Oración por Chile en Playa Ancha – Valparaíso

Como es una tradición en Playa Ancha, desde hace 13 años, el sábado 5 de octubre tuvo lugar, en el Colegio María Auxiliadora la «Oración Interconfesional por Chile 2024». El evento tenía como frase motivadora «Cristo, Esperanza y Futuro para Chile».

En esta Oración participaron: Iglesia Cristiana para las familias; Iglesia de Dios; Misiones Mundiales; Iglesia Evangélica Metodista de Valparaíso y las parroquias San Vicente de Paúl, Medalla Milagrosa y Jesús el Buen Pastor.

También participó el Grupo Folklórico Corazones Cuequeros de Playa Ancha y dos alumnas de la Carrera Técnico en lenguaje de señas de la Universidad de Playa Ancha.

Participaron dos pastores y dos pastoras, además de los tres párrocos y un buen número de fieles de las diversas comunidades. También asistieron representantes del Ejército y de la Armada y algunos políticos.

La exhortación u homilía estuvo a cargo del párroco de San Vicente de Paúl, el P. Carlos de la Rivera, C.M.

Fiesta San Vicente de Paúl

Viernes 27 de septiembre se celebra la memoria de San Vicente de Paúl, santo que ha tocado los corazones de tantas personas, sacerdotes, hermanos, laicos y feligreses. y que con su vida quedó demostrado que el amor y la entrega por el prójimo, es dar sin esperar nada a cambio.

 

 CELEBRACIONES DE NORTE A SUR.

 

En la comunidad de Copiapó, la celebración tuvo lugar en el templo Catedral de la Diócesis «Nuestra Señora del Rosario» en ella se reunieron las distintas ramas de nuestra Familia Vicentina para celebrar los 40 años del colegio «San Vicente de Paúl» de las Hijas de la Caridad. En esta ocasión su pudieron reunir, ambos Visitadores, Sor Maria Eliza, P. Gastón Otárola, además de contar con la presencia del director de hermanas, el P. Sergio Plana, del mismo modo acompañaron los PP. Rodis Christensen, Alberto Torres y Álvaro Tamblay, además de un gran número de hermanas, laicos, alumnos y profesores.

 

y por supuesto, que las actividades en nuestras comunidades locales no se hicieron esperar, empezando por la celebración de la Parroquia Santísima Trinidad de Copiapó, Eucaristía que estuvo presidida por nuestro Padre Visitador, y su párroco P. Alberto Torres, C.M, en esta ceremonia, la comunidad de A.I.C, renovaron sus promesas.

La solemne Eucaristía de la Parroquia San Vicente de Paúl de Playa Ancha, estuvo presidida por el P. Luis Chávez, vicario parroquial, que estaba celebrando su 30º aniversario de ordenación sacerdotal y la homilía la pronunció el párroco, P. Carlos de la Rivera.

En la homilía, el predicador subrayó que San Vicente es un modelo a seguir por todos nosotros y que, él en seguimiento de Jesús, se hizo Buena Noticia para los pobres. También hizo referencia al aniversario sacerdotal del P. Luis, resaltando sus características personales y el hecho de que es en esta parroquia donde inició su ministerio, como vicario y luego como párroco por diez años. Finalmente, llamó a «reavivar a nuestra parroquia», superando los obstáculo que se ha tenido por diversas razones.

Concluida la Eucaristía, se realizó un brindis en los patios de la parroquia.

Posteriormente, en Santiago de Chile, en la Capilla de la Virgen de la Medalla Milagrosa donde hacen vida las Hijas de la Caridad, se reunieron, tras la convocatoria de la FAMVIN las distintas ramas que sirven en Santiago. La Eucaristía fue presidida por el Cardenal Celestino Aós Braco y por parte de los misioneros vicentinos estuvieron presentes los PP. Pablo González, David Paniagua, Jorge Manríquez, Danilo Gallardo y los seminaristas. Cabe resaltar la decoración de la Capilla, la cuál, se veía realmente hermosa, digna de está celebración.

También en la Casa Central de Alameda, donde la iglesia estaba de fiesta patronal, se celebró una misa bastante significativa con gran número de feligreses, quienes participaron de una manera alegre y agradecidos por formar parte de la espiritualidad de San Vicente. Presidió la Eucaristía el P. Víctor Rodríguez, C.M. En su homilía hizo énfasis «en las nuevas pobrezas, a las cuales debemos saber dar respuestas, ya que eso hizo el Santo de la caridad al cual recordamos. Debemos acordarnos también de las personas que sufren a nuestro lado, los adultos mayores, niños, enfermos…» Concelebraron los PP. Jorge Manríquez y Danilo Gallardo. Al finalizar la celebración, el padre Danilo Gallado procedió a bendecir el «agua bendita de San Vicente» para los enfermos y de igual esta se entregó con un pan donado por las Hermanas mayores Hijas de la Caridad. «El pan de los pobres» de San Vicente de Paúl.

 

En la Parroquia Santa María Reina del Mundo, el 28 de septiembre la Familia Parroquial celebró la solemnidad de San Vicente de Paúl, «el apóstol de caridad».
Con la presencia de Monseñor Luis Migone, el Párroco P. Pablo González, Padre David Paniagua, Diácono Patricio Lagar, el hermano «Polo», Seminaristas Jeffrey Zuniga y Daniel Vallejos, a las Hermanas Hijas de la Caridad, y a quienes representaron a las comunidades.

 

Con una buena cantidad de fieles, se celebró la Solemnidad de San Vicente de Paúl, en la Parroquia Todos Los Santos de Los Lagos, su párroco el P. Gabriel Fuentes, C.M. en su homilía, resaltó la vida y figura de San Vicente, y como su modelo de santidad es tan actual como lo fue en su tiempo, además de cómo el ejemplo de su vida es un camino alcanzable. Llamados a vivir intensamente la caridad y el tiempo personal que dispongamos para trabajar por el prójimo. En esta ceremonia, acompañó el P. Cristopher Groff, C.M, participaron también tres hermanas de nuestra comunidad (Cecilia, Lorena, Tamara).

Posteriormente a la Eucaristía, se compartió un ágape fraterno, celebrando al Santo de la Caridad.

Agradecemos a todas las comunidades que hicieron llegar imágenes de éstas celebraciones, para compartirlas con la Provincia y la Congregación.

 

Equipo de Comunicaciones Provincia de Chile. 

Agua Bendita de San Vicente

El día 27 de agosto se dió inicio a lo que será la tradicional «agua bendita de San Vicente». Tras el artículo que se publicó en nuestra página sobre este sacramental y su tradición en la Congregación, se dió inicio a esta agua bendita en favor de los enfermos. Para ello se dispuso de una pila de agua bendita y una oración para pedir la intercesión del santo.

 

El padre Jorge Manríquez, luego de la misa, bendijo la pila y bendijo el agua con la bendición aprobada por la iglesia que es introduciendo una reliquia en el agua y su oración.

 

Cada 27 de mes repartiremos está agua a quienes necesiten de ella para la salud del cuerpo y del alma.

 

 

Beatificación de Ján Havlík (Seminarista Vicentino)

Janko Havlik nació el 12 de abril de 1927 en Vlékovany, cerca de Skalica (actual Dubovce), Eslovaquia; en el seno de la familia de un obrero pobre, Karol Havlik, y su esposa Justina, de soltera Pollékova. En su currículum vitae manuscrito se lee: “Como quería continuar mis estudios, asistí durante dos años a la Escuela Cívica de Holic, donde caminaba 6 km al día. Al cabo de dos años empecé a ir al gimnasio de Skalica, en bicicleta todos los días, lo que suponía 36 km diarios”.

Janko creció en tiempos de gran crisis económica, que aumentó en el panorama de la Segunda Guerra Mundial. En esta situación, se trasladó a Banska Bystrica en 1943, e ingresó en la Escuela Apostólica, ”Seminario Menor”, de la Congregación de la Misión de San Vicente de Paúl, al tiempo que completaba sus estudios de bachillerato. Tras la guerra, el régimen político cambió radicalmente. El “febrero victorioso de 1948“, como se le llamó, significó el advenimiento del totalitarismo comunista y el comienzo de una lucha abierta contra la Iglesia.

Janko Havlik era uno de los jóvenes sobre los que el poder totalitario iba a ejercer toda la eficacia de su brutalidad. El 29 de octubre de 1951 fue detenido junto con los demás seminaristas de la Congregación en Nitra. La terrorífica policía estatal lo interrogó y torturó durante 16 meses, abandonándolo al hambre y al frío. Tras el juicio, que duró del 3 al 5 de febrero, fue condenado a diez años de prisión. A finales de febrero de 1953, Janko Havlik fue escoltado al campo de Jachymov como minero en la mina de uranio. En este ambiente de fatiga y sufrimiento descubrió que si no podía ser sacerdote, podía ser misionero.

Le dice a su querido amigo Anton Srholec: “Me siento como en una misión. Ningún misionero podría elegir un lugar de misión mejor y más difícil”.

Se sometió a un segundo juicio en 1959 y se añadió otro año a su condena. Incluso en prisión fue interrogado, maltratado, torturado y dejado sin comida y a la intemperie. Siempre se comportó con valentía. En agosto de 1961, Janko se desmaya en el trabajo. El diagnóstico en la enfermería es: “El estado del paciente requiere hospitalización inmediata“. Cuando pudo salir de la cárcel, lo enviaron a casa como enfermo terminal. Del joven que una vez había sido tan fuerte como un abeto, sólo quedaba una ruina. Pero hasta que el Señor le llamó a Sí, todavía se las arregló para describir su experiencia espiritual, sus pensamientos y sus oraciones, escribiendo dos pequeños pero densos cuadernos “El Vía Crucis de las Almas Pequeñas” y “Diario”. Son importantes porque nos permiten descubrir sus conversaciones personales con Dios, y pueden convertirse en una guía fiable para todos aquellos que quieran ir a Dios con él.

A pesar de todo, Janko no había bebido su copa de amargura hasta el fondo. Cuando el sonido de la ambulancia se difundía por el pueblo, todos sabían que Janko está siendo trasladado al hospital de Skalica. Los agentes le espían constantemente. Su último aliento llegó el 27 de diciembre de 1965. Janko Havlik muere repentinamente en la calle, sin testigos, el día de su santo patrono, San Juan Evangelista a la edad de 37 años. Muere en las horas de la mañana. De pie. Lo encuentran en una de las calles de Skalica, apoyado en la pared, junto al depósito de cenizas de una casa.

Llevó una vida santa: devoto, excelente en el canto, dotado en la palabra, devoto de la Virgen María, perseverante y amante de la oración. El 9 de junio de 2013 comenzó la investigación diocesana sobre el martirio del Siervo de Dios.

La redacción de la “Positio super martyrio” está en curso.

El próximo 31 de agosto el Cardenal Marcello Semeraro beatificará en Sastin a Ján Havlík, miembro de la Congregación y mártir de la fe. Dejamos esta infografía para irnos preparando para la fiesta que unirá Cielo y tierra a finales de este mes. Acudamos a la intercesión de Ján Havlik para pedir su te inquebrantable, su ejemplo de perdón y misericordia y su amor por el carisma vicentino.

Comparte la infografía para que llegue a más personas.

 

EL AGUA BENDITA DE SAN VICENTE

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El Agua Bendita de San Vicente para los enfermos

En el proceso de la beatificación del siervo de Dios Vicente de Paúl se enviaron y aprobaron 56 milagros de géneros diversos, pero todos de gran importancia. Entre aquellos milagros se encuentran algunos obtenidos mediante el uso del agua donde se había sumergido alguna reliquia del siervo de Dios. Recordamos algunos:

1.     En el año 1704 un tal Michelle Lepinè, pequeño comerciante de París, sufría de un escirro en el bazo y de úlceras en el hígado, males declarados incurables por el médico después de todos los remedios previstos. Encontrándose en el final de su vida, una Hija de la Caridad le aconsejó hacer una novena al siervo de Dios Vicente de Paúl y beber un poco de agua en la cual se había introducido una tela con la sangre del mismo siervo de Dios. Terminada la novena y habiendo bebido cada día de ese agua, se encontró perfectamente curado.

2.     La superiora de las Ursulinas del Monasterio de Tarbes Aquitania Sor Anna Damon en el año 1703, por causa de una gran caída, se quedó paralítica, casi inmovilizada y con fiebre altísima. Considerando el triste suceso de la buena superiora, una monja del mismo monasterio muy devota del venerable Vicente de Paúl, su paisano, propuso a la enferma de rezar una novena en honor al siervo de Dios, dándole de beber al mismo tiempo el agua en donde se sumergió un fragmento de una carta escrita por el venerable. Apenas terminada la novena, finaliza la fiebre, recupera el movimiento de las extremidades y la enferma es totalmente curada.

3.     De la misma manera es curado en París, en 1703, el señor Santiago Gran de una peligrosa e insanable disentería; y la hermana Inés, Ursulina de Arles, de unas fiebres tercianas. Todos estos ejemplos se producen antes del inicio del proceso de beatificación. De hecho, en el año 1682, una hermana Ursulina del monasterio de Dax estaba afectada de enajenación mental, todos los remedios aplicados habían resultado inútiles. Un hermano de la misión, Lostalot, le sugirió beber un poco de agua donde se había sumergido un papel con la firma autografíada del difunto señor Vicente, y la hermana afectada se curó perfectamente, así lo escribe el mismo Hermano Lostalot el 23 de septiembre de 1682.

De estos y otros casos similares sucedieron en los procesos y hubiesen ocurrido otros muchos si los sacerdotes de la misión hubiesen difundido la práctica y hubiesen usado, quizás, para ello, una bendición especial del agua sanadora.

Si bien es cierto que en el siglo diecinueve los misioneros de la provincia napolitana usaban una fórmula propia para bendecir el agua de san Vicente, y con la misma, obtenían muchas y milagrosas curaciones de enfermos, especialmente la de los niños y las madres en peligro de muerte: quizá san Vicente quería continuar desde el cielo la curación que hacía a los pobres niños abandonados.

 

Mientras tanto en el año 1881 pasaba por Nápoles el desaparecido P. Fiat, superior general de la Congregación de la Misión, sucesor de san Vicente. Conociendo que los Misioneros de Nápoles usaban una fórmula especial para bendecir el agua de san Vicente para los enfermos mientras introducían en la misma cualquier reliquia o medalla del santo, y habiéndose informado de los milagros que se conseguían, quiso difundir esta práctica a toda la Congregación, obteniendo la aprobación de la Santa Sede, concedida al año siguiente, con cualquier modificación de la fórmula antes usada en Nápoles. Esta fórmula o rito para bendecir el agua de san Vicente es introducida en el Apéndice de los rituales romano siendo propia de la Congregación de la Misión; aunque si algún sacerdote la pide se le facilita sin problema por parte del Superior general, los visitadores o por otro superior de los sacerdotes de la Misión.

Extendido en todo el mundo el uso de bendecir el agua con la invocación de san Vicente de Paúl para la curación de los enfermos, cada año se multiplicaban los efectos prodigiosos recogidos por los Annales de la Misión. Incluso en China Mons. Rouger, vicario apostólico de Kiang-sí, mostraba que en el año 1884 se curó un anciano por medio del agua bendecida de san Vicente.

 

De esta manera, el P. Fiat acudió a la Santa Sede, pidiendo esta gracia que le fue concedida por la Sagrada Congregación de Ritos el 16 de marzo de 1882, como se encuentra consignada en el Appendix del Rituale Romanum (No.52. Pág. 642). He aquí la fórmula, que podemos usar:

BENDICIÓN DEL AGUA CON LA INVOCACIÓN
DE SAN VICENTE DE PAÚL
Aprobada por la Sagrada Congregación de Ritos—16-III-1882
(en favor de los enfermos)

Oremos:
Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, que con tu bendición levantas y fortaleces nuestra frágil condición, mira con bondad a este servidor tuyo (o a esta servidora tuya) enfermo (a); y por intercesión de San Vicente de Paúl, aparta de él (de ella) la enfermedad, fortalécelo (a) con tu poder, para que, recuperada la salud, y lleno (a) de prosperidad, pueda reincorporarse a la comunidad de sus hermanos y pueda darte gracias en tu Iglesia. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

Se sumerge en el agua la medalla o reliquia de San Vicente de Paúl, y se mantiene sumergida hasta el final de la siguiente oración:

Bendice, +Señor, esta agua para que sea un remedio saludable para el género humano; y, por intercesión de San Vicente de Paúl cuya medalla (reliquia) sumergimos, concédenos que todos quienes la utilizaren con fe reciban la salud del cuerpo y la protección del alma. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

SAN VICENTE DE PAUL, MIRANOS CON BONDAD Y ACUDE EN AYUDA DE NUESTROS HERMANOS ENFERMOS.
Autor: P. Mario Villar, C.M.

Reflexiones en tiempos de Pandemia

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El Visitador de la Provincia, P. Fernando Macías, ha hecho llegar a cada misionero, la siguiente carta circular, con motivo de la emergencia que se vive, nivel planetario, por la pandeemos del corona virus.

 

A todos los misioneros de la Provincia:

“La enfermedad nos hace ver lo que somos”
(San Vicente de Paúl)

Queridos hermanos:

Con estas iluminadoras palabras de nuestro fundador, hago llegar un fraterno saludo a cada uno de ustedes, con un gran deseo de unidad entre nosotros, en esta situación difícil que enfrentamos como humanidad, debido a la pandemia del Coronavirus.

Quisiera saber cómo están ustedes, las comunidades y cada uno también. Y saber también de la salud de sus familiares y colaboradores en el servicio misionero. Es necesario que estemos comunicados, hoy más que nunca, debido a la gravedad de esta catástrofe, porque según se presume, pasará mucho tiempo en que no nos podremos encontrar, ya que como dicen los expertos y las autoridades, lo peor de la pandemia está por venir.

No quiero ahondar en todos los datos e informaciones que recibimos en forma constante y que nos provocan tanto dolor. Cada día nos entristece saber de los casos sospechosos, infectados, y fallecidos. Aún no tenemos información oficial de parte de nuestros superiores, acerca del número de cohermanos, hermanas y laicos vicentinos contagiados y fallecidos en los distintos países. Como información preliminar sólo sabemos de la muerte de una hija de la caridad en España, a causa del Coronavirus, Sor Tomasa García. Junto con ello, nos hemos enterado de los contagiados de este virus, cohermanos en la Casa Madre de París, Hijas de la Caridad de España, y seguramente de otros lugares. Tengámoslos presentes en nuestras oraciones.

Retomando la frase de nuestro fundador: la enfermedad nos hace ver lo que somos, mucho mejor que la salud y que en los sufrimientos es donde la impaciencia y la melancolía, atacan a los más decididos”. Creo que estas sabias palabras pronunciadas hace tanto tiempo, nos pueden ayudar a darnos cuenta de lo esencial de la vida -que muchas veces es invisible a nuestros ojos- ante esta terrible enfermedad que afecta al mundo y a la que nosotros no estamos ajenos.

San Vicente nos invita a descubrir nuestra esencia como misioneros de los pobres. Con esta gran tormenta que nos azota, con la que se nos vienen abajo todas nuestras planificaciones, proyecciones, asambleas; nuestros programas pastorales y la planificación de la vida congregacional, a nivel general, provincial y local, y de aquello que pensábamos que era lo más importante; la “sacra rigidez” de nuestras estructuras, además de nuestros brillos personales… Cuando está en juego nuestra propia vida y la de los demás, todo pasa a segundo plano. Por ello, parafraseando a nuestro fundador, decimos que la enfermedad es la mejor escuela de virtudes.

Seguramente el sufrimiento de esta pandemia no sólo nos llena de impaciencia y melancolía. Seguramente hay otras sensaciones que estamos experimentando, a nivel personal y comunitario: el desánimo, la frustración, la irritabilidad, el aburrimiento, los enojos… Y es aquí donde sobreviene la pregunta de cómo ser misioneros de la Buena Noticia, en medio de este caos interior y exterior. Cómo podemos evangelizar, cuando ya no podremos celebrar Semana Santa con el Pueblo de Dios. No podemos celebrar misas y sacramentos en forma pública, no podemos llevar la Buena Noticia a los fieles y a los que no creen… y tantas otras acciones que estamos acostumbrados a realizar, en bien de los pobres.

Me surge la pregunta: ¿Cómo ser misionero en este momento concreto de nuestra vida?

Frente a esta interrogante, dejémonos iluminar con las palabras de nuestro fundador, en esta oración, que sale de las entrañas de la caridad que lo animaba:

“¡Oh Salvador! ¡ Tú que tanto sufriste y que moriste para redimirnos y mostrarnos cómo este estado de dolor podía glorificar a Dios y servir a nuestra santificación, concédenos que podamos conocer el gran bien y el inmenso tesoro que está oculto en el estado de enfermedad!

“Por medio de él, hermanos míos, se purifica el alma, y los que carecen de virtud tienen un medio eficaz para adquirirla. Es imposible encontrar un estado más adecuado para practicarla: en la enfermedad la fe se ejercita de forma maravillosa, la esperanza brilla con todo su esplendor, la resignación, el amor de Dios y todas las demás virtudes, encuentran materia abundante para su ejercicio. Allí es donde se conoce lo que cada uno tiene y lo que es, la enfermedad es la sonda con la que podemos penetrar y medir con mayor seguridad hasta donde llega la virtud de cada uno,si hay mucha o poca, o ninguna. En ningún sitio, se ve mejor como es uno que en la enfermería . Ésa es la mejor prueba que tenemos para reconocer quien es el más virtuoso y quién no lo es tanto; esto nos hace ver que importancia tiene que conozcamos bien la manera de portarnos debidamente en las enfermedades.” (SVP XI, 760-761).

Que estas hermosas palabras de nuestro Padre nos sirvan para progresar en el camino de nuestra propia perfección en el carisma vicentino.

Se nos ha invitado a no salir de nuestra casa, o como diría de San Vicente, a ser “cartujos en casa”. Esto nos ayudará a fortalecer nuestra vida espiritual, sacramental y comunitaria, ya que por el ajetreo ordinario y por nuestro celo misionero, no siempre tenemos toda la paz y tranquilidad que quisiéramos; la misión y el apostolado, a veces, lo impide. Por lo tanto, los exhorto a que en estos tiempos en casa, podamos potenciar nuestras lecturas espirituales personales y comunitarias; darnos un tiempo para el estudio personal y en común. Y no menos importante, darnos tiempo para compartir de manera creativa y lúdica -en la recreación comunitaria- para estrechar nuestros lazos fraternos y superar las fragilidades de nuestras relaciones humanas, las que tantas veces son un mal testimonio en nuestra entrega misionera. Como decía nuestro querido Padre Antonio Elduayen, que acaba de fallecer: “de lo malo siempre se puede sacar algo bueno”. Por eso, los animo a la audacia y a la creatividad para fortalecer y reinventar nuestra vida comunitaria y espiritual.

Con respecto a nuestra vida apostólica, sabemos que se nos invita a utilizar la tecnología, para mantener la fe y la esperanza, unidos a los hermanos que servimos. También se nos pide mantener la comunicación, a través de las llamadas telefónicas, video llamadas, whatsapp y otros medios, con las personas que son más frágiles y con compañeros de misión. Sabemos que muchos están utilizando este modo para acompañar al pueblo de Dios y para acompañarnos entre nosotros.

Sabemos que las autoridades y los especialistas en este tema, nos orientan a quedarnos en casa, a no movernos, ya que, en estas circunstancias, quedarse en casa es una actitud responsable, prudente y lógica para enfrentar la pandemia que nos ataca. Todo pensando en el propio bien y en el de los demás. Creo que nuestras mentes y nuestros corazones entienden bien esto y podemos acomodarnos, para así evitar el celo indiscreto.

Pero no puedo evitar el pensar en cuántos pobres, enfermos y ancianos están solos y abandonados, sin nadie que les ayude o que se interese si tienen para comer o no, si tienen alguien para higienizar su casa, o quién les dé el pan de la esperanza y la bendición de Dios. Ante esto, ¿qué podemos hacer? ¿cómo ser más audaces y creativos, como saber trabajar en redes, con nuestros laicos?, si no podemos realizarlo por nosotros mismos? ¿cómo vivir hoy, dos de nuestras virtudes vicentinas fundamentales: la mortificación y el celo. Como evitar, lo que decía San Vicente: ser misioneros caracoles, cuya energía sólo se gasta en encerrarse en su concha? Se me viene a la mente, la imagen de la entrega valiente de Margarita Nasseau, la valentía de Rosalie Rendu, la abnegación y el martirio de Juan Le Vacher, cautivo en Argel, del Padre Blatiron y sus compañeros misioneros, muertos en 1657, a causa de la Peste en Génova… y así muchos, que han derramado la sangre con la bandera del carisma vicentino, sin olvidar el trabajo abnegado, en nuestro país, del P. Delaunay y los cohermanos, durante la epidemia del Cólera, a finales del siglo 19.

He querido compartir con ustedes esta reflexión y agrego este hermoso texto, de cuando San Vicente habla a los misioneros del celo de una hija de la caridad.

“La reina le ha escrito a la señorita Le Gras, y a mí también, para que enviemos otras hermanas a Calais a fin de asistir a esas pobres gentes; así lo haremos. Hoy saldrán cuatro para allá. Una de ellas, de unos cincuenta años , vino a verme el viernes pasado al hospital, donde yo estaba, para decirme que había sabido que habían muerto dos hermanas en Calais y que venía a ofrecerse para ser enviada en su lugar, si me parecía bien. Le dije: «Hermana, pensaré en ello». Y ayer vino a saber la respuesta que iba a darle. Fijaos, hermanos míos, que gran celo demuestran esas pobres hermanas al ofrecerse de ese modo. ¡Ofrecerse para ir a exponer su vida como víctimas, por amor a Jesucristo y por el bien del prójimo! ¿Verdad que es admirable? Yo no sabría que decir a todo esto, sino que esas pobres hermanas serán nuestros jueces en el día del juicio; sí, hermanos míos, esas hermanas serán nuestros jueces en el juicio de Dios si no estamos dispuestos, como ellas, a exponer nuestra vida por Dios. Y el que todavía no ha llegado a eso, creedme, puede decirse de él que todavía está muy lejos de la perfección. (SVP XI, pág 353 a 354)

Espero confiado que esta reflexión nos ayude a todos a vencer nuestros miedos y desesperanzas, para afrontar este momento tan difícil. Animémonos a fortalecer nuestra vida espiritual, comunitaria y apostólica, a vivir la audacia creativa de nuestro carisma y a vivir, cada momento, con intensidad, alegría y unidad. No perdamos el tiempo en cosas superficiales e innecesarias. A veces, en nuestra vida, nos afanamos en tantas cosas sin importancia, e incluso nos enemistamso con los demás por acciones, omisiones o puntos de vista. Cuando experimentamos la fragilidad de la vida y la pequeñez de nuestro mundo; cuando comprobamos lo insuficiente de la ciencia y de la técnica, que tantas veces hemos sobre valorado, es bueno volver a lo que es a la vez simple y absoluto: Dios primero, Dios siempre y nuestra fidelidad a él… siempre.

Un abrazo fraterno,

Su hermano en San Vicente

 

Fernando Macías Fernández, C.M.
Visitador de Chile

 

Hermosa celebración de la Solemnidad de San Vicente, en Santiago

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Una hermosa celebración por la Solemnidad de San Vicente de Paúl, tuvo la Familia Vicentina, en la Iglesia que lleva su nombre, ubicada en Alameda en Santiago. La Eucaristía fue presidida por el Obispo-Administrador Apostólico de Santiago, Monseñor Celestino Aós, quien pronunció una motivadora y documentada Homilía, resaltando las virtudes y las enseñanzas de San Vicente.

El tradicional templo, ubicado en pleno centro de la capital, estuvo colmado de fieles, entre los cuales se hallaban Hijas de la Caridad -encabezadas por la Visitadora, Sor María Elisa Ortiz-, miembros de las distintas ramas de la familia, religiosas de comunidades amigas, feligreses de parroquias y comunidades vicentinas, comunidades educativas de colegios vicentinos y fieles en general.

Y los presentes no tuvieron pocas dificultades para llegar a la cita con San Vicente y su familia. A la misma hora de la Eucaristía, se desarrollaba en las calles del centro, una marcha en apoyo a las causas ambientalistas. Esto provocó desvíos de tránsito y grandes atochamientos. Incluido el Obispo, varios de los convocados fueron víctima de los tacos y terminaron llegando con retardo a la celebración. Pero lo más llamativo fue el lanzamiento de una bomba molotov frente a la puerta de ingreso a la iglesia, por lo que desde el altar, los concelebrantes vieron una gran llamarada, que les provocó gran inquietud, aunque las mayor parte de los asistentes no alcanzó a percatarse de la situación.

Sin embargo, nada logró empañar la alegría de la celebración de las hijas y los hijos de San Vicente, lo que resaltó el Visitador de la Congregación de la Misión, P. Fernando Macías, en las palabras de agradecimiento al final de la Eucaristía, las que fueron seguidas de un saludo de la Hermana Visitadora.

Luego de la Eucaristía, La Congregación de la Misión ofreció una cena, a la que asistieron los directivos de las diversas ramas de la Familia e invitados especiales, entre los cuales el Señor Obispo, que se mostró sencillo, afable y  gran conocedor de la Familia Vicentina.

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