Recuerdo hace dos años había un gran titular en que el 22 de abril del 2023 sería beatificado en París un religioso vicentino mártir el Beato Henri Planchat. En una reunión de clero varios me felicitaron y yo tratando de explicar que no era vicentino, bueno era vicentino, pero no de la Congregación de la Misión. Que era religioso, pero de otra congregación y nosotros éramos de una Sociedad de Vida Apostólica.

Pero ya en mi primera vuelta en Valparaíso cuando estaba en el propedéutico San Justino de Jacobis, me llaman de la Parroquia Sagrado Corazón de Jesús por si yo voy a acompañar a mis hermanos de la India en una Misa de sanación.

Yo digo que raro si no ha venido nadie de la India. Y me dicen, pero si son de la Congregación Vicentina, son vicentinos como usted. Y claro fui, y eran de la Congregación Vicentina, pero Siro-Malabar. Es decir, vicentinos, pero de otro rito litúrgico.

Así que voy a compartir con ustedes quienes son las congregaciones masculinas que se identifican como vicentinos pero que no fueron fundados por San Vicente de Paúl pero que si se sienten hijos de nuestro fundador.

  • LOS RELIGIOSOS DE SAN VICENTE DE PAÚL

Los Religiosos de San Vicente de Paúl (anteriormente llamados Hermanos de San Vicente de Paúl) constituyen una congregación de derecho pontificio cuyas constituciones, después del Concilio Vaticano II, fueron aprobadas en 1985.

El origen data del día en que Monseñor Anegable, obispo de Angers, bendecía la comunidad naciente a los pies de la urna de San Vicente, en la capilla de los Lazaristas, en la calle de Sèvres, en París. Allí se encontraba Juan León Le Prevost, iniciador de este proyecto, Clemente Myonnet, cofundador, y un joven, Mauricio Maignen, que se unirá muy pronto a sus compañeros.

Le Prevost formó parte de la primera Conferencia de Caridad (conferencia de San Vicente de Paúl), unos meses después de la fundación de ésta. El 11 de septiembre de 1844, Clemente Myonnet, él también de las Conferencias, vino de Angers para entrevistarse con el Señor Le Prevost en París. Los dos tenían los mismos deseos y las mismas miras. Dedicar su vida al servicio de los pobres en una nueva congregación religiosa.

Durante once años, Le Prevost se dedicó a la visita de indigentes a domicilio, a la educación de los jóvenes detenidos y a los huérfanos-aprendices. Además, había fundado una asociación para las familias desposeídas, la Santa Familia.

Tres intuiciones le habían orientado. Su experiencia le mostraba la urgencia de la misión en las ciudades, especialmente en la capital de Francia. Descubría también que la práctica de la Caridad es el mejor medio para reconciliar a las masas obreras con Dios y con la Iglesia. «La divina Providencia, escribe, quiere, en nuestro tiempo, salvar el mundo por la Caridad». En fin, estas obras exigían la unión del sacerdote y del religioso-hermano para la evangelización del pueblo. Se entiende entonces que las obras de su Instituto sean «esencialmente misioneras» y que el ejercicio de la Caridad bajo todas sus formas, tome una importancia primordial para revelar el amor de Dios para con todos. En fin, los Religiosos de San Vicente, sacerdotes y hermanos son una única familia espiritual y apostólica.

Formado en la escuela de San Vicente de Paúl y Francisco de Sales, influenciado por la Escuela Francesa de espiritualidad del siglo XVII, el fundador da a sus religiosos una doble regla: Formar Jesucristo en ellos y manifestarlo al mundo con las obras.

Desde el principio los primeros hermanos dirigieron patronatos para aprendices y escolares, círculos para jóvenes obreros, grupos de Santas Familias, obras populares como bibliotecas, comedores económicos etc. Igualmente abrieron capillas de barrio junto con obras múltiples. Mauricio Maignen se comprometió en la fundación de un Círculo obrero y tomará parte en el movimiento social católico que preparará la encíclica de León XIII, Rerum Novarum.

La Congregación de los Religiosos de San Vicente se desarrolló en Francia y, en 1884, se estableció en Canadá. Más adelante, respondiendo a la llamada de los Papas, nuevas obras fueron fundadas en el Brasil y en África (Burkina Faso, Costa de Marfil, Congo-Kinshasa). Los Religiosos de San Vicente, son actualmente alrededor de 300. La casa Generalicia se encuentra en Roma.

Tienen patronatos y otras obras para la juventud, como hogares para trabajadores y estudiantes, círculos para jóvenes. Su campo de acción se extiende a los jóvenes de la calle, a los minusválidos, a las personas mayores, a las personas sin techo ni trabajo. En Francia y en Canadá, aceptaron algunas parroquias en los barrios humildes. En Brasil particularmente y en el Congo, en parroquias implantadas en barrios muy poblados, trabajan en la evangelización y en la formación de las comunidades de base. Estas parroquias se rodean de numerosas obras variadas: Alfabetización, roperos, clases y catequesis, asociaciones familiares, retiros.

  • LOS OBLATOS DE SAN VICENTE DE PAÚL

Los Oblatos de San Vicente de Paúl son un instituto religioso clerical de derecho diocesano, arraigado en la espiritualidad vicenciana. Compuesta por Padres y Hermanos, esta congregación está animada por un carisma particular, inspirado en San Vicente de Paúl, centrado en el servicio a los jóvenes desfavorecidos y las familias procedentes de ambientes populares. Su principal vocación es brindar ayuda concreta y espiritual a los pobres, en particular a los jóvenes en dificultad.

El Instituto de los Oblatos de San Vicente de Paúl se fundó en 2008, por iniciativa de una veintena de sacerdotes y hermanos de la Provincia francesa de los Religiosos de San Vicente de Paúl. Esta decisión surgió en un contexto donde se sintió una necesidad particular de atención y servicio hacia los jóvenes en dificultad. Estos religiosos, deseosos de continuar su compromiso con el servicio a la juventud y las familias, fundaron su propio Instituto bajo la guía de Mons. Guy-Marie Bagnard, obispo de la diócesis de Belley-Ars, quien erigió canónicamente el Instituto.

La espiritualidad de los Oblatos de San Vicente de Paúl está íntimamente ligada a la de San Vicente de Paúl, gran apóstol de la caridad. Fieles a este legado, los Oblatos buscan encarnar la caridad evangélica viendo el rostro de Dios en cada persona que sirven, especialmente entre los más pobres y los jóvenes abandonados.

  1. Caridad hacia los Jóvenes y los Pobres: Uno de los principales objetivos de los Oblatos es la evangelización de los niños y las familias de medios populares. Se esfuerzan por responder a sus necesidades materiales, educativas y espirituales. Este compromiso con la juventud no solo es una misión social, sino también profundamente evangélica, reflejando la enseñanza de San Vicente de Paúl de que «hay que comenzar por los más pequeños para cambiar el mundo». La congregación actúa en sectores como la educación cristiana, el acompañamiento de los jóvenes en dificultad y la animación pastoral familiar.
  2. Vida Comunitaria y Fraternidad: La vida comunitaria es un elemento fundamental en los Oblatos. Los Padres y Hermanos viven juntos, compartiendo una vida de oración, trabajo y apoyo mutuo. Esta vida en común está marcada por la sencillez y la proximidad, siguiendo el ejemplo de la familia espiritual que San Vicente de Paúl promovía en sus obras. Su fraternidad se vive en el día a día, a través de actividades comunitarias, momentos de oración y un compromiso común en su misión de evangelización y servicio.
  3. Misión Evangelizadora: Los Oblatos también son misioneros en el corazón de la sociedad. Su misión evangelizadora está arraigada en un enfoque pastoral que busca llegar a las familias alejadas de la Iglesia o en dificultades sociales. A través de su presencia en las parroquias y obras de caridad, los Oblatos buscan acercar a estas personas a la fe cristiana, encarnando un testimonio de compasión y servicio.

Los Oblatos de San Vicente de Paúl continúan con fervor la misión de su fundador espiritual, San Vicente de Paúl, encarnando una caridad activa y una evangelización enfocada en los jóvenes y los pobres. Su Instituto, fundado en 2008, es testimonio de la vitalidad de la espiritualidad vicenciana en el mundo contemporáneo. A través de sus casas y obras, los Oblatos ponen en práctica su vocación de servir a los más vulnerables, formando comunidades fraternales centradas en la oración, la educación y el acompañamiento espiritual. Su compromiso encarna una respuesta evangélica a las necesidades urgentes de nuestro tiempo, fiel al mensaje del Evangelio y al legado de San Vicente de Paúl.

  • COMPAÑÍA DE LOS SACERDOTES DE LA MISIÓN (anglicanos)

La Compañía de los Sacerdotes de la Misión (CMP) es una orden anglicana que se ha entregado al servicio de las comunidades desfavorecidas desde su creación durante la Segunda Guerra Mundial. Los fundamentos de la CMP se centran en la misión, la atención pastoral y la evangelización, enraizados en las enseñanzas y el ejemplo de San Vicente de Paúl.

La Compañía de los Sacerdotes de la Misión nació en los albores de la Segunda Guerra Mundial. Auspiciada por tres Comunidades Religiosas Anglicanas y el arzobispo de Canterbury, su propósito original era proporcionar sacerdotes para atender a las poblaciones evacuadas en lugares donde no se podía disponer del grado normal de alojamiento y remuneración.

Así pues, estos Sacerdotes de la Misión tendrían que ser solteros y estar dispuestos a compartir alojamiento, medios económicos y gastos. Después de la guerra, se confiaba en que estos sacerdotes pudieran prestar servicio en las grandes barriadas de viviendas, donde los recursos eran escasos y la necesidad de atención pastoral y misión era grande.

Esto fue exactamente lo que ocurrió. Después de la guerra, los sacerdotes de la CMP, tanto en equipo como individualmente, sirvieron ejemplarmente en algunas de las zonas más necesitadas de Gran Bretaña, y también en el extranjero, en Guyana, Madagascar y otros lugares.

Lamentablemente, en la década de 1990, una crisis en la Iglesia de Inglaterra en torno a la ordenación de mujeres llevó a la mayoría de los sacerdotes de la CMP a retirarse de la Compañía y unirse a la Iglesia Católica Romana.

Para la minoría que permanecía en la Iglesia de Inglaterra, bien podría haber parecido que la vida y el trabajo de la Compañía habían llegado a su fin. Pero de esta triste situación surgió, por la gracia de Dios, un nuevo comienzo, nueva vida y crecimiento cuando la Compañía adoptó a San Vicente de Paúl como su patrón, y ha crecido en una estrecha relación con la Familia Vicenciana mundial formada por congregaciones religiosas y organizaciones laicas, inspirándose y guiándose por el innovador trabajo de San Vicente de Paúl en la misión, la evangelización y el cuidado pastoral.

La conexión de la CMP con la Familia Vicenciana se ha hecho más profunda, fomentando la colaboración con congregaciones religiosas y organizaciones laicas arraigadas en la espiritualidad vicenciana. Esta afiliación amplía la comunidad de las CPM, centrada en el trabajo misionero y la justicia social, y refuerza su impacto a través de valores compartidos de humildad, colaboración y defensa de los pobres. Los sacerdotes de la CMP participan activamente en las iniciativas para aliviar la pobreza y proporcionar atención espiritual, participando en reuniones vicencianas mundiales para compartir estrategias que permitan servir mejor a las comunidades vulnerables.

La Compañía de los Sacerdotes de la Misión es un ejemplo del poder de la fe y del servicio impulsado por la misión. A través de su compromiso permanente con las enseñanzas de San Vicente de Paúl, los sacerdotes de la CMP sirven como faros de esperanza en la tradición anglicana, ofreciendo atención pastoral, fomentando la evangelización y atendiendo las necesidades de las personas marginadas. En colaboración con la Familia Vicenciana, el trabajo de la CMP representa un legado vivo de caridad cristiana, resiliencia y abnegación.

  • CONGREGACION VICENTINA SIRO – MALABAR

La Congregación Vicentina es una sociedad clerical en la Iglesia siro-malabar, con su generalato en Edappally, Arquidiócesis de Ernakulam-Angamaly. Entra en la categoría de las Sociedades de vida común. Es de derecho pontificio. La congregación fue fundada el 20 de noviembre 1904 como un Koventha (convento) en Thottakom por el P. Varkey Kattarath, Vicario de Vaikom, con tres sacerdotes diocesanos, basándose en las Reglas Comunes de San Vicente de Paúl, y en el modelo de la Congregación de la Misión, fundada por él.

La Congregación fundamenta su espíritu y carácter distintivo de la vida, la obra y Reglas Comunes de San Vicente de Paúl, quien fue elegido Padre y Patrono de la Congregación Vicenciana. La Congregación ha tomado como lema: «Él me ha enviado a proclamar la Buena Nueva a los pobres» (Lucas 4: 18), que tanto inspiró a San Vicente de Paúl. El propósito específico y preeminente de la Congregación es la evangelización de los pobres, especialmente a los más abandonados. Esto se realiza mediante misiones populares, predicaciones, obras misioneras y el apostolado caritativo, social y educativo.

El carisma de los vicentinos es ser partícipes del espíritu de Cristo, activos en las obras de la Iglesia, vivir e invitar a un amor íntimo y personal con el Padre, aceptar la voluntad de la Divina Providencia y amar de manera ardiente y compasiva a los más pobres. El carisma de la sociedad se realiza predicando la Palabra de Dios a través de obras misioneras entre los fieles de cada credo. Los miembros de la congregación realizan un apostolado caritativo en el campo educativo y social, ayudando a los pobres en su desarrollo integral. En 1968 el Vaticano concedió el reconocimiento como un derecho pontificio. Hoy en día hay más de 600 vicentinos entre los ordenados y novicios. En la India hay 87 casas y centros pastorales en 33 diócesis. Hay presencia en 11 países en todo el mundo, entre ellos Australia, Tanzania, Nueva Zelandia, Italia, Suiza y los Estados Unidos.

Bueno, y así ya podemos tener al menos una pequeña síntesis de las otras congregaciones masculinas que viven plenamente el carisma de San Vicente de Paúl y se sienten plenamente herederos de su legado.

Mario Villar G., C.M.

Misionero Vicentino