Celebrando Corpus Christi en el hospital. Consuelo y bendición en medio del dolor.

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Hasta las inmediaciones del Hospital Luis Tisné, ubicado en la Comuna de Peñalolén, llegaron este viernes 12 de junio, nuestros cohermanos, los Padres Álvaro Tamblay y Cristopher Groff, para celebrar con el personal sanitario y los enfermos con Coronavirus.

Estos sacerdotes ya son parte del personal oficial de este Hospital, realizan la contención emocional y espiritual al personal sanitario, como también la visita a los enfermos del Coronavirus, todos los viernes, dando un gran testimonio de solidaridad con las familias que más sufren, a causa de la pandemia. Esta labor, nace de la necesidad de realizar un soporte espiritual en el Hospital con todo el personal y ayudar con los sacramentos a los enfermos que están más graves, a causa del Coronavirus, ayudándolos a morir bien y entregándose por completo a esta labor. Además en las próximos días, se creará un Departamento del buen morir en el Hospital. La idea es atender a la situación de gravedad en que se encuentra  una gran cantidad de contagiados. Entre otras cosas, se está posibilitando que algunos, mediante una tablet, puedan despedirse de sus familiares antes de morir y a quienes están menos graves, se les contacta con sus familias, para que sepan en que condición están. Todo esto porque están prohibidas todo tipo de visitas a los enfermos, a fin de evitar nuevos contagios.

Pero en medio de todo esto, se ha celebrado la Solemnidad del Corpus Christi, con una procesión interna en todo el Hospital con la presencia Eucarística expuesta en la custodia, bendiciendo a su paso, a los médicos, enfermeras y todo el personal a cargo del cuidado de los más enfermos. Muchos se alegraron del paso del Señor, diciendo que necesitaban, más que nunca, una bendición y a cada grupo se le invitaba a orar unos minutos frente al Señor Sacramentado. Fue una experiencia muy enriquecedora para los dos sacerdotes más jóvenes de la Provincia, que están trabajando arriesgadamente, dando testimonio de que, para los vicentinos, los pobres son nuestro peso y nuestro dolor. Esta procesión recorrió cada rincón del Hospital, para después de esta celebración, dar paso a la visita a cada enfermo COVID-19, como se hace cada viernes, con todas las medidas de seguridad, para evitar que se contagien nuestros misioneros, pero con la misión específica de llevar paz, consolación, amor y solidaridad hacia aquellos que están sufriendo.

Esta actividad ayudó a que muchas personas, en este tiempo, revaloricen el encuentro con Dios, como una opción que puede ayudar muchísimo, en momentos duros de cansancio de los profesionales. Es una buena noticia y sirve, cuando muchas veces, el sistema están colapsando. El personal quedó muy emocionado por la visita del Señor, porque muchos que no habían alcanzado, se devolvían para recibir la bendición. Muchos oraron con mucha fe y otros se asombraban del paso, acogiendo con espíritu de fe, la bendición para ellos y para sus familiares que están preocupados por el riesgo que corren.