
Sor Marie de Mandat-Grancey (1837-1915) era una gran devota de la Santísima Virgen María. Con el tiempo, su devoción la condujo a buscar el hogar de María en Éfeso, en la Turquía de hoy en día.
La tradición nos cuenta que después de que un Jesús agonizante confiara a María al apóstol Juan, ambos se establecieron en Éfeso un tiempo después de la Resurrección. Allí vivieron durante varios años, hasta la Asunción de María al cielo.
El hogar donde vivió se perdió en la historia hasta que sor Marie lo encontró, no sin esfuerzo, para preservarlo.
Marie se crio en una familia noble y entró en la comunidad de las Hijas de la Caridad en 1857.
Su primer destino fue un orfanato francés, donde cuidaba, junto a otras seis hermanas, a 55 huérfanos.
Se convirtió en directora de la Asociación de los Hijos de María y disfrutaba enseñando a los hijos a estar más unidos al Inmaculado Corazón de María. “Sed como María”, les decía sor Marie.
Diez años más tarde, en 1870, durante la guerra franco-prusiana, fue designada superiora en un orfanato a las afueras de París. Fue una época caótica y peligrosa, pero en sus 16 años allí, sor Marie nunca falló a sus huérfanos ni a sus hermanas. Construyó un segundo orfanato y usó sus propios recursos familiares para cuidar de los niños y de sus hermanas.
Entonces, respondió a la llamada del papa León XIII para que misioneros franceses ayudaran en Oriente Medio. En 1886, fue destinada a un hospital francés en Smyrna (ahora Esmirna), en Turquía. El hospital estaba en condiciones deplorables, y sor Marie usó de nuevo los fondos de su propia familia para realizar mejoras para los pacientes y el personal, mientras que ella vivía en la pobreza.
Durante su tiempo en este lugar, leyó a los escritos de la mística alemana beata Ana Catalina Emmerich sobre la vida de la Virgen María y san Juan en Éfeso. Los escritos de Emmerick se basaban en las visiones que había tenido de la vida de María, incluyendo visiones de su casa.
Convencida de que este lugar sagrado debía ser encontrado y honrado, sor Marie empezó una misión con este objetivo. Instó a dos sacerdotes amigos a leer los escritos de la beata Ana y los tres juntos determinaron que la casa habría existido a poca distancia del lugar donde, providencial mente, ellos mismos estaban destinados.
La primera expedición de búsqueda para encontrar la casa de María tuvo lugar en julio de 1891. El grupo, compuesto por los sacerdotes, sor Marie y unos guías, fueron en burro y utilizaron el libro de revelaciones particulares de la beata Ana como mapa. El 29 de julio, creyeron haber encontrado la casa.
Con la orientación de sor Marie, los arqueólogos identificaron las ruinas del hogar del siglo I, con una iglesia del siglo IV construida sobre él.
El 21 de octubre de 1891, sor Marie recibió autorización para adquirir la propiedad a su nombre. Pidió a su padre el dinero necesario para comprar no solo la zona de la casa, sino toda la montaña donde se encontraba. La propiedad fue adquirida el 15 de noviembre de 1892. A continuación, trabajó sin descanso para restaurar la casa y convertirla en un lugar de peregrinación.
Sor Marie permaneció en esta zona, atendiendo tanto a musulmanes como cristianos, hasta su muerte.
Durante la restauración, encontraron tres piedras de la chimenea que se cree fue construida por el apóstol. La piedra angular fue entregada a la capilla de la familia Mandat-Grancey en Francia, como reconocimiento por la vida santa de sor Marie.
La hermana Marie vivió una vida desinteresada, virtuosa, obediente y caritativa. La causa de su beatificación se abrió el 21 de enero de 2011, en la diócesis de Saint Joseph, en Kansas City, Missouri.