La casa de la Virgen de Éfeso – Descubrimiento Vicentino

La Casa de la Virgen María es un lugar religioso cerca de Éfeso, a siete kilómetros de Selcuk, donde, según la tradición del lugar, el apóstol San Juan, huyendo de la persecución en Jerusalén, llevó a la Virgen María tras la crucifixión de Cristo hasta su bienaventurada Asunción.

La religiosa alemana Ana Catalina Emmerick habría tenido una visión de María, en su casa, sin haber visitado el lugar, cuya descripción fue publicada, posteriormente, por el escritor Clemens Brentano. Desde su descubrimiento a fines del siglo XIX, el lugar es un destino de peregrinos cristianos y musulmanes.

Descubrimiento:

En 1891 los sacerdotes vicentinos  Poulin y Jung del colegio francés de Esmirna creyeron haber encontrado la casa descrita en los libros publicados sobre las visiones de Ana Catalina  Emmerick.  La religiosa Hija de la Caridad sor Marie de Mandat- Grancey  compró el terreno al Estado turco, y los descubridores comenzaron con la reconstrucción de la ruina y la búsqueda de la tumba de Santa María en sus alrededores. La tumba de María no está debido a que ella fue asunta en cuerpo y alma al cielo.

Reconocimiento:

En 1896, tras una consulta hecha por el papa León XIII a los descubridores, éste decidió que la casa era un monumento que debía investigarse. Para que el sitio se transformara en un ámbito de veneración, la Iglesia Católica lo reconoció como lugar oficial de peregrinación en 1951. Concretamente, después de la definición del dogma de la Asunción en 1950, el Papa Pío XII proclamó la casa como «lugar santo» , privilegio que, más adelante, le conferiría, con carácter permanente, el Papa Juan XXIII. Más adelante ha sido visitada por los papas Pablo VI, Juan Pablo II , Benecito XVI y Francisco.

Datos de Sor Marie:

Sor Marie de Mandat-Grancey (1837-1915) era una gran devota de la Santísima Virgen María. Con el tiempo, su devoción la condujo a buscar el hogar de María en Éfeso, en la Turquía de hoy en día.

La tradición nos cuenta que después de que un Jesús agonizante confiara a María al apóstol Juan, ambos se establecieron en Éfeso un tiempo después de la Resurrección. Allí vivieron durante varios años, hasta la Asunción de María al cielo.

El hogar donde vivió se perdió en la historia hasta que sor Marie lo encontró, no sin esfuerzo, para preservarlo.

Marie se crio en una familia noble y entró en la comunidad de las Hijas de la Caridad en 1857.

Su primer destino fue un orfanato francés, donde cuidaba, junto a otras seis hermanas, a 55 huérfanos.

Se convirtió en directora de la Asociación de los Hijos de María y disfrutaba enseñando a los hijos a estar más unidos al Inmaculado Corazón de María. “Sed como María”, les decía sor Marie.

Diez años más tarde, en 1870, durante la guerra franco-prusiana, fue designada superiora en un orfanato a las afueras de París. Fue una época caótica y peligrosa, pero en sus 16 años allí, sor Marie nunca falló a sus huérfanos ni a sus hermanas. Construyó un segundo orfanato y usó sus propios recursos familiares para cuidar de los niños y de sus hermanas.

Entonces, respondió a la llamada del papa León XIII para que misioneros franceses ayudaran en Oriente Medio. En 1886, fue destinada a un hospital francés en Smyrna (ahora Esmirna), en Turquía. El hospital estaba en condiciones deplorables, y sor Marie usó de nuevo los fondos de su propia familia para realizar mejoras para los pacientes y el personal, mientras que ella vivía en la pobreza.

Durante su tiempo en este lugar, leyó a los escritos de la mística alemana beata Ana Catalina Emmerich sobre la vida de la Virgen María y san Juan en Éfeso. Los escritos de Emmerick se basaban en las visiones que había tenido de la vida de María, incluyendo visiones de su casa.

Convencida de que este lugar sagrado debía ser encontrado y honrado, sor Marie empezó una misión con este objetivo. Instó a dos sacerdotes amigos a leer los escritos de la beata Ana y los tres juntos determinaron que la casa habría existido a poca distancia del lugar donde, providencial mente, ellos mismos estaban destinados.

La primera expedición de búsqueda para encontrar la casa de María tuvo lugar en julio de 1891. El grupo, compuesto por los sacerdotes, sor Marie y unos guías, fueron en burro y utilizaron el libro de revelaciones particulares de la beata Ana como mapa. El 29 de julio, creyeron haber encontrado la casa.

Con la orientación de sor Marie, los arqueólogos identificaron las ruinas del hogar del siglo I, con una iglesia del siglo IV construida sobre él.

El 21 de octubre de 1891, sor Marie recibió autorización para adquirir la propiedad a su nombre. Pidió a su padre el dinero necesario para comprar no solo la zona de la casa, sino toda la montaña donde se encontraba. La propiedad fue adquirida el 15 de noviembre de 1892. A continuación, trabajó sin descanso para restaurar la casa y convertirla en un lugar de peregrinación.

Sor Marie permaneció en esta zona, atendiendo tanto a musulmanes como cristianos, hasta su muerte.

Durante la restauración, encontraron tres piedras de la chimenea que se cree fue construida por el apóstol. La piedra angular fue entregada a la capilla de la familia Mandat-Grancey en Francia, como reconocimiento por la vida santa de sor Marie.

La hermana Marie vivió una vida desinteresada, virtuosa, obediente y caritativa. La causa de su beatificación se abrió el 21 de enero de 2011, en la diócesis de Saint Joseph, en Kansas City, Missouri.

San Francisco de Sales, amigo de San Vicente de Paúl

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Hoy, 24 de enero, la Iglesia recuerda a San Francisco de Sales, patrón de los periodistas y escritores católicos a cuyo amparo e intercesión la Iglesia confía a todas aquellas personas que se dedican a la noble profesión del periodismo y al oficio de escribir.

La devoción y la defensa de la fe que caracterizaron a este santo y doctor de la Iglesia son puestas como modelo para los periodistas y escritores, cuyo norte debe ser siempre la difusión de la verdad y la edificación de la humanidad.

Desde este portal web gestionado por profesionales del medio, queremos felicitar y enviar nuestra gratitud a todos los compañeros comunicadores que trabajan fielmente al servicio de la verdad y la información, su compromiso, responsabilidad y ética, asumiendo la grandeza de informar, comunicar y establecer grandes lazos con todas la comunidades.

San Francisco y San Vicente de Paúl

En octubre de 1618, Francisco llega por tercera vez a París. Será en esta ocasión, que sepamos con seguridad, cuando Vicen­te de Paúl va a tener la oportunidad de conversar e intimar direc­ta y largamente con el santo Obispo de Ginebra.

La estancia de Francisco en París se prolongará durante todo un año. A este encuentro llega un Francisco de Sales que, según su propia confesión, «ya iba declinando su vida hacia la vejez», pero, sobre todo, llega un obispo que ha plasmado en su vida el modelo delineado por el Concilio de Trento, y un santo que des­borda amor de Dios en el trato personal e irradia ese amor en el corazón de sus interlocutores. Su figura suscita admiración y reconocimiento universal, desde la gente sencilla de su diócesis hasta el grupo elevado de numerosos espirituales que se esfuer­zan por la renovación de la Iglesia en Francia. La misma nobleza y Corte Real se disputan su presencia.

2.1. Encuentro y ternas a tratar

Francisco de Sales llega a París para solicitar la mano de la joven Cristina, hermana de Luis XIII, para el Príncipe del Piamonte, primogénito de su Alteza Carlos Manuel. Hasta entonces, desde 1602, invariablemente el Duque se había opuesto a su pre­sencia en la Corte de París. Ahora, Francisco gozará de todo un año, entre octubre de 1618 y septiembre de 1619, para responder a las solicitudes de quienes quieren escuchar su predicación, recibir sus consejos y orientaciones, charlar y confesarse con él. Entre aquellos a los que el Santo Obispo de Ginebra va a prestar especial atención, figura Vicente de Paúl.

Sin duda, Vicente conocía ya mucho del santo Obispo. La huella que Francisco había dejado en la Corte y en el pueblo de París con sus más de cien predicaciones durante 1602, se mante­nía profunda y activa. Pero, en particular, seguía vivo el rescol­do de su animación espiritual en el entorno del círculo de Madame Acarie. Vicente participaba sin duda de ese aprecio e influjo de la espiritualidad del santo Obispo de Ginebra.

Conocía al Santo Obispo por su doctrina espiritual, amplia­mente divulgada a través de la publicación en 1608 de la Intro­ducción a la «Vida Devota», que, según confiesa el mismo Fran­cisco, «ha sido muy bien acogida en Francia», y seguramente también a través del «Tratado del Amor de Dios», cuya primera edición es de 1616.

Y es probable que lo hubiese tratado personalmente en su época de párroco de Chátillon-les-Dombes, perteneciente a la diócesis de Lyón, a donde Francisco acudía a predicar y donde acababa de establecer el primer monasterio de la Visitación fuera del Ducado de Saboya. Ciertamente las reglas de la Cofradía de la Caridad están inspiradas en la Introducción a la Vida Devota. Además parece difícil explicar la amistad tan íntima y familiar que surgirá de pronto entre los dos santos a raíz del encuentro de París. Sin embargo, carece de fundamento la afirmación de un primer encuentro el año 1602.

Según Pedro Coste, el primer encuentro directo y personal entre Francisco y Vicente de Paúl, al menos en París, tuvo lugar seguramente a finales de diciembre de 1618. Cuando Francisco de Sales llega a París el 10 de noviembre, Vicente de Paúl esta­ba de visita por tierras de Montmirail en compañía de la Señora de Gondi. El intermediario de ese primer encuentro fue proba­blemente Pedro de Bérulle, con quien Francisco de Sales trató sobre la formación del clero. Pero a ese primer encuentro siguie­ron otros más personales, seguramente a través de los señores de Gondi, que se movían en el círculo del ilustre visitante y aprecia­ban sobremanera al señor Vicente. No hay que olvidar que el entonces obispo de París era el Cardenal de Gondi, quien traza­ría un plan para retener a Francisco en París, proponiéndole el nombramiento de coadjutor con derecho a sucesión.

Si tuviéramos que hacer un guión de los coloquios manteni­dos entre los dos santos, anotaríamos los siguientes puntos:

El tema eclesial, especialmente en lo referente a la refor­ma del clero y a la evangelización del pueblo sencillo y la atención a los pobres.

El tema personal, que permite a Vicente compartir con el Santo Obispo sus inquietudes apostólicas y la vocación a la que se siente llamado.

El coloquio y la intimidad espiritual que se establece entre los dos.

2.2. Plena sintonía y gran familiaridad

El mutuo aprecio y familiaridad que surge entre los dos, hace suponer a P. Coste que los dos santos estaban «hechos para comprenderse amarse». En la misma línea se manifiesta Luis Abelly, al considerar la elección que Francisco y la Madre Chan-tal hacen de Vicente para Director del monasterio de la Visita­ción recién fundado en París, a pesar de que «había por aquellos días en París varios sacerdotes sabios, virtuosos y de más edad que el señor Vicente».

En este caso no se trataba sólo de una impresión, sino que res­pondía a la realidad de una relación íntima. Así nos lo confirma­rá Vicente en diversas ocasiones y de forma solemne en la Decla­ración tomada a Vicente el 17 de abril 1628 para la Beatificación de san Francisco. «Muchas veces me honré con el trato de Fran­cisco de Sales», confiesa Vicente. «Añadiré además —continúa—, basándome en el trato familiar con que me honró, que abriendo conmigo su corazón me dijo una vez que, cuando predicaba, se daba cuenta de que alguno le movía interiormente»’.

El nivel de la confianza depositada por Francisco de Sales en Vicente, lo expresa una confidencia que el Santo Obispo le con­fía en presencia de la Madre Juana Francisca Frémiot, viuda de Chantal, que había llegado a París el 6 de abril de 1619, llamada por Francisco para la fundación del nuevo monasterio de la Visi­tación. Les confía el mismo Francisco: «¡Qué bien he humillado a nuestras hermanas, que se esperaban que iba a decir maravi­llas en tan buena compañía!». Se trataba del primer sermón que Francisco predicó al día siguiente de su llegada a París en pre­sencia de la corte y del auditorio más selecto. Este tipo de con­versaciones tan íntimas no eran casuales, sino habituales. En otra ocasión llegó a confesar a Vicente que no podía leer sus pro­pios escritos sin llorar. «Supe de su propia boca por haberlo visto en su trato familiar, que solía derramar lágrimas, cuando repasaba los capítulo de los libros que él mismo había compues­to, pues se daba cuenta de que todas aquellas cosas las había escrito tan excelentemente, no por su propio ingenio, sino bajo la inspiración de Dios». La confianza e intimidad con que le solía tratar el santo Obispo hace exclamar a Vicente en un momento de su Declaración en el proceso de Beatificación: «Sé a ciencia cierta».

Por su parte, la admiración y veneración que Vicente de Paúl llegó a profesar a san Francisco de sales, creció de día en día. «Cuando repaso en mi mente las palabras de este siervo de Dios, excitan tanto mi admiración que me muevo a creer que ha sido el hombre que mejor copió al Hijo de Dios, mientras moró en esta tierra». Llamó especialmente la atención de Vicente la bondad desbordante que transmitía en sus conversaciones perso­nales al hablar del amor de Dios. Esto le hizo exclamar en una ocasión en que repasaba en su interior la idea de la bondad de Dios, que Francisco le había manifestado: «¡Qué bueno eres, Dios mío, cuando tan amable es esta criatura vuestra!».

A Vicente que, según Abelly, «era de natural bilioso y de un temperamento vivo y, por consiguiente, muy inclinado a la cólera», se le grabó en el fondo del alma este modelo. Ya antes se esforzaba en moderar su temperamento, que, además, inquie­taba especialmente a la señora de Gondi, porque pensaba que estaba disgustado por alguna queja contra su casa. Desde el encuentro con Francisco de Sales intensificó este esfuerzo. Nos cuenta Abelly «que la primera vez que lo vio, reconoció enseguida en su aspecto, en la serenidad de su rostro, en la manera de tratar y de hablar una imagen muy clara de la man­sedumbre de Nuestro Señor Jesucristo, que le había ganado el corazón».

Pero también Francisco de Sales, refiere su confesor Miguel Favre, había declarado «que no era dulce tanto por inclinación natural como por esfuerzo”. Más aún, como un día su herma­no, probablemente Juan Francisco, le mostrase su admiración por como había dominado su cólera, el Santo le confesó que «en muchas ocasiones, la cólera le hervía en el cerebro como hierve el agua en un cacharro puesto al fuego, pero que por la gracia de Dios, aunque tuviera que morirse por la violencia que tenía que hacerse para resistir esa pasión… jamás diría una palabra en su defensa».

En el retiro de Soissons de 1621, según asegura P. Collet’, Vicente le rogó a Dios que le cambiase ese temperamento brus­co y le concediese uno dulce y benigno. Poco después, nos dice Jean Calvet, quedó curado por una gracia especial, precisamen­te a la muerte de Francisco de Sales en 1622, como si fuese «la última sonrisa de su amigo’. Ya al final de su vida, confiesa a sus misioneros con evidente humildad: «Hace tanto tiempo que estudio esta lección y todavía no me la he aprendido».

Lo que el mismo Vicente recomienda al P. Codoing, es que desconfíe de los fervores naturales, ya que el espíritu de Dios procede con suavidad y con toda humildad. Y le confirma que, al comienzo de proyectar la Misión, hizo expresamente un retiro en Soissons por ese motivo, y añade: Dios quiso escucharme.

José Mª López Maside,

CEME, 2008

Comunicado del Postulador General

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El pasado 7 de noviembre se revió la presente carta del P. Serhiy Palvlish, C.M., presentando la nueva página de la Postulación de la Congregación de la Misión (https://congregatiommissionis.org/postulazione/), que, si bien está solamente en italiano, prontamente se publicará en los otros idiomas oficiales de la CM.

En dicha página se podrá conocer fácilmente las vidas y gracias recibidas por intercesión de nuestros santos y beatos, venerables y Siervos de Dios.

También nos ofrecen un modo fácil y llevaderos para la solicitud de reliquias de los nuestros, cumpliendo con las cláusulas estipuladas.

 

La Reliquia de Carlo Acutis Inspira Oración por los jóvenes en la Diócesis de Valdivia Previo a la JNJ La Serena 2025

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Con caravanas, cantatas, rosarios, oración por los enfermos, oración de los padres por los hijos, visitas a hospitales y asilos de ancianos, colegios y encuentros de jóvenes, se vivió en la Iglesia de Valdivia el paso de la Reliquia de Primer Grado del Beato Carlo Acutis.

La Pastoral Juvenil de la Diócesis de Valdivia gestionó la visita de la reliquia de Carlo Acutis, con el objetivo de motivar la oración en torno a la peregrinación hacia la Primera Jornada Nacional de Juventud (JNJ) que se realizará en enero próximo en la ciudad de La Serena, JNJ 2025.

La reliquia inició su recorrido en la ciudad de La Unión, siendo recibida con gran alegría por el párroco Luis Gallardo y la comunidad de la Parroquia San José. Luego continuó su camino hacia la Parroquia Inmaculada Concepción de Río Bueno, visitando también el Colegio Santa Cruz.

La posta fue recibida por la Vicaría San Pedro de Lago Ranco, donde también se vivieron espacios de oración, y fue llevada luego en caravana de autos decorados hasta la localidad de Llifén, donde se entregó a la Parroquia San Conrado de Futrono. Este encuentro marcó la unión de dos de los grupos de jóvenes que peregrinarán a la JNJ, aprovechándose la instancia para conocerse y compartir la experiencia de profundizar en la figura de Carlo Acutis.

Desde Futrono, la reliquia se trasladó a Valdivia, donde fue recibida con mucha emoción por las comunidades de la Parroquia Preciosa Sangre, Parroquia San Pablo, Colegio Santa Marta y la Parroquia Nuestra Señora del Carmen de Collico, siendo finalmente entregada al Instituto Inmaculada Concepción de Valdivia, donde fue visitada por la comunidad educativa.

El recorrido continuó hacia la ciudad de Paillaco, en la Parroquia Nuestra Señora de Lourdes, donde fue acogida por la Pastoral Juvenil que lleva el nombre del Beato. Desde allí, la reliquia continuó su camino hacia la ciudad de Los Lagos, siendo recibida por los vicentinos en la Parroquia Todos Los Santos durante su fiesta patronal. Donde estuvo presente el P. Gastón Otárola Parada, actual Visitador, su párroco el P. Gabriel Fuentes y el vicario parroquial el P. Cristopher Groff.

La última visita de la reliquia fue en la Parroquia Nuestra Señora de la Merced, donde el 3 de noviembre fue entregada a Camilo Olmos Oyaneder, del Instituto Secular Voluntas Dei, quienes están ubicados en la parroquia Santísima Trinidad de Limache, ubicada en Avenida Republica 995.

La Coordinación de Pastoral Juvenil de la Diócesis agradece a cada una de las comunidades que abrió sus puertas para la visita y que, con esmero y dedicación, prepararon las actividades que acompañaron a la reliquia, superando todas las expectativas. Solo queda agradecer a Dios por su paso en medio nuestro a través del testimonio de amor eucarístico y mariano que Carlo Acutis deja como modelo para los católicos de hoy, y pedir especialmente su intercesión por cada uno de los jóvenes de nuestra Diócesis.

¡Entrevista del Postulador General, P. Serhiy Pavlish, CM, con el Superior General, P. Tomaž Mavrič, CM, sobre la inminente beatificación del seminarista vicenciano Ján Havlík!

La beatificación de Ján Havlík es un momento de gran gracia para la Iglesia en Eslovaquia

Querido P. Tomaž, ¿cómo ve la beatificación del seminarista eslovaco Ján Havlík?

En primer lugar, es un momento de gran gracia para la Iglesia en Eslovaquia, pero también para todo nuestro Movimiento de la Familia Vicenciana presente en todo el mundo. Por un lado, el rito de beatificación es el reconocimiento oficial del martirio de Jánko Havlík, por el cual estamos agradecidos al Santo Padre Francisco. Pero para nuestro Movimiento de la Familia Vicenciana es también una oportunidad para ver una vez más la vitalidad y actividad de nuestro carisma. El Beato Janko nos muestra con su ejemplo cómo logró encarnar la espiritualidad y el carisma vicenciano en su vida, en un período histórico específico y difícil. Del ejemplo de su vida vemos que el amor misericordioso hacia el prójimo es inventivo y elocuente, y nos anima a pensar e imitar (seguir). El testimonio de la vida del Beato Janko muestra que vale la pena ser valientes en hacer misericordia al prójimo, porque al final, el recompensador será el Padre celestial. Por lo tanto, veo la solemnidad de la beatificación de un miembro del Movimiento de la Familia Vicenciana como una invitación celestial a renovar el espíritu de misericordia hacia los necesitados, así como un estímulo para estar siempre listos para “encarnarla” en nuestra vocación.

Quería ser sacerdote, misionero, pero no lo logró y murió debido a crueles torturas. ¿Cómo puede inspirarnos su historia hoy?

El Venerable Jan Havlik fue perseguido por su fidelidad a la Iglesia Romana, por su aspiración al sacerdocio y por su religiosidad. Fue condenado por perseverar en su deseo de convertirse en sacerdote, negándose a continuar sus estudios en las instituciones académicas organizadas por el estado ateo.
Él no realizaba actividades directas contra el régimen comunista; sin embargo, no quería abandonar los valores de la fe y la doctrina cristiana. Su condena es una expresión de evidente odio hacia la fe, pero Janko deseaba vivir y expresar su vocación sacerdotal según el carisma caritativo y misionero de la Congregación de la Misión de San Vicente de Paúl, siguiendo a Cristo de la manera más auténtica posible.
La figura y la vida de este Siervo de Dios, diría, es un testimonio luminoso para muchos jóvenes, no solo en lo que respecta a la fe, sino también a la entrega total de la vida hasta el martirio, sin ceder a las ideologías imperantes contrarias al Evangelio y a la Iglesia. Además, es un testimonio de celo apostólico incluso en condiciones totalmente difíciles y peligrosas.
Cada mártir es un testigo; el fuerte y significativo testimonio de fe, dado por el Siervo de Dios, creo que puede ser muy significativo para la Iglesia y para el mundo, en vista de la siempre presente necesidad y exigencia de una eficaz proclamación del Evangelio y de una fructífera y extendida evangelización y testimonio de vida, que haga que cada cristiano, según la especificidad y unicidad de su propia “vocación personal”, sea un testigo.

¿De qué maneras te inspira en el camino hacia el Jubileo?

Sorprende, y al mismo tiempo nos inspira, la tenacidad con la que lograba anunciar el Evangelio a otros prisioneros e infundirles esperanza. Aceptó cada injusticia y maltrato, y cada sufrimiento y enfermedad con un espíritu de paciencia, unido a los sufrimientos de Cristo.
En prisión, el Siervo de Dios vivía la gracia del momento. Su tiempo estaba dedicado a la misión. Se sentía corresponsable de todas las personas con las que vivía y pensaba que todos deberíamos interesarnos más por ellos y dar testimonio de nuestra fe. Repetía a sus hermanos encarcelados que mostraran ahora lo que llevaban dentro, lo que realmente pensaban de su vocación misionera, que él había soñado desde joven. En prisión lo llamaban “el sacerdote” porque profesaba sus valores cristianos y no ocultaba su vocación. Incluso después de su liberación, Janko testimoniaba la fe, siempre considerando el lugar donde estaba como un territorio de misión.
En prisión, Janko tenía una actitud misionera. Colaboraba con los sacerdotes encarcelados y organizaba misas secretas tras las cuales llevaba la comunión a los prisioneros. Profesaba abiertamente su fe delante de los guardias. En la espiritualidad del Siervo de Dios se nota el elemento sacrificial, sacerdotal. Siempre era consciente de pertenecer a la Congregación de la Misión, y por eso estaba dispuesto a sufrir e incluso a sacrificar su joven vida. Quiso asumir las penas asignadas a otros. Era consciente de que no le quedaba mucho tiempo de vida, por lo que ofreció toda su vida como sacrificio a Dios.

¿Asistirás a la ceremonia de beatificación en Šaštín y cuál es tu programa en Eslovaquia?

Voy a Eslovaquia con gran alegría, teniendo la oportunidad de participar en todos los eventos previstos en el programa, que culminarán con el Rito de Beatificación del Venerable Siervo de Dios JÁN HAVLIK el 31 de agosto de 2024 en Šaštin, en la Basílica de los Siete Dolores de la Virgen María, a las 10:00 horas, presidido por el Representante del Santo Padre, el Cardenal Marcello Semeraro, Prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos.
Pero mi corazón también está lleno de gran gratitud a Dios por la oportunidad de compartir esta alegría con los miembros del Movimiento de la Familia Vicenciana presentes en Eslovaquia y con todos los fieles que participarán en las celebraciones.
P. Serhiy Pavlish, C.M. – Postulador General
para el Equipo de Comunicación para la Celebración de la Beatificación