A las 12.03 del mediodía de hoy, jueves 5 de diciembre, falleció en la Casa de Hermanas Mayores, Nuestra Señora de la Asunción, Sor Genoveva Tolson, que tenía 106 años de edad y 85 años de vocación.
Sor Genoveva había nacido el 18 de mayo de 1913 y había ingresado a la Compañía el 25 de enero de 1934. Su infancia y juventud la vivió en Viña del Mar.
Le asistió en sus últimos momentos el P. Gerardo Díaz, que a esa hora llegaba a la casa para celebrar la misa cotidiana junto a las Hermanas.
Sor Genoveva es ampliamente conocida, especialmente en la Comuna de Macul, donde por varios años, dirigió la Escuela Regina Mundi y había sido declarada ciudadana ilustre de la Comuna.
Sus funerales, fueron programados para este sábado 7 de diciembre, en que se celebra la misa de exequias, a las 9.30 horas, en la Capilla Nuestra Señora de los Rayos, Venecia 1640, Independencia y luego será sepultada en el Mausoleo Vicentino, en el Cementerio general de Santiago.
Sor María Elena (ése era su nombre civil) Tolson Daydi nació en Viña del Mar, el 18 de mayo de 1913, en el seno de una familia acaudalada, de origen inglés. Su abuelo vino a Chile como Embajador de Gran Bretaña. Lo más seguro es que sus antepasados eran anglicanos.
María Elena era una chica normal, como las hijas de familias acomodadas. Le gustaba la diversión, la vida de sociedad, se relacionaba con jóvenes de su clase. Le gustaba fumar, bailar, salir con chicos, especialmente con cadetes de la Escuela Naval (eran algo así como la élite en la sociedad porteña y viñamarina…)
Todo esto cambió, cuando decidió entrar a la Compañía de las Hijas de la Caridad. Da la sensación de que recibió un llamado muy fuerte de parte del Señor, porque su vida cambió radicalmente. El 25 de enero de 1934, a los 21 años, entró al Seminario de la Compañía y comenzó su vida como Hija de la Caridad. Su adaptación a la vida de Comunidad no debió ser fácil. Según su propio testimonio, todo esto le costó mucho, sobre todo algunas cosas, como el dejar de fumar. Sin embargo, iría creciendo en ella el amor por los pobres, lo que le impulsó a este cambio tan radical.
Su primer destino fue el Asilo Baquedano. Allí se dedicó a servir a niños muy pobres, que habitualmente llegaban muy sucios, descalzos, enfermos, víctimas de una cruel miseria. Ahí aprendió a mar a esos niños y a sufrir por ellos y con ellos. Tenía que luchar constantemente para atenderlos, vestirlos y darles de comer. Compartió con ellos la necesidad y en alguna ocasión durmió en el suelo, cediendo su cama a algún niño, ya que la pobreza era tal que las camas no alcanzaban para todos y debía dormir varios en una cama. A esos niños maltratados y abandonados por la sociedad, dedicó su juventud, las primicias de su vocación de servicio y amor a los pobres.
Posteriormente fue enviada a la Escuela San Fidel, que estaba ubicada en el centro de Santiago. De allí, partió junto con la Escuela a su nueva ubicación en Macul, donde se le cambiaría el nombre para ser denominada Regina Mundi.
En Regina Mundi fue directora, durante 20 años. Se dedicó por entero a esa querida Escuela y a su internado. Ahí creó la Banda y compuso el himno de la Escuela. La Banda llegó a ser muy famosa en los desfiles, en ese entonces en la Comuna de Ñuñoa. Ella desfilaba junto con sus niños, y eran desfiles tan impecables, que la Ilustre Municipalidad de Ñuñoa la condecoró con la Medalla de Oro y la declaró Hija Ilustre de la Comuna. Por aquellos tiempos la llamaban cariñosamente “Juana de Arco”. Algunos también -según supe, la llamaron “la Generala”.
Posteriormente, al crearse la Comuna de Macul, siendo ella un verdadero personaje en el sector, fue declarada Hija Ilustre de esa Comuna, por el alcalde Don Sergio Puyol, gran amigo de la Compañía de las Hijas de la Caridad y de la Familia Vicentina.
Sor Genoveva amó entrañablemente a los niños de Regina Mundi. Siempre tuvo una buena relación con los padres y apoderados, como también con los profesores. Por esa razón, en Macul siempre se la recuerda con cariño, por las varias generaciones que formó. A sus niños los acompañó, muchas veces, por mucho tiempo después que dejaron de ser niños.
Luego fue enviada a Valparaíso, donde fue Directora de la Escuela Lourdes y de su internado. Cuando la Escuela Lourdes se fusionó con la Escuela santa Ana, ella siguió a cargo del internado Lourdes.
Los niños y su formación fueron su gran pasión y su pobreza y postergación fueron siempre su gran dolor.
Sin embargo, supo “reconvertirse”, cuando fue destinada durante nueve años en el Hogar El Atardecer, donde además de hacerse cargo de la administración del Hogar, creo un coro con los ancianos, a quienes les buscó una profesora, ya que ella no era buena para el canto. Personalmente se encargó de confeccionar el vestuario para los integrantes del coro. También creó un taller de manualidades y organizó una presentación de la obra “la pérgola de las flores”, presentación a la que asistió la mismísima Anita González, la Desideria, que había sido la actriz principal, en la puesta en escena original de la obra.
En el Hogar ya no contaba con la vieja y grandota camioneta que tenía en Regina Mundi, que al final hacía andar prácticamente a patadas… Recuerdo haber estado a bordo de esa camioneta, cuando ésta ya no quería andar y la Hermana se bajaba, abría el capó y movía algo (quizá un alambrito) y la camioneta seguía funcionando.
En atardecer, se movilizaba siempre en micro, para realizar todas las gestiones que le correspondía, en su calidad de administradora. Alguna vez, la Hermana Sirviente le preguntó cuántas micros había tomado ese día y ella le contestó que eran algo así como nueve…. Y esto sucedía cuando ella ya tenía más de 80 años.
Sor Genoveva era -como no- una mujer de oración. Amaba especialmente el rezo del Rosario. Le gustaba hacer rosarios y así sembraba la semilla del amor a la Virgen y de la oración
Además de las obras mencionadas, Sor Genoveva trabajó también ex Casa Provincial de calle Venecia. Sus días, en este mundo, concluyeron apaciblemente, después de una larga vida, en la Casa de la Asunción, este jueves 5 de diciembre.
CdlR, cm