Querido Padre Tomaz y estimados miembros de la 43ª Asamblea General de la Congregación de la Misión.
Ocho meses después de nuestra Asamblea General, he aquí ahora la vuestra. Las Hijas de la Caridad de todo el mundo han rezado por vosotros y ciertamente siguen rezando por este
encuentro, un momento fuerte para la Congregación de la Misión.
Para empezar, quiero agradeceros vuestra acogida y, en nombre de todas las Hijas de la Caridad, reiteraros nuestra gratitud y reconocimiento por vuestro servicio y vuestra presencia en las provincias a nivel de Consejos, de acompañamiento espiritual o de formación.
Agradezco también sinceramente al P. Bernard Schoepfer, CM, nuestro director general, su fiel presencia en cada Consejo de la Compañía.
Esta colaboración natural desde el principio entre la Congregación de la Misión y la Compañía no sólo es histórica sino siempre muy real. Está claro que este legado de nuestros Fundadores es un «plus». Gracias a nuestra complementariedad, es un ‘plus de miradas, experiencias y más aún un «plus de una fraternidad muy específica para nuestra familia. Ustedes son considerados nuestros hermanos”.
Esto explica el que, como hermanos y hermanas, a veces podemos atrevernos a hablar francamente unos a otros, expresar nuestros desacuerdos, pero luego comenzar de nuevo la vida y el servicio común. Así que, por todo esto, gracias. Demos gracias por esta hermosa intuición de San Vicente y Santa Luisa, y continuemos juntos por este camino.
Imagino que ustedes han sido conscientes del tema de nuestra Asamblea: ¡Ephata! Franquear la puerta… Ir hacia … encontrarse. Todas las Provincias trabajaron en esta propuesta cuyo objetivo era abrirnos a Dios, a nuestras Hermanas, a los pobres: abrirnos para encontrarnos mejor a la manera de Jesús que constantemente nos dice: «¡Ephata!»
Este tema nos permitió revisar nuestro carisma y nuestra forma específica de entregarnos a Dios según nuestra identidad y el espíritu de nuestra Carta Magna. Al comienzo de nuestra Asamblea, reiteramos la importancia de la contemplación: mirar con fe, prestar atención a nuestros hermanos y hermanas, tener los ojos abiertos a Dios y al mundo. Este fundamento espiritual aparece en primer lugar en el Documento Inter-Asamblea.
Ahora, sólo voy a compartir con ustedes cuatro puntos que han salido como prioridades para los próximos seis años. Ha habido otros, pero los he elegido porque, quizás, se hagan eco de sus reflexiones ya que vivimos en el mismo mundo, tenemos la misma identidad espiritual, la misma opción por cristo y por los pobres se los nombro:
La fraternidad, signo de identidad como servidores
Durante la fase preparatoria de la Asamblea, se llevó a cabo una reflexión sobre la «mística y la convivencia»; juntos no sólo en las relaciones comunitarias, sino también en todas las relaciones con las personas con las que nos encontramos. Estábamos en la perspectiva de la cultura del encuentro.
El expositor destacó la dimensión de la fraternidad como desafío de humanidad y carisma espiritual. ¿Cómo podemos humanizar y evangelizar nuestros encuentros?
Surgieron otras preguntas:
¿Sabemos cómo detenernos y tomarnos el tiempo para escuchar y para un encuentro auténtico?
¿Cómo combatir la indiferencia a todos los niveles?
¿Somos conscientes de nuestras propias vulnerabilidades?
¿Queremos, realmente, participar en la construcción de la paz?
Reflexionando sobre todo lo que hemos escuchado e intercambiado, me parece que las características de la fraternidad están en línea con lo que deseamos ser como Siervas. Algunas directrices en el Documento Inter-Asambleas lo expresan:
«Redescubrir nuestra humanidad común, fundamento de la fraternidad y llamada a cuidar a toda persona que sufre, sin exclusión» (DIA, página 5).
«Dejarse interpelar y, al igual que el buen samaritano, saber desviarse para acercarnos con compasión a las víctimas de la miseria y la injusticia» (DIA, página 4).
«Dedicar tiempo y encontrar la manera de escucharse y compartir momentos de calidad, tanto dentro como fuera de nuestras comunidades» (DIA, página 8).
Nuestra identidad de siervas podría, sin duda, tomar el color de la fraternidad y hemos inscrito en nuestro Documento Inter-Asambleas esta convicción de que tenemos que vivir «humildemente la cercanía en una actitud de escucha y de fraternidad para testimoniar mejor el Evangelio en medio del mundo»
La cuestión de los abusos, un reto inevitable
En la preparación de nuestra Asamblea, nos ha parecido esencial abordar el tema. ¿Para qué? La protección de los niños y las personas vulnerables no sólo es una cuestión de actualidad, sino también de siempre. Desde el comienzo de su historia, las Hijas de la Caridad se han implicado en la prevención, acogida y acompañamiento de las personas lastimadas por este mal. Por lo tanto, es bastante natural que pensáramos que, en el contexto actual, era necesario compartir nuestras percepciones y prácticas. Abordar este inquietante tema era un acto de lucidez, justicia y caridad.
Los intercambios nos permitieron observar que las formas de ver podían ser diferentes de un país a otro, particularmente en la noción de maltrato o en la forma de considerar las formas de reaccionar en caso de abuso.
En algunas Provincias ya existen protocolos bien establecidos (a veces incluso exigidos por la legislación del país) y en otras, por el contrario, no se conoce la dimensión simple de los malos tratos.
El día sobre este tema ha puesto de relieve la necesidad de concienciar de que el abuso es de diferentes naturalezas: poder, conciencia, espiritual y que todos pueden preparar el abuso sexual. La gravedad de un abuso fue reconocida como tal.
¿Qué hace posible el abusar del otro? ¿Qué hace posible el ser abusado?
¿Cómo formar en una «buena» obediencia, lo que puede ser la mejor de las cosas, pero
también constatar, bajo la apariencia de perfección, ser la peor?
¿Qué formación en un espíritu crítico? en el discernimiento de lo que es justo y lo que no
lo es?
Después de alguna de este tipo de preguntas, que van en orden a la prevención a través de la formación, vinieron las preguntas sobre el «qué hacer» en caso de abuso, ¿qué reparaciones?
¿Qué tipo de acompañamiento de las victimas…? Pueden ser Hermanas, pero también alumnos, empleados, voluntarios… en todos los lugares donde la Compañía esté presente.
Lo más importante, me parece, ha sido afirmar nuestro consenso sobre una cosa esencial: el silencio es lo peor de todo; hemos podido, y todavía podemos, ser cómplices si nos negamos a ver la realidad en la verdad y de actuar.
Para ayudar a las Provincias, los miembros de la Asamblea pidieron a los miembros del Consejo General que elaboraran un documento que se dirigiría a los Consejos Provinciales con principios generales. Los miembros de las Consejos Provinciales podrán entonces estudiarlo y establecer de forma muy concreta las actuaciones a implementar a nivel de su Provincia sobre: la sensibilización, la prevención, los procedimientos en caso de sospecha de maltrato o abuso comprobado.
Por lo tanto, este documento fue redactado y luego transmitido. Ahora nos aseguraremos de apoyar a las Provincias para llegar hasta el final del proceso.
«Tener en cuenta la vida de los pobres para elaborar, supervisar y evaluar conjuntamente, los presupuestos de manera realista y transparente» (DIA, página 9).
La lucha por los derechos humanos, una exigencia misionera.
Este tema despertó muchas pasiones en los intercambios. Todos hemos percibido claramente que estamos tocando el corazón de los compromisos misioneros de las Hijas de la Caridad que, desde sus orígenes, han tenido esta sensibilidad. Todas las Provincias están preocupadas, va que el concepto de derechos humanos es amplio. Abarca desde minorías a defender, a la existencia de derechos vulnerados a denunciar, a la protección de personas más frágiles cuya dignidad no se respeta.
Para introducir los debates tuvimos una intervención de sor Catherine Prendergast, Hija de la Caridad, entonces delegada de la Compañía ante la ONU. Le pedimos que ampliara nuestras perspectivas internacionales. ¡Ephata!
En relación con lo que se vive en las Provincias y lo que han escuchado los miembros de la Asamblea, ha habido muchas preguntas:
¿Cómo reaccionarían nuestros Fundadores ante tantas injusticias?
¿Somos lo suficientemente arriesgados para atrevernos a denunciar?
¿Cuál es la llamada a la Compañía?
¿Podríamos fortalecer la colaboración entre las Provincias?
El tema de los Derechos Humanos ha planteado muchas otras cuestiones, pero también respuestas en término de compromisos que deben asumirse. Los encontramos en el Documento Inter-Asamblea:
«Reforzar la convicción de que incluso las acciones más pequeñas a favor del respeto de la dignidad de la persona y los derechos humanos tienen un verdadero impacto y son ya una denuncia profética» (DIA, página 8).
«Colaborar en las iniciativas existentes para cambiar las estructuras que mantienen la pobreza y violan los derechos humanos» (DIA, página 10).
«Contribuir a la defensa de los derechos humanos y de la casa común con la Familia vicenciana, las representantes de la Compañía en la ONU, los colaboradores, las asociaciones eclesiales y otros» (DIA, página 12).
Estilo de vida, una conversión permanente
La lucha por los Derechos Humanos, una exigencia misionera
La fraternidad, signo de identidad como servidores
La cuestión de los abusos, un reto inevitable
Los tres primeros puntos se unen a la esencia de nuestra identidad: nuestro don total en la vida cotidiana, la dimensión misionera, la «convivencia» y la 4ª sobre la cuestión de los abusos que hemos elegido abordar.
Por supuesto que no voy a elaborar ni detallar todo lo que se ha intercambiado, pero simplemente, voy a destacar las cuestiones que han sido planteadas por los miembros de Asamblea y algunas orientaciones que las Hermanas han querido ver plasmadas en el Documento Inter-Asamblea con el fin de concretarlas, entonces, en cada Provincia según sus particularidades.
Estilo de vida, una conversión permanente
Ante la Asamblea General, las Provincias reflexionaron, a la luz del Documento Laudato Si y sus contextos, sobre el desafío de salvaguardar la casa común. Cuando se trató este tema durante la Asamblea, el debate se centró, en parte, en la experiencia y vivencia del voto de pobreza haciendo especial hincapié en la coherencia de vida. Aquí hay algunas preguntas que han surgido.
¿Qué nos falta para hacer que nuestro estilo de vida sea más evangélico?
¿Estamos suficientemente unidos?
¿Qué hacemos con nuestros tiempos de ocio?
¿Seremos capaces de cambiar nuestros hábitos de consumo?
Se trata de interrogantes muy concretos que marcan la pauta de esta Asamblea. Las Hermanas reafirmaron la importancia de tener convicciones, de hacer opciones y atreverse a tomar decisiones. Todas expresaron que eran conscientes de que era un camino a recorrer, una responsabilidad, no sólo comunitaria sino también personal, que debía entenderse desde la fe como el «seguimiento de Cristo», donde «todo está vinculado»
Por ejemplo, encontramos en el Documento Inter-Asamblea:
«Hacer de la conversión ecológica, como transformación de la relación consigo mismo, con
demás, con la creación y con Dios, una prioridad misionera» (DIA, página 7).
«Favorecer la creación de pequeñas comunidades en lugares de pobreza. Que su estilo de vida sea modesto, evangélico, solidario, hecho de renuncias, en coherencia con nuestro ser de sierva y contexto de pobreza que les rodea» (DIA, página 8).
Conclusión
Como les dije, los primeros días de la Asamblea nos permitieron expresar nuestro deseo de estar arraigados en Cristo y esto nos llevó a abordar los diferentes temas, desde la perspectiva del Evangelio como discípulos misioneros.
El estilo de vida, los Derechos Humanos violados de los que forman parte los abusos y la fraternidad os muestran cuán misionera ha sido esta Asamblea.
Tuvimos la alegría de tener al Papa Francisco en video. Nos dijo:
«Dios os llama a responder con vuestra generosidad. Dios os llama a encontraros, a escuchar, a caminar en la historia, a caminar juntos para compartir los asuntos de la humanidad».
¡La llamada ha sido escuchada y el «juntos» es para nosotros con ustedes! Esto es lo que las Hijas de la Caridad viven localmente muy a menudo con los Lazaristas (Paúles), nuestros hermanos en San Vicente. Doy gracias, gracias de nuevo y rezo por nuestro futuro común.
Que algunas de estas convicciones surgidas de la Asamblea de las Hijas de la Caridad apoyen nuestras respectivas misiones y tareas apostólicas y las que vivimos juntos en el mismo espíritu, el de Jesucristo Servidor.
¡Qué el seguimiento de Cristo sea lo que nos una y que sepamos compartir esta alegría a nuestro alrededor!
Gracias y feliz final de la Asamblea.
Asamblea General de la Congregación de la Misión
Roma – Julio 2022