Jóvenes integrantes de la Juventud Mariana Vicentina y seminaristas de la Congregación de la Misión, encabezados por el P. Álvaro Tamblay, Director Nacional de JMV, participaron en a tradicional peregrinación juvenil hacia el Santuario de an Alberto Hurtado, ubicado en al Comuna de Estación Central, en Santiago.
Esta actividad que se realiza cada año, con motivo del Mes de la Solidaridad y de la Memoria e San Alberto Hurtado, contó con la participación, en, esta oportunidad, de unos 20.000 jóvenes, sean informa el sitio del Arzobispado de Santiago, iglesiadesantiago.cl.
La actividad comenzó e el Parque de Los Reyes, donde el Obispo Administrador Apostólico De Santiago, Monseñor Celestino Aós, hizo el envío de los jóvenes, haciéndoles un fuerte llamado al compromiso: «Chile somos nosotros. Son los niños, son los adultos. Chile son ustedes los jóvenes y cada uno de nosotros tiene que tomar partido en este Chile. Miren a Jesucristo y traten de hacer lo que Jesús les dice. Es el momento de caminar, de cantar, de sentir la bondad y la alegría, formando comunidades y sentirnos contentos. Poner paz donde otros ponen violencia, poner generosidad donde otros ponen el egoísmo. Es hermoso ver que Chile somos nosotros», les dijo.
A la llegada al Santuario de san Alberto Hurtado, el Vicario General del Arzobispado de Santiago y Vicario de la Esperanza Joven, monseñor Cristian Roncagliolo, invitó en su homilía, a poner a Cristo en el centro y en los más alejados de la sociedad: «Pidámosle a Dios ser renovados en la fe, que la fe sea un fuego grande en nuestro corazón. Y con ese fuego, podamos encender los fuegos de nuestro Chile y de nuestra Iglesia que tanto sufre en este tiempo, pero que espera una semilla de esperanza y de la cual, nosotros y los jóvenes, no podemos estar ausentes, sino llamados a ser protagonistas. Nuestra ciudad y nuestra Iglesia necesita de Dios», reflexionó.
Todo culminó con la visita por parte de los sacerdotes y los miles de jóvenes asistentes a la peregrinación, hasta la tumba de san Alberto Hurtado donde pudieron rezar y pedir por cada una de sus intenciones.