El pasado miércoles 22 de julio, Chile entero estaba a la expectativa del gran paso que esperábamos dar, en cuanto a nuestros fondos previsionales. El Senado, ratificó, ese día, por abrumadora mayoría, lo acordado dos días antes por la Cámara de Diputados y que era la respuesta al anhelo de muchos y muchas, al aprobar -mediante una reforma constitucional- la posibilidad de retirar el 10% de esos fondos, desde las Administradoras de Fondos de Pensiones, más conocidas por pa sigla AFP. El viernes -después que los Diputados, en un tercer trámite legislativo, confirmaran esa decisión, el presidente de la República, Sebastián Piñera, quien junto a su conglomerado, se había opuesto tenazmente a la medida, no tuvo otra opción que promulgar la reforma en cuestión.
Esto tiene un gran significado histórico, ya que es primera vez que estas instituciones administradoras deberán entregar, de forma masiva, dinero a sus afiliados.
Pero hagamos un poco de historia: El Seguro Obrero fue la primera entidad creada para resguardar los intereses de los trabajadores y para dar la posibilidad de que se comenzara a generar un ahorro para su vejez. Estamos hablando de principios del siglo XX, y después de la elaboración de la Constitución de 1925. Este sistema fue mejorándose poco a poco, haciéndose solidario y dando la posibilidad de que todos los trabajadores y trabajadoras que impusieran un monto de su salario, tuvieran una pensión vitalicia ,para la la cual el estado también hacia un pequeño aporte. Este ente dependía directamente del Estado, y no hacia ningún tipo de inversión en la banca, sino que más bien resguardaba los recursos recibidos, por lo que si bien es verdad, que no había una chttps://vicentinos.cl/apitalización de los recursos de los trabajadores, tampoco estos tenían mermas en sus finanzas. Con principios similares, se creó también, las cajas de previsión para los empleados particulares, para los empleados públicos, para los miembros de la Defensa Nacional y otras.
Con posterioridad al golpe de Estado de 1973, los vencedores, tanto militares, como civiles, se preocuparon de destruir totalmente el tinglado estatal existente hasta ese momento, y con la aparición en escena de la Constitución de 1980, la que consagro la existencia del libre mercado y la aparición de los alumnos del economista norteamericano Milton Friedmann y su famosa escuela de Chicago, la que consagra la libre competencia de la empresa privada. Un economista chileno, hijo de un ex embajador del gobierno del Presidente Frei Montalva, que se había formado en esta escuela, José Piñera, hermano del actual presidente. Piñera, en su calidad de Ministro del Trabajo de la Dictadura, ideó un nuevo modelo previsional, en el que y el Estado no tendría que hacerse cargo de esta pesada carga que es el ahorro previsional, sino que sería un nuevo ente -por supuesto privado- que lo hará por él. Es así como nacen las Administradoras de Fondos de Pensiones, entidades creadas por privados, con carácter empresarial, que haciendo muchas promesas a los trabajadores: si se afiliaban a una AFP, traspasando sus los dineros, que hasta en ese momento eran administrados por las Cajas de Previsión, podrían alcanzar ganancias que complementarían esos fondos y que les generarían un aumento considerable de sus rentas. Esto, en el futuro, les daría la posibilidad de tener una pensión similar al sueldo que en ese momento estaban ganando.
Muchos trabajadores entusiasmados por la idea de recibir en el futuro una pensión similar a un sueldo, se cambiaron y otros fueron obligados por sus empleadores a hacerlo. Recordemos que estamos hablando de los años ochenta y de una dictadura que defendía siempre los intereses de los empresarios por sobre los de los trabajadores, y que las organizaciones sindicales estaban en manos de personas serviles al régimen imperante, o eran organizaciones clandestinas, no reconocidas.
En ese tiempo, el Estado entregaba pensiones bajas a quienes estaban en su sistema, pero eran de por vida. El nuevo sistema, al principio parecía maravilloso. Las aseguradoras hacían inversiones en la bolsa de valores y comenzaron a recibir ganancias. Algunas que no supieron hacer y mantener estas rentabilidades fueron quebrando y las más grandes o las que pertenecían a consorcios más poderosas se fueron comiendo a las más pequeñas.
Al retornar la democracia, el sistema de libre mercado se fue reacomodando a los nuevos tiempos y los gobiernos también vieron una fuente de recursos en estas empresas, así que con la bendición de los gobiernos de la Concertación y luego con el primer gobierno de Piñera, al sistema previsional se le hizo algunos retoques un poco más bondadosos y ha continuado manteniéndose en el tiempo y el espacio.
Sin embargo, con el paso del tiempo, el sistema comenzó a mostrar su verdadero rostro, el del negocio que había detrás. Las pensiones no eran tan suculentas como se esperaba, las ganancias no llegaban a los trabajadores, sino principalmente a los empresarios, dueños de ellas y al haberse dado la autorización en tiempos del presidente Ricardo Lagos para que estas administradoras pudieran invertir los dineros de los afiliados en la banca extranjera, las pérdidas de dinero se hacían cada vez más fuertes, según los avatares del mercado, pero ahí no las asumía la empresa, sino los propios contribuyentes.
La problemática fue cada vez mayor, además el dinero para las pensiones de quienes debían jubilar era calculado según tasas de mortalidad y este se terminaba y la AFP se desligaba del pensionado, dejándolo sumido en la miseria, situación que se da hasta hoy.
El sistema fue importado a otros países de la región, como fue el caso de Perú, Colombia y Argentina. Sin embargo, en estos países, sus legisladores tomaron los resguardos del caso y dejaron además de éste, los antiguos sistemas previsionales, la posibilidad de que si el afiliado no se siente cómodo, pueda volver al sistema del cual salió y la posibilidad de que el afiliado pueda retirar parte de sus ahorros previsionales, en algún momento, para palear alguna situación difícil. Ninguna de las posibilidades antes mencionadas se había dado en nuestro país.
Es por eso que, la posibilidad de retirar un 10 % de nuestros dineros es todo un logro. Porque da la posibilidad de que sean las personas las que determinen qué van a hacer con ese dinero que es suyo. Las AFP hicieron una verdadera campaña del terror, inclusive con ciertas amenazas. Lo importante, es que la gente no se dejó amedrentar y el clamor popular, silenciado por muchos años, se hizo sentir en el parlamento chileno, quien tuvo la gran posibilidad de hacerse eco del clamor popular y de las necesidades reales de las gente.
Esperamos que en un futuro no muy lejano, podamos establecer un sistema previsional centrado en los seres humanos, en cada una de las personas que lo conformamos, y podamos ser dueños de nuestros dineros. Que tengamos la capacidad de saber qué se hace con nuestros dineros y que el Estado asuma un rol regulador real frente a los entes fagocitantes de la empresa privada. Confío en el que el NO MÁS AFP deje de ser un sueño y se convierta en una realidad para todos y todas.
Alejandro Fabres, C.M: