El pasado domingo 6 de junio, falleció repentinamente en Estados Unidos, donde residía desde hace largos años, uno de los hermanos del P. Fernando Macías, Juan Carlos Macías Fernández, que tenía 52 años de edad. Como es natural, esta muerte ha producido un gran dolor en nuestro cohermano, en sus papás y en su otro hermano y demás familiares, como también en varios de los nuestros que lo conocieron, algunos incluso desde niño.
El P. Fernando y su familia han recibido múltiples muestras de solidaridad y d apoyo en este momento tan duro, empezando por los propios cohermanos, pero también Hijas de la Caridad, obispos, otros sacerdotes, otras religiosas, laicos de los distintos lugares donde ele Padre ha trabajado y amigos en general. Obviamente, también de los amigos de Juan Carlos, de Chile y de Estados Unidos.
El viernes 11, se celebró una misa por el eterno descanso de Juan Carlos, en la Parroquia San Vicente de Paúl, donde él había sido bautizado y recibido otros sacramentos. Esta misa, presidida por su hermano y concelebrada por varios cohermanos, y en la que participaron sus papás y algunos familiares, fue acompañada, además por un grupo de fieles y de amigos, en forma presencial, y espiritualmente por muchos amigos de Juan Carlos y de su familia.
Luego de esta misa, el P. Fernando quiso enviar a todos quienes se han hecho presente, de diversas formas, apara acomunarlos en su dolor, a través de al siguiente carta:
Santiago, 12 de junio de 2021
Queridos cohermanos hermanas, familiares, feligreses y amigos:
Aprovecho este día sábado del Inmaculado Corazón de María, lleno de ternura y amor para su hijo y para cada uno de nosotros.
Quiero agradecer a cada uno de ustedes su cercanía afectuosa, demostraciones de cariño y, por supuesto, sus oraciones y eucaristías con motivo la pascua de mi hermano Juan Carlos, muerto hace unos días, súbitamente debido a un infarto cardíaco, a los 52 años de edad, en la ciudad de Jacksonville – Florida, USA.
Para quienes ha sido más difícil esto es para mis papás, que están solos y son mayores, sobre todo para mi mamá es muy difícil. Cuando tuve la dolorosa misión de comunicarles tan triste noticia, ella lloraba y me decía desde su sencillez y con una gran pena, “una espada atraviesa mi corazón” ….y lloraba…. Fue difícil comunicarlo, todo agravado por la distancia y la imposibilidad de viajar a despedir los restos de mi hermano. Pero la ayuda de todos Uds. ha sido un bálsamo de paz y fortaleza y a pesar de las lágrimas y del dolor devastador, sentimos la esperanza y el consuelo, que en última instancia, viene de Dios.
Quiero agradecerles a todos: Las llamadas y las palabras de Monseñor Cristian Roncagliolo, obispo auxiliar de Santiago; las varias llamadas de Don Gonzalo Duarte, quien además ha llamado a mi mamá para consolarla; de Monseñor René Rebolledo, que me llamó para expresar su cercanía y también llamó a mi mamá, además de ofrecer un novenario eucarístico por mi hermano y por mis padres; al Vicario Episcopal de la Zona Oriente, Padre Jorge Merino, que ha manifestado su preocupación, su cercanía y su ayuda; a nuestro Superior General y al Consejero General, P. Aarón y a los demás Padres de la Curia; a nuestro Visitador, P. Rodis, que se ha mostrado cercano hacia mí y hacia mis padres; a todos mis cohermanos, seminaristas y vocacionales de la Provincia, como también a los cohermanos y amigos de Chile y de otros países. Gracias a todos por sus llamadas escritos y oraciones
No puedo olvidar aquí a mis hermanas, las Hijas de la Caridad de las distintas casas de Chile y de la Provincia. Muchas apoyando con su cercanía, sus llamadas, oraciones y detalles. Agradezco especialmente a la Visitadora, Sor María Elisa -que está con Covid- y que me ha escrito con gran fraternidad desde Paraguay. A mis Hermanas y amigas de la Providencia, muchas de quienes han expresado con ayuda, oraciones, cercanía y cariño a mi y a mis padres. También las hermanas amigas contemplativas de la Visitación de Santa María Ñuñoa y a las Carmelitas Descalzas de Lagunillas, que han enviado y mensajes, asegurando su oración y mucha cercanía.
A mis amigos feligreses de Valparaíso; de la Capilla de la Virgen Milagrosa en Independencia: y de mi parroquia Santa María Reina del Mundo; los miembros de la Familia Vicentina y tantos amigos que, pesar de la distancia han estado presente.
En la Eucaristía de ayer en Valparaíso, los sentimos a todos presentes, a pesar de los protocolos exigentes por la crisis sanitaria. Sentimos a mi otro hermano, que junto a sus hijos, se unieron a nosotros desde Estados Unidos, como también los muchos y muy queridos amigos en Chile y en EE.UU. A todos Ustedes los sentimos presentes en esa sencilla pero significativa Eucaristía.
Después de la Eucaristía tuvimos un compartir fraterno, pascual, festivo, cariñoso. Así acompañamos a mis padres, quienes a pesar de la tristeza pudieron sentir la alegría de la cercanía de amigos y familiares, que les comunicaban esperanza y fortaleza…
¡Cómo no agradecer al Señor todo el bien que nos ha hecho y cómo no agradecer a todos Uds. por su presencia física o remota, espiritual y llena de amor….
Que el Señor les recompense ese amor y sólo puedo decirles que cuentan para siempre con mi cariño, gratitud y servicio.
Dejo para el final un esperanzador detalle. Mi hermano Juan Carlos siempre se mostró solidario y altruista. Fue una característica de su vida. Eso ha quedado refrendado con la noticia recibida, de que gracias a su generosidad, un joven en EE.UU. podrá volver a ver, porque él dejó estipulado que al morir donaba sus órganos para quien los necesitase. Sus córneas servirán a este joven, quien podrá VER la generosidad, la esperanza y la belleza de la vida, gracias a Juan Carlos
Con cariño, su amigo,
Fernando Macías Fernández