Importante visita de representante de la Familia Vicentina Internacional

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Una visita a Chile, está realizando, desde el domingo 28 de abril, el señor Mark McGreevy, Coordinador Internacional de la Iniciativa Global de la Familia Vicentina para personas sin hogar. El objetivo principal de esta visita es la firma de un convenio entre esta instancia de la Familia Vicentina y el Estado de Chile, para favorecer a las personas en esa situación.

Previo a las actividades oficiales, que comenzaron el día 1 de mayo, el Señor McGreevy, compartió con los misioneros de la Casa Central, donde se hospedó durante los días 28 al 30 de abril. También visitó Valparaíso y estuvo en la Parroquia San Vicente de Paúl de  Playa Ancha.

El martes 30 tuvo un encuentro con los líderes de la Familia Vicentina en Chile, -además de otros invitados- en el Seminario San Vicente de Paúl, en Macul. En esa ocasión, dictó una conferencia sobre la labor que ellos están realizando y sobre la petición que se ha hecho para que, en cada país, se concrete una obra en favor de las personas sin hogar, de parte de la Familia Vicentina, titulada «13 casas», en alusión a las trece casas que construyó San Vicente, para los pobres, con una donación que recibió del Rey Luis XIII. Insistió en que se trata de una obra en colaboración entre las distintas ramas de la Familia Vicentina, así como en la  obra realizada por San Vicente, colaboraron Misioneros, Hijas de la Caridad y las Caridades.

Mark McGreevy permanecerá hasta el domingo 5 de mayo, en nuestro país.

Mensaje de la 50ª Asamblea General de Superioras y Superiores Mayores

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Los días 29 y 30 de abril, se realizó en la Casa de Ejercicios de Padre Hurtado, la 50ª Asamblea General de la Conferencia de Superiores y Superioras Mayores de Chile, Conferre, en la cual participó nuestro Visitador, P. Fernando Macías.

Esta 50ª Asamblea General emitió el siguiente Mensaje, dirigido a todos los miembros de las Comunidades perteneciente a Conferre:

“…Pero tu dejaste el mejor vino para el final”
(Juan 2, 10)

Hermanas y Hermanos:

1.-Reunidos en Asamblea general anual de la Conferencia de Religiosos de Chile, un gran grupo de representantes de la Vida Religiosa del país queremos acercarnos por este medio, para compartir con ustedes lo que hemos experimentado, reflexionado y caminado en este encuentro, con- templando al icono de las Bodas de Caná que nos ha propuesto la Conferencia de Religiosos de América Latina y el Caribe, CLAR, para este trienio 2018-2021.

2.- También nosotros y nosotras somos invitados con Jesús y sus discípulos a esta fiesta de alianza, vivida con alegría y entusiasmo, en la que nos encontramos sorpresivamente con María, que ya estaba allí. Bajo su mirada hemos podido reconocer, en medio de tanto bien que el Espíritu realiza a través de nuestra vocación en esta boda, la falta de vino en algunos ámbitos de nuestra propia vida religiosa: pesimismo estéril, comunidades en las que se vive el maltrato, adormecidas, con escasa llegada al mundo de los jóvenes de hoy, con abusos de poder, situaciones todas que van dejando cicatrices a personas a las que se les ha destrozado su capacidad de amar. Frente a esta realidad, nuestra fe está siendo desafiada a buscar signos de vida y esperanza, a transformar nuestros estilos de relación, a ver en los jóvenes el ahora de Dios, estar en los espacios donde ellos están y ver en cada joven una tierra sagrada donde hay que entrar a pie descalzo, a trabajar ahora en los cimientos de la reconstrucción, impulsados con la confianza y claridad con que María aconseja a los sirvientes: hagamos lo que él nos diga, hagámoslo.

3.- Como servidoras y servidores libres, también queremos llenar hasta arriba las estériles tinajas de piedra de la purificación. Nos sentimos invitados e invitadas a dejarnos guiar por este amado Jesús que nos transforma y convierte en discípulos y discípulas que escuchan, que se hacen cargo de las situaciones difíciles que enfrentamos, que servimos, que damos espacio para el protagonismo real de los jóvenes, que queremos estar atentos a las necesidades de los demás, con ojos admirados para mirar el trigo que hay en medio de la cizaña, que acompañan, que dan res- puesta y se adelantan a las necesidades de nuestros hermanos y hermanas, que comparten la vida. Así colaboramos en el surgimiento del vino nuevo que nos trae en abundancia Jesús, y que hace revivir la fiesta del Reino.

4.- Es un vino nuevo inesperado, un fruto que no hemos cultivado, y que nos lleva a valorar y comprometernos con los distintos dones de la sinodalidad que nos propone Jesús y que están creciendo entre nosotros y nosotras: la fraternidad, la complementariedad, la diversidad, la humanización, la crisis como oportunidad de vida nueva, el laicado que colaborativamente saca adelante la misión de la Iglesia en el mundo de hoy, el trabajo en redes, el permanecer en la fidelidad como lo hizo María, que permanece antes, durante y después en el proceso de la vida y el evangelio de su hijo.

5.- Hermanas y hermanos, nos sentimos llamados a continuar la fiesta del Reino. Desde nuestra Asamblea, les invitamos a la alegría y a la confianza, estando presentes, sensibles, valorando la diaconía de tantas personas que construyen en silencio la Iglesia de cada día, viviendo desde dentro las situaciones cotidianas, como María en Caná, que nos provoca a volver a centrar nuestra mirada y nuestra vida en Jesús.

 

Padre Hurtado, 30 de abril 2019