Seguramente, todos estaremos de acuerdo que este año que estamos terminando ha marcado nuestra historia como ciudadanos, como cristianos y como vicencianos.
El flagelo de la Pandemia de COVID 19 no solo ha dejado la muerte de cientos miembros de la Familia Vicenciana, sino que también, hoy, podemos comprobar que hay más pobreza, más hambre, y por lo tanto más violencia y otras situaciones sociales y económicas de gran complejidad en todos los países del mundo.
Pero nosotros, como hijos e hijas de San Vicente de Paúl, no podemos quedarnos con esa mirada catastrófica de la situación. También la Pandemia por otro lado ha sacado lo mejor de nosotros, y hay que reconocer que entre todos hemos buscado nuevas alternativas para seguir globalizando la caridad.
El Proyecto de las 13 casas se ha ampliado en muchos países y son muchos los pobres que se han visto beneficiados. Es mi gran deseo que para la fiesta de San Vicente de Paúl en el 2021, todos los países donde se encuentra la Familia Vicenciana, que en este momento son 158, se introduzca este proyecto de las 13 casas. En muchos países, desafiando el temor al contagio, se han realizado actividades para recaudar alimentos, medicinas y continuar asistiendo a quienes se han quedado desamparados. Desafiando el encierro, muchas de las casas se han abierto para alimentar a aquellos olvidados, para llevar alimentos… y otros tantos y tantas, han atendido a los afectados en los hospitales, con el peligro de contagio.
La caridad no se ha detenido exclusivamente en la asistencia por la pandemia, también en otros países, se ha sumado a esta calamidad, los huracanes que han azotado algunos países de Centroamérica y de Asia, y allí también hemos estado en primera fila, asistiendo y apoyando a los que han quedado desprotegidos. Y la lista de acciones por los más pobres podría continuar…
Por otra parte, gracias a la tecnología, nos ha ayudado a superar el aislamiento, y como “el amor es inventivo hasta el infinito”, a través de los encuentros virtuales, hemos rezado, hemos celebrado la vida, hemos tenido todo tipo de propuestas de formación, pudimos presenciar conciertos, pero, sobre todo, hemos logrado estrechar lazos de amistad y de fraternidad.
Podríamos decir, a primera vista, que hablando a rasgos generales, el año 2020 no fue un buen año, pero quiero invitarlos a “darle la vuelta a la medalla”, para nosotros vicencianos y vicencianas del mundo, ha sido un año lleno de oportunidades, para servir, para ser mejores, para crecer y esto nos hace mirar hacia adelante, nos invita a construir, como nos ha dicho Papa Francisco, no podemos salir iguales de esta crisis.
Este es un año que en muchas ocasiones nos ha invitado a cambiar de perspectiva en la manera como percibimos nuestra vocación, en la manera como nos entregamos y servimos, en la manera como construimos y nos relacionamos con nuestra comunidad, con nuestra familia, en la manera como consumimos o acumulamos bienes, en la manera como compartimos y somos solidarios, en la manera como entramos en relación con la naturaleza y nos comprometemos con ella, en la manera como construimos familia y como transformamos la sociedad.
Es navidad y es un tiempo particular, pero en esa particularidad, pienso que la realidad nos lleva a vivirla de manera diferentes, sin bullicios, sin las carreras para comprar regalos, como lo compartí en la carta de Adviento, a hacer un alto en el camino y en nuestras vidas, y en lo intimo de nuestros hogares, contemplar el pesebre, contemplar el rostro misericordioso de Jesús y de toda la humanidad que esta adolorida y quiere superar este momento tan difícil y doloroso.
En estos días que en muchas familias rezan delante del pesebre, oremos, oremos al Niño de Belén y pidámosle que, en el 2021, nos de la gracia y fuerza para seguir con coraje sirviendo siempre creativos viviendo las virtudes vicentinas, nuestra espiritualidad y carisma.
Feliz y bendecida Navidad, Feliz y bendecido 2021.