Queridos cohermanos:
Estamos llegando al final de esta provechosa y fraterna Asamblea Provincial. Hemos cumplido a cabalidad la tarea que nos habíamos trazado. Y lo hemos hecho dialogando serenamente, confrontando nuestras ideas con respeto, llegando a acuerdos, sin traumas y sin rupturas.
Hemos decidido maduramente hacer un cambio importante en la manera de elegir a nuestro próximo Visitador. Hemos sabido adaptarnos a los tiempos.
Hemos preparado nuestro nuevo y novedoso Proyecto Provincial, tarea que nos ha servido para reflexionar sobre diversos hechos que nos desafían y nos hemos esforzado por asumir compromisos realizables y también exigentes.
Todo lo hemos hecho guiados por el Espíritu Santo y protegidos por la intercesión de María, la Virgen Milagrosa, de nuestro fundador y de nuestros demás santos y beatos.
Ahora nos queda comunicar a los cohermanos que no participaron de la Asamblea, el ambiente que aquí vivimos y las conclusiones a que llegamos. Nos queda comunicar nuestras resoluciones al Superior General, para informarle y para que él apruebe las modificaciones a nuestras Normas Provinciales. Ahora nos queda poner en práctica lo reflexionado y lo acordado.
Esta Asamblea ha sido la continuación de tantas Asambleas realizadas en nuestra Provincia, desde su fundación, hace más de 150 años. Nuestros antecesores también han estado con nosotros. Esos antecesores a lo que queremos reconocer, recordando sus nombres, en lugares y rincones de esta casa.
Toda despedida implica agradecer. Yo les agradezco su disposición para trabajar en esta Asamblea que ahora concluye. Agradezcamos también a quienes nos apoyado: quienes quedaron en las obras y quienes aquí nos han colaborado, teniendo todo dispuesto para que nosotros pudiésemos trabajar tranquilos.
Acojamos el cambio, seamos innovadores, no olvidemos nuestro carisma; seamos inclusivos, abrámonos a las nuevas culturas y realidades, enfrentemos las nuevas pobrezas, seamos solidarios con los inmigrantes, pueblos originarios, ancianos y encarcelados; abramos nuestras mentes y corazones a lo diverso, valoremos las expresiones populares de la fe, cuidemos la casa común, seamos audaces en la transmisión de la fe, no nos deprimamos por la crisis de la Iglesia, sino más bien valientes y esperanzados, atrevámonos a luchar por la superación de las estructuras injustas… caminemos con pie firme hacia el futuro. Los pobres, nuestros amos y señores, tienen derecho a que nosotros sus siervos, estemos a la altura de las exigencias de hoy.
Muchas gracias por todo y fuerza en nuestro caminar!