El día 26 de diciembre de 1901, el desaparecido Diario «El Porvenir» de Santiago, publicaba la siguiente nota, acerca de la muerte del P. Justino Delaunay entonces Visitador de la Provincia, Director Provincial de las Hijas de la Caridad y superior de la Casa Central de Alameda.
Ayer, a las 5.40 mm de la mañana, dejó de existir este respetable y virtuosísimo sacerdote, Superior General y Visitador de los Padres Lazaristas y Hermanas de la Caridad de Chile, Perú y Bolivia.
El Padre Delaunay era natural de Dijon, de la Provincia de la Champagne, en Francia. Cursó las humanidades y la carrera eclesiástica en el gran Seminario que poseen los Padres Lazaristas en París. Ordenado de sacerdote a fines del año 1863, sus superiores, dándole una muestra de confianza y de reconocimiento a sus virtudes y talentos, lo destinaron a al Misión de Chile, a cargo en aquel tiempo del benemérito Padre Félix Benech. Vino de Europa, el Padre Delaunay, acompañando a 30 Hermanas de la Caridad, destinadas a incrementar la obra del Padre Benech, en las fundaciones de la casa Central y de los hospitales de San Juan de Dios y de San Francisco de Borja.
Desde su arribo a Chile, el Padre Delaunay se dio a conocer por sus virtudes y por su celo para hacer prosperar las fundaciones de casas y hospitales bajo la dirección de las abnegadas hijas de San Vicente de Paul.
Plenamente autorizado por su superior, P. Benech, echó los cimientos de la Casa de La Caridad, destinada para asilo de niñas desheredadas de la fortuna. Nombrado Capellán-Director de la Casa, no se ha separado nunca de ella, ni aún a la hora de la muerte, porque en esa misma casa exhaló ayer su último suspiro.
Hace quince años, el Padre Benech fue nombrado superior del Seminario Lazarista de Trujillo, en el Perú, y entonces el Padre General, residente en París, envió al Padre Delaunay los despachos por los cuales se le constituía Superior y Visitador General de las Casas Lazaristas y de caridad que hubiere en las tres Repúblicas antes nombradas.
Al R.P. Delaunay de deben todas las fundaciones de casas dirigidas por Hermanas de la Caridad, a excepción de las tres que encontró establecidas a su arribo a Chile.
La caridad del piadoso Lazarista se extendía a todos los necesitados: sus pobres no solamente estaban en los hospitales, sino en todo Santiago; pero, caritativo y no filántropo, sus obras eran ignoradas, y si no hubiese sido por la afluencia de pobres, de viudas, de ancianos y niños, que ayer acudieron a visitar el cadáver del hombre a quien entre desgarradores sollozos llamaban su padre y su único sostén en las miserias de la vida, nunca se habría sabido la gran esfera de acción caritativa del Padre Justino, como le llamaban cariñosamente los que tuvieron la dicha de conocerlo y tratarle.
Durante la guerra del 79, el Padre Justino atendió con sin igual solicitud a todos los preparativos de los elementos con que debían marchar a la campaña las monjas que iban a servir en las ambulancias; y después, cuando los heridos llegados a Santiago ya estaban mejor de sus heridas, se veía al Padre Justino que, con un cariño verdaderamente paternal, los sacaba a tomar el fresco de la tarde, en los carros urbanos.
Y allá por el año 1886, cuando el cólera diezmaba nuestra población, el Padre Justino, no satisfecho con multiplicar su asistencia y prodigar los consuelos de la religión a los desgraciados que caían víctimas del terrible flagelo, recurrió a los conocimientos médicos que había adquirido en Europa y logró combinar las fórmulas para arreglar una bebida que entonces conocimos bajo el nombre de Licor del Padre Delaunay y que obró prodigiosas curaciones, contribuyendo a neutralizar los efectos y a disminuir las víctimas de la horrorosa epidemia.
Postrado de la enfermedad al corazón que lo ha llevado a la tumba, residía, como hemos dicho, en La Caridad; pero tenía dadas órdenes terminantes de que nunca se rechazara a los pobres que fueran a visitarlo; y más de una vez, la Hermana portera observó que los visitantes salían al mismo tiempo que derramando lágrimas por el desesperante estado de salud de sus protector, guardando las monedas o billetes con que el Padre Justino subvenía a las necesidades de los que iban a visitarlo en su postrera hora.
Al Padre Justino no se le escapaba ninguna necesidad sin que al momento no le pusiera remedio. Testigo de la miseria en que suelen quedar algunas viudas, que por su posición no se resignan a implorar la caridad pública, fundó para socorrerlas la Asociación de las Señoras de la Caridad, en la cual figuran como directoras las Señoras: Mariana Browne de Ossa, Browne de Subercaseaux, Sábnchez de Arnols, Montt de Ortúzar, Valdés de Barros Luco y varias otras que han adquirido una gran propiedad, al lado de la Casas de Ejercicios de San Juan Bautista, en donde funciona un establecimiento que da albergue, pan y trabajo a más de 30 familias de madres viudas.
Tal es, trazada a grandes rasgos, la vida de caridad que ha llevado en Chile el Padre Delaunay.
Sus restos serán conducidos esta noche, a las 8, desde La Caridad, calle del Veintiuno de Mayo, a la iglesia San Borja (San Vicente de Alameda), en la cual se celebrarán mañana, a las 8 A.M., solemnes honras a las que asistirá el Ilmo. Y Rmo. Señor Arzobispo de Santiago.
EL PORVENIR acompaña a los Padres Lazaristas y a las Hermanas de la Caridad en la tremenda desgracia que les aflige, por la pérdida del muy respetable y virtuoso Padre Delaunay.