En nuestra casa de formación en Macul se ora, se estudia, se come, se ríe y también se trabaja físicamente…
En diciembre recién pasado, luego que cada estudiante concluyó sus exámenes y trabajos académicos, vino un tiempo de “poner la casa en orden”. Había muchos lugares que limpiar y ordenar – la casa no es pequeña- pero principalmente había que resolver un problema urgente: cortar toda la maleza que había crecido durante el año y que a esta altura estaba seca y será combustible fatal para un potencial incendio. Por la propia seguridad y la de algunos vecinos algo molestos, había que emprender ese trabajo.
Durante varios días nuestros estudiantes se dieron en cuerpo y alma a ese duro trabajo. De paso, había que preparar la casa para la Navidad, había que acoger a los cohermanos que vinieron para la reunión de fin de año… y como si fuera poco, enfrentar la emergencia surgida en el segundo piso del pabellón antiguo donde la estructura que sostenía los termos en el entretecho cedió y se derramó abundante agua que inundó todo ese sector de la Casa.
Y en medio de esas ocupaciones, llegó la Navidad, la que celebramos, como corresponde, en comunidad y además desarrollando los servicios pastorales propios de esa fiesta, en las distintas comunidades de nuestra parroquia.
También pudimos participar en el saludo navideño entre Hijas de la Caridad y misioneros, que este año tuvo lugar en la Casa Central de Alameda.
Y el 31 de diciembre nos fuimos a Valparaíso, para esperar en esa ciudad el nuevo año, el 2023. Allí compartimos con la familia de nuestro director, el P. Fernando Macías, en su casa; como también con la comunidad de misioneros de Playa Ancha. Lamentablemente, justo este año, no hubo el tradicional espectáculo Año Nuevo en el Mar, tan característico de esta ciudad. Pero sí pudimos, en las últimas horas del 2022, dar paseo en lancha por ka bahía de Valparaíso.
Vueltos a Santiago, reordenamos la casa después de las fiestas y el martes 10 de enero partimos había Quilpué, a la Parroquia Nuestra Señora del Rosario, donde nos recibió el párroco, Pbro. Jorge Romero. En esa ciudad y específicamente en el sector de Pompeya Sur, desarrollamos una misión. Allí existe una comunidad puesta bajo la protección de Nuestra Señora de Guadalupe. Hay mucha pobreza, drogas y otras miserias. Tuvimos dificultades con el transporte y mo todos nos recibieron bien, pero esto no fue razón para dejarnos vencer.
Visitamos a las familias en sus casas, bendijimos sus hogares, compartimos con ellos, difundimos la devoción a la Medalla Milagrosa.
La Misión concluyó el domingo 22 de enero, con 14 bautismos.