El cielo se abre para los más pobres en este día de lluvia, recibir el calor de Dios y del Espíritu Santo. “Tuve hambre y me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber, estuve desnudo y me vistieron, tenía frío y me abrigaron; porque todo lo que hagas al más pequeño de mis hermanos, a Mí me lo hicieron». Los pobres son nuestros amos y señores. Somos Vicentinos, somos misioneros entre los pobres.